La siniestra historia de la banda terrorista ETA también tiene nombre de mujer. Aunque los hombres dominaron la organización por aplastante mayoría durante sus 60 años de existencia, hay contadas excepciones femeninas que alcanzaron los mandos.
Una de ellas fue María Dolores González Catarain, Yoyes, dirigente de ETA que pasó al recuerdo por dos motivos: por haber sido la primera mujer dirigente de la banda (1971-1980) y por ser asesinada (1986), acusada de traición, por la propia organización. Pasaron bastantes años hasta que otra terrorista llegó a la Zuba (la dirección de ETA) en 1994 para coordinar los comandos legales (formados por etarras no fichados) dentro del aparato militar de la banda. Era Marisol Iparraguirre, Anboto (Eskoriatza, Guipúzcoa, 1961).
Criada en un entorno abertzale, pasó la infancia en un caserío familiar que sirvió como refugio a más de 20 miembros de la banda y como polvorín de más 3.000 kilos de goma 2. Iparraguirre vivió en primera persona un golpe policial siendo estudiante de Magisterio. Era 1981, tenía 19 años, y la Policía desmanteló el refugio etarra del caserío familiar arrestando a la futura dirigente de la banda junto a su madre y sus tres hermanos. Su padre, Santiago Iparraguirre, logró escapar a Francia. Padre e hija se reencontraron en el país vecino al cabo de poco y la joven se incorporó plenamente a la vida de terrorista clandestina dejando tras de sí un impactante reguero de sangre.
15 años de prisión en Francia
Avancemos en el tiempo casi 40 años hasta octubre de 2019. Anboto declara ante la Audiencia Nacional después de un violento periplo en la dirección de ETA que se alargó una década (1994-2004). Ese año 2004 fue arrestada y encarcelada en Francia, donde cumplió 15 años de prisión (2004-2019):
—”Entré en ETA porque no tenía otra solución”. (…) “O te mataba el GAL o te cogía la Policía”. “Yo no busco responsables. Yo no niego el dolor que hemos sufrido y hemos causado”.
No hubo señal de arrepentimiento, pero su abogado trató de poner en valor que Anboto fue una de las encargadas de leer el comunicado con el que ETA anunció su “disolución” el 3 de mayo de 2018. Dio lectura al texto desde la prisión de Francia donde cumplía condena.
Las autoridades francesas la entregaron a España en septiembre de 2019. Le esperaban un total de 12 causas judiciales. Iparraguirre acumula por ellas penas por un total de 793 años y 8 meses de prisión.
Acabar con el Rey
La lista de delitos es hasta difícil de enumerar y los que sigue son solo algunos de ellos: organizó el asesinato del comandante del Ejército Luciano Cortizo (1995); participó en un tiroteo contra unas oficinas del DNI (1995) en el que un policía resultó muerto y otro tetrapléjico; colaboró en el asesinato de dos agentes en Vitoria durante las fiestas patronales (1987); y cooperó en el asesinato en 1985 de Estanislao Galíndez, cartero de Amurrio, al que la banda consideraba confidente de las fuerzas de seguridad. En realidad hay más, puesto que los investigadores policiales le atribuyen algún tipo de protagonismo en un total de 14 muertes entre 1985 y 1992.
Pero Anboto solo ha admitido hasta el momento un delito, el de ordenar un atentado contra Juan Carlos I (que no llegó a materializarse) en la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, en 1997. Lo admitió en un juicio en septiembre de 2021 después de un pacto con la Fiscalía para encajar una pena 15 años de cárcel.
La adiestradora, la extorsionadora
Su actividad en la Zuba de ETA tuvo dos fases. En una primera, de 1994 a 1998, se encargó de los llamados comandos legales de la banda. Los propios miembros de ETA la han distinguido como la mujer que los adiestraba y señalaba los objetivos, a la vez que les facilitaba dinero y armas. A partir de 1998, asumió otra tarea, la de dirigir las estructuras de extorsión —organizadas en torno al llamado impuesto revolucionario— y la contabilidad de la organización.
Para entonces, Iparraguirre ya era pareja del jefe político de ETA, Mikel Albizu, Antza, el más longevo que ha tenido la banda. La pareja se instaló en una casa al sur de Francia, en Salies-de-Béarn (a 110 km. de San Sebastián) y tuvo un hijo en 1997. Allí aparentaban llevar una vida normal, en la que acompañaban al niño al colegio o al médico.
Las fuerzas de seguridad la capturaron finalmente en 2004 en un golpe policial donde se mezclaron la investigación y la fortuna. La cúpula de ETA fue descabezada y la operación sirvió para dejar al descubierto información más que valiosa sobre la estrategia y la financiación de la banda. No es exagerado que ese fue el principio del fin de ETA.
Horizonte 2026
Este pasado 2 de octubre, hace apenas una semana, Anboto vio cómo su acusación por la muerte de Miguel Ángel Blanco en 1997 quedaba archivada por haber prescrito. Pero la mejor noticia para ella no es esa. La histórica jefa de ETA tendría que cumplir su pena de cárcel en agosto de 2041 (en el supuesto de la condena efectiva máxima de 30 años), pero con la reforma legal que permite la conmutación de penas en el ámbito comunitario, Anboto, que ya pasó 15 años de presidio en Francia, podría salir de la prisión de Zaballa (Álava) en 2026.