Isabel Díaz Ayuso no tiene rival, al menos en la Comunidad de Madrid. Parece la típica frase hecha, pero se trata de un hecho incontestable. Una realidad probada -no sólo con sus resultados electorales que ha ido superando y mejorando con los años hasta alcanzar la mayoría absoluta- sino también con el reguero de cadáveres políticos que ha ido dejando a su paso. Han caído, uno tras otro, los líderes de la oposición desde que llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid en el año 2019. Hasta doce adversarios se han enfrentado a la baronesa y ninguno (de momento) ha conseguido provocar un mínimo desgaste a la de Chamberí.
El último en sumarse a su colección de víctimas ha sido el socialista Juan Lobato. La renuncia de Lobato como secretario general del PSOE madrileño pilló a Ayuso en Corea del Sur en un viaje de trabajo al que ha acudido esta última semana. Esta dimisión —fruto de una guerra encarnizada con la dirección de Ferraz— ha tenido como detonante el registro ante notario de los mensajes de WhatsApp sobre la causa judicial abierta contra Alberto González Amador, la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
Esa conversación que Lobato registró era entre el propio exsecretario de los socialistas madrileños y Pilar Sánchez Acera, quien por aquel entonces era la jefa de Gabinete del actual ministro para la Transformación Digital y la Función Pública, Óscar López. Lobato sospechaba del origen de una información privada sobre González Amador -que le había hecho llegar Sánchez Acera desde Moncloa- y quiso dejar constancia ante notario. No avisó a su partido de este movimiento, lo que evidencia la tremenda desconfianza que tenía hacia la dirección socialista.
A la vuelta del verano, Ayuso le había dado un consejo, como si se tratase de una profecía: “Usted no es un criminal y, por tanto, está sentenciado en el sanchismo“, le dijo en la Asamblea de Madrid el pasado 19 de septiembre. “Le pido que sea valiente y que mire lo que está haciendo Lambán, lo que ha hecho Leguina, lo que ha hecho Felipe González y lo que han hecho tantos socialistas que han estado a la altura en los momentos más difíciles”, añadió Ayuso haciendo referencia a voces críticas con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dentro del partido.
Rodríguez, estratega infalible
Lo cierto es que lo que empezó siendo, hace nueve meses, una investigación de la Agencia Tributaria y de la Fiscalía sobre un supuesto fraude fiscal del empresario y novio de Isabel Díaz Ayuso, González Amador, de 350.000 euros, se ha convertido en una causa abierta contra el Fiscal General del Estado, que podría salpicar directamente al Palacio de La Moncloa.
Desde las filas populares “alucinan” con la estrategia, siempre afinada “como un reloj suizo”, del Jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. ¿Qué probabilidades había de que una causa abierta contra la pareja de Ayuso terminara con la salida de su principal rival socialista en Madrid?
Rodríguez trató de cambiar la versión de los hechos señalando que el fiscal del caso había propuesto un pacto de conformidad a la pareja de Ayuso. Una información falsa, ya que ocultó que el ofrecimiento para declararse culpable lo remitió la defensa del investigado al fiscal y no al revés, como se planteó. Rodríguez soltó el bulo, pero alguien en la Fiscalía mordió el anzuelo, proporcionando, presuntamente, información de un particular para desmentirlo. Es la primera vez en la historia de nuestro país que está imputado el Fiscal General del Estado.
Sus víctimas
La realidad es que la presidenta madrileña se ha acostumbrado a ver rostros nuevos cuando levanta la vista en el hemiciclo de Vallecas. En su historial de rivales destruidos están desde Pablo Iglesias hasta Rocío Monasterio.
Iglesias es, sin duda, su gran logro. Se descalabró el 4 de mayo de 2021, abandonando la primera línea política. Iglesias sólo consiguió 10 escaños. “España me debe una”, dijo Ayuso desde el balcón de Génova felicitándose por la salida de Iglesias. Otra víctima es Mónica García, que fuera rival por excelencia de la presidenta madrileña. Protagonizaron cuatro años muy intensos de combates dialécticos y desde que la sanitaria abandonó la Asamblea, rumbo al Consejo de Ministros, su sucesora de Más Madrid, Manuela Bergerot, aún no ha cogido el ritmo y el pulso dialéctico a Ayuso.
En el otro lado del tablero está Monasterio, que dejó la política el pasado 10 de octubre. En su caso la salida se produjo por rencillas internas y desencuentros con la dirección del partido de Santiago Abascal, pero la realidad es que Ayuso y ella nunca se entendieron. Los desencuentros entre ambas eran notables y la de VOX no apoyó los presupuestos de la popular. Ayuso es, sin duda, la líder del PP que más atrae al votante de VOX y eso hizo que Monasterio no cosechase los resultados que los de Abascal si conseguían en otros territorios.
En esta lista de bajas encontramos además nombres como Ignacio Aguado, Edmundo Bal, Iñigo Errejón, Isa Serra, Alejandra Jacinto o Ángel Gabilondo. Este último fue el último socialista en ganar unas elecciones en la CAM, en 2019, aunque no consiguió gobernar. Ayuso pactó con Cs y VOX y alcanzó la presidencia y el socialista abandonó también la política y ahora es el Defensor del Pueblo.
Ayuso, el “blanco” de Moncloa
Es evidente que existe un intento continuo por destruir a Ayuso como (única) rival política del presidente del Gobierno. Entre ellos dos existe una retroalimentación como pocas veces se han visto en política. Se benefician mutuamente del conflicto. La tensión entre ambos empezó a aumentar durante la pandemia y tuvo su punto álgido con el ya famoso me gusta la fruta. El presidente del Gobierno mencionó al hermano de Ayuso durante su discurso de investidura y la presidenta madrileña fue captada por las cámaras insultándole.
Hay quien dice que Ayuso seguirá gobernando la Comunidad de Madrid por los siglos de los siglos. O hasta que ella considere que la CAM ya se le queda “pequeña”. Así, nadie sabe si el líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, podría sumarse en un futuro a esa larga lista de la presidenta madrileña. Que se lo digan a Pablo Casado.