Donde había “empatía con el dolor” expresado por Pedro Sánchez en su insólita carta a la ciudadanía solo queda indignación ante “la comedia”. Apenas han pasado cinco días desde que el presidente del Gobierno amagó con dimitir preguntándose si merecía la pena seguir en el cargo ante “la cacería” que sufría su esposa, Begoña Gómez. Pero su decisión final, la de continuar sin más al frente del Gobierno y la de protagonizar al cabo de poco una entrevista en “prime time” en TVE, ha dado paso a la indignación de sus socios independentistas, ERC y Junts, que ahora solo ven una inaceptable maniobra táctica de Sánchez ante la inminente celebración de las elecciones catalanas (12 de mayo).
Los cinco días de reflexión de Sánchez han dejado en muy segundo plano la campaña de las catalanas, que comenzó oficialmente la medianoche del pasado jueves sin apenas ruido mediático. El conato de crisis institucional en Moncloa soterró el inicio del sprint electoral de los partidos catalanes y cedió todo el protagonismo al presidente sufridor, al marido enamorado, al célebre resistente puesto de puntillas en un abismo desconocido. Pero ya no queda rastro de todo ello. Sánchez dice que seguirá “con más fuerza si cabe” y sus adversarios solo sienten ahora ganas de recuperar el tiempo perdido en campaña y de denunciar que Cataluña ha sido víctima de un gran embuste.
Junts dispara a discreción
Quienes consolaban a Sánchez la pasada semana, pasaron de inmediato al ataque. “Contra las mentiras de Pedro Sánchez. Contra el intento de españolización. ¡Respuesta catalana! ¡El 12-M llenemos las urnas!”, propagó la número dos de la lista de Junts, Anna Navarro. Sin tiempo que perder, toda la dirigencia de Junts se puso manos a la obra para distribuir esta idea.
Hay que decir que el candidato de Junts a la Generalitat, Carles Puigdemont, fue de los primeros en desconfiar de Sánchez tras su amago de dimisión. Lo hizo casi de inmediato: “A menudo suele realizar movimientos tácticos que nadie se espera. En cualquier caso, es una decisión poco habitual en un dirigente político de su experiencia. Alguien que se define a través de un libro que titula Manual de resistencia y que es conocido por su capacidad de resiliencia, no parece que deba ser demasiado vulnerable a las críticas que recibe”.
Puigdemont no pudo ampliar sus argumentos ni sumarse a los ataques de su partido, ya que suspendió su agenda al haber fallecido su madre, Núria Casamajó, en la madrugada del lunes. Así que fue el secretario general de Junts, Jordi Turull, quien tomó el testigo y disparó a discreción contra el PSOE. Sin contemplaciones ni empatías. Acusó, entre otras cosas, a los socialistas de ser “autores materiales” o “colaboradores necesarios” de la democracia española de “cartón piedra” y luego echó el resto: “¿Es necesario que hablemos de la Transición? ¿Hace falta que hablemos de los GAL? ¿Hace falta que recordemos el 155? ¿O los golpes de toga que hemos estado sufriendo los catalanes?”, se ha preguntado.
ERC denuncia a Sánchez ante la Junta Electoral
ERC no quiso quedarse atrás, sobre todo porque fue de las formaciones que se mostró más comprensiva con el frágil Sánchez de la pasada semana. Los republicanos se quisieron sacudir de golpe la ingenuidad presentaron una denuncia a la Junta Electoral Central (JEC) solicitando la prohibición de la entrevista de la entrevista de Sánchez en TVE. Consideró ERC que su presencia debía vetarse por “electoralista y también argumentó ante la JEC su preocupación por la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en relación con la carta dirigida a la ciudadanía el pasado 24 de abril.
Según ERC, Sánchez “ha capitalizado el período electoral en Cataluña mediante una ostentosa presencia mediática, con la intención de desviar la atención de los medios de comunicación de la campaña electoral”.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que se movió con mucha prudencia la pasada semana, se aflojó la corbata y criticó con toda dureza la “cortina de humo” de los socialistas. “Se confirma el peor de los augurios, todo ha sido una maniobra política“, dijo. Desengañado, criticó “una sobreactuación absolutamente desproporcionada” y, parafraseando al propio Sánchez, añadió que “no todo vale”.