Crisis en la izquierda

Alarma en el PSOE: “Sería una locura” que Sumar y Podemos vayan por separado a las elecciones

Los socialistas afirman que, si no reconstruyen los puentes, van a “regalar escaños” a la derecha. La ministra de Sanidad se "harta" de los dardos de Podemos

Yolanda Díaz, Irene Montero, Ione Belarra y Pablo Iglesias.
KiloyCuarto

La escalada de hostilidades desde Podemos hacia Sumar enciende alarmas en la izquierda. Las activa en Sumar, que públicamente resta hierro a los dardos de los morados, y las enciende en el PSOE. En la cúpula del socio mayoritario del Gobierno de coalición sostienen que todavía es “prematuro” aventurar escenarios, y apuntan que queda “mucho tiempo por delante” hasta agotar la legislatura, en 2027.

Pero recuerdan cómo funciona la ley electoral, y por eso piden “una reordenación” de las fuerzas de izquierdas, que se traduce en un toque de atención a Sumar y Podemos, particularmente a los morados. “Sería una locura la posibilidad de que no se plantearan ir juntos”, afirman fuentes de la dirección socialista. Ponen el ejemplo de Andalucía, donde los de Yolanda Díaz e Ione Belarra ultiman un pacto para concurrir juntos en los comicios previstos para 2026.

Ese tipo de acuerdos se antojan imposibles a nivel estatal hoy por hoy. Lo evidencia también la hostilidad hacia Díaz y los suyos del líder histórico morado, Pablo Iglesias, o de su candidata a las generales, Irene Montero -designada por la cúpula dos años antes de las elecciones, y pendiente de celebrar primarias-.

“Podemos no quiere que Sumar haga un llamamiento a la unidad. Cada vez que hay uno, sale Podemos diciendo que no”, recuerdan. En este caso entienden que la respuesta de Iglesias y los morados, afirmando que Sumar está “políticamente muerto”, o que buena parte de sus dirigentes acabarán integrándose en el PSOE, busca sencillamente “molestar”. Es “intentar faltar de respeto”, abundan.

Buena parte de las fuerzas integradas en la alianza Sumar, incluida la formación de Díaz, Movimiento Sumar, asumen que Podemos busca forzar un adelanto electoral que les permita competir con ellos por liderar el espacio de la izquierda alternativa. Que el deseo de vengarse de Díaz por decisiones como dejar a Montero fuera de las listas al 23-J es el motor del partido morado.

En la cúpula socialista rechazan, a priori, este análisis: “Quieren tener una posición de fuerza”, “diferenciarse” para contar con más peso en una futurible negociación. “Quieren hacer valer que no están el Gobierno”, sostienen. También reconocen que “subrayan demasiado las discrepancias”, pero interpretan que lo hacen “para presentarse como la izquierda auténtica”. “Necesitan tener un poquito más de intención de voto para querer elecciones”, argumentan.

El martes, en los pasillos del Senado, la ministra de Sanidad y líder de Más Madrid, Mónica García, visibilizó su enfado y su preocupación porque Podemos insista en ningunear al resto de organizaciones, para presentar a los suyos como “salvadores del país”. “La política no es una piscina de bolas”, espetó García, señalando que con su actuación los de Podemos se van “cada vez pareciendo más a lo que pretende Vox y el PP, que es echar a este Gobierno para presentarse ellos”.

La ministra de Sanidad abrió camino, convirtiéndose en la primera dirigente destacada de este espacio en confrontar directamente con los morados. Díaz está empeñada en recuperar su capital político como vicepresidenta y ministra, centrada en la acción desde el Gobierno, y rehúye de las cuestiones orgánicas. García aprovechó el hueco, pero su hartazgo es compartido por distintas figuras de su grupo parlamentario.

Públicamente, los dirigentes del PSOE evitan entrar en las cuestiones internas de estas organizaciones, pero fuera de cámara reconocen su preocupación y su escasísimo margen de actuación en esta tesitura. Si ellos, y particularmente Podemos, no quieren confluir, los actores externos no pueden obligarlos. Eso no quita para que insistan en que, si no saldan sus diferencias y concurren por separado, contribuirán a “regalar escaños” a la derecha. Y el Ejecutivo de coalición será imposible de reeditar.