En el siempre convulso panorama político de Cataluña, una nueva propuesta emerge con fuerza y promete reconfigurar el tablero electoral. Carles Puigdemont, líder exiliado y figura central del independentismo catalán, ha iniciado negociaciones con Marta Rovira, también exiliada y secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El objetivo: repetir las elecciones autonómicas, presentar una lista conjunta y repartirse el Govern de Cataluña al 50%. Esta maniobra, que podría parecer arriesgada, tiene una clara motivación: evitar que un “españolista” asuma el control del gobierno regional y revitalizar un bloque independentista que atraviesa uno de sus momentos más bajos en décadas.
El renacimiento de ‘Junts pel Sí’
La propuesta de Puigdemont y Rovira no surge en un vacío. Desde el referéndum unilateral de independencia de 2017 y la posterior intervención del gobierno español, el movimiento independentista catalán ha sufrido fragmentaciones internas y una disminución de su influencia. Los recientes resultados electorales han reflejado un desencanto creciente entre el electorado independentista, que ahora enfrenta la posibilidad real de que una fuerza no independentista, como el PSC, pueda llegar a gobernar.
El plan que negocian Puigdemont y Rovira contempla la repetición de las elecciones autonómicas con una lista conjunta que incluiría a sus respectivas formaciones políticas: Junts per Catalunya y ERC. Vamos, un nuevo Junts pel Sí. Este acuerdo implicaría un reparto equitativo del poder en el Govern, con una distribución del 50% de los cargos para cada partido. De concretarse, el pacto supondría una fusión de las dos principales fuerzas independentistas en un esfuerzo por maximizar su representación y evitar la dispersión del voto independentista.
Objetivo: evitar un “partido españolista” en el Govern
Pere Aragonès y Salvador Illa en el Parlament de Cataluña (EFE)
El principal objetivo de este movimiento es evitar que un partido “españolista” tome las riendas del gobierno catalán. La perspectiva de un gobierno liderado por el PSC, que ha adoptado una postura más conciliadora respecto a la cuestión independentista, es vista como una amenaza existencial por los sectores más radicales del independentismo. La lista conjunta buscaría consolidar el voto independentista y enviar un mensaje claro de unidad y determinación.
No obstante, la propuesta no está exenta de riesgos. La formación de una lista conjunta y la repetición de las elecciones podrían verse como un acto de desesperación por parte del electorado. Y no hay garantías de que todos los votantes independentistas apoyen esta estrategia. Además, la historia reciente ha mostrado que las alianzas entre Junts y ERC pueden ser frágiles y propensas a disputas internas. Lo que podría complicar la gestión del poder compartido en el futuro, obviamente.
Mientras Puigdemont impulsa este pacto, ERC se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la posibilidad de formar una lista conjunta y asegurar una posición de poder es tentadora. Por otro, existe la opción de negociar con el PSC, lo que podría abrir una nueva vía de diálogo y cooperación con el gobierno central. Esta alternativa, sin embargo, podría percibirse como una traición por los sectores más duros del independentismo.