Vea el editorial de Ana Rosa Quintana de este jueves, 27 de febrero, en Artículo14.
Buenos días. Hoy hay que conjugar el verbo dimitir. El juez señala al Fiscal General como “única hipótesis” de la filtración de datos reservados. Indicio número uno: No hubo 500 posibles filtradores liderados por la señora de la limpieza, el móvil lo limpió el fiscal. Indicio dos: El fiscal reseteó el móvil con sus propias manos. Indicio Tres: No devolvió el teléfono que el juez quería analizar. El Fiscal Borrador del Estado estaba eliminando pruebas incriminatorias, por lo que nadie debe pedirle perdón, como reclamó el presidente. Simplemente debería dimitir. Quien también debería conjugar el verbo dimitir de manera inmediata es Carlos Mazón, que se ha cercado a sí mismo con su propia cronología, una avalancha de contradicciones sobre lo que hizo el día de la Dana. Primero dijo que había llegado al CECOPI a partir de las 7, luego fijó la hora a las 7 y media y ahora a las 8 y 28. Cuatro meses después de la tragedia, las contradicciones de Mazón suponen una herida más para las víctimas, cuyos desgarradores testimonios recoge el auto de la jueza: El audio de un hijo despidiéndose de su padre, un matrimonio que no llegó a celebrar nunca el cumpleaños de su hijo, un padre al que se le escapó de las manos su hija cuando intentaba rescatarla o los gritos de socorro que se apagaron a las 7 de la tarde. La mayor parte de las 224 personas fallecidas murieron entre las 6 y media las 8 de la tarde, antes de activarse la alerta a las 8 y 11. Según la juez una alerta tardía y errónea. Muchas muertes fueron evitables porque bajaron a los garajes. Mazón no es el único responsable. Ahora se habla de reconstrucción. Además de la reconstrucción, las víctimas necesitan reparación. Necesitan saber quiénes fueron los responsables de ese escenario que la jueza define como “un infierno real de muerte, destrucción… y oscuridad”. Porque sin reparación, no hay reconstrucción.