La de Begoña Gómez y Cristina Álvarez es una vieja historia que no comienza ni en el Palacio de la Moncloa, ni en los despachos de la Universidad Complutense. La relación entre la mujer del presidente del Gobierno y su ahora asistente —adscrita desde 2018 como directora de Programas en el departamento de Presidencia— se remonta a bastantes años atrás, ya que ambas coincidieron durante bastante tiempo en Inmark (una empresa de telemarketing dirigida a recaudar fondos para organizaciones no gubernamentales).
Ambas aterrizaron en esta empresa a finales de los años 90 y no tardaron en unir sus caminos en la tarea de captación de fondos para ONG. Realizaron “estrategias comerciales para banca, seguros, alimentación, bebidas, automóvil y ONG” e hicieron encargos para Greenpeace, Oxfam y Amnistía Internacional. Al menos durante ocho de los años que coincidieron en Inmark, Cristina Álvarez —que permaneció en la compañía de 1996 a 2007— fue la mano derecha de Begoña Gómez, que desempeñó el cargo de directora de consultoría en Externalización Comercial de Inmark.
A lo largo de este tiempo forjaron una sólida relación, aunque su trayectoria en Inmark acabó concluyendo para dar paso al mundo de las escuelas de negocios privadas. Álvarez se hizo con la dirección comercial, de marketing y comunicación del Instituto de Directivos de Empresa (IDE-CESEM), mientras que Gómez llegó a las oficinas del Instituto de Empresa (IE) para dirigir el África Center. Esta experiencia académica sentaría las bases para el posterior asalto a la Universidad Complutense.
En su largo periplo de 10 años en IDE-CESEM (2008-2018), Cristina Álvarez deja de trabajar mano a mano con Begoña Gómez y pasa a hacerlo con su hermana Esther en este centro: la primera como directora comercial y la segunda como directora de estudios.
La asistente, la acompañante
Pero el abrupto acceso de Pedro Sánchez al Palacio de la Moncloa en 2018 después de una moción de censura que tumba a Mariano Rajoy hace que Begoña Gómez contacte a su antigua mano derecha para desempeñar ese mismo papel, ahora adaptado a nuevas circunstancias. Desde ese 2018, Cristina Álvarez se instala en el complejo de Moncloa para prestar labores de asistencia a la mujer del presidente del Gobierno que van bastante más allá de temas de agenda y compromisos sociales e institucionales.
Álvarez se convierte formalmente en directora de programas de la secretaría general del departamento de la Presidencia del Gobierno, pero en realidad ejerce desde el primer día como asesora de Begoña Gómez, quien tiene gran interés en dar vuelo a sus actividades en la Universidad Complutense para poner en marcha nuevas cátedras.
Al estallar la imputación de Begoña Gómez por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios, el juez Peinado comienza a tomar declaraciones. El exvicerrector Juan Carlos Doadrio asegura que la mujer del presidente del Gobierno acudía a la Complutense acompañada muy a menudo de Cristina. Es la misma Cristina que envía mensajes como este a Reale para recaudar fondos: “PD: Me dice Begoña que te traslade que le encantaría que sigáis como patronos de la cátedra, aunque sea con una cantidad inferior. Dispuestos a colaborar con vosotros en lo que necesitéis», escribe en el correo enviado el 8 de febrero de 2024 a Pilar Suárez-Inclán, directora de Comunicación Institucional y Responsabilidad Social Empresarial de Reale.
Tribuna del Congreso
El mensaje demuestra hasta qué punto Cristina Álvarez daba cobertura a todas las necesidades de Begoña Gómez, tuvieran o no tuvieran que ver con el servicio público. Pero hay escenas más poderosas que resumen la relación entre ambas. El 15 de noviembre de 2023, Cristina Álvarez estuvo en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados sentada junto a Begoña Gómez para presenciar la última investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Y las imágenes del Congreso reflejan no solo la emoción de Begoña Gómez, sino también la cercanía y el consuelo de Cristina Álvarez.