Opinión

Viva Franco… Battiato, el que nos cuida

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Franco Battiato, nariz semita, piel de cobre, hubiera celebrado su octogésimo cumpleaños este domingo. Murió hace cuatro años, retirado de un mundo que le dejó de interesar, anhelando su próxima reencarnación. “Y todavía estoy esperando una óptima ocasión”, cantaba en la maravillosa Le sacre sinfonie del tempo, “para comprar un par de alas y abandonar el planeta”. Poco antes de comprobar por sí mismo la existencia de mundos lejanísimos, el bardo siciliano publicó un último LP, Torneremo ancora, en el que revisaba algunas joyas de su cancionero con la Royal Philharmonica Concert Orchestra de Londres. Una de las gemas incluidas en aquel álbum era una versión de “La cura” –en español, “El cuidado”–.

Se equivoca el escritor Lorenzo Silva atribuyéndole la autoría de la canción a Adriano Celentano. La cura está compuesta por el propio Battiato y por Manlio Sgalambro, filósofo peorista –que sepa, en España solo se ha publicado un libro suyo, La consolación (Pre-Textos, 2008)–, letrista habitual del artista desde 1995 e invitado especial en algunos conciertos, donde lo mismo se ponía a cantar La mer de Charles Trenet que, no es coña, el Me gustas tú de Manu Chao. Incluida en el disco L’imboscata, La cura fue su último gran éxito, la pieza postrera que caló masivamente entre sus admiradores y que, además, contó con el aplauso compacto de la crítica –en 1997, recibió el Premio italiano de la música a la “Canción italiana del año”–.

La cura es una declaración de amor salvaje, atómica, hermosísima. También confusa o, cuando menos, mercúrea. Yo creía, desde mi inocencia hetero, que el objeto del tema era una novia, esposa o amante, pero una exsuegra boloñesa me dijo hace poco más de un lustro que nanay, que Battiato era homosexual –rumor jamás confirmado ni desmentido por el cantante, terriblemente celoso de su intimidad– y que se la había dedicado a su madre, Grazia, a la que siempre adoró y cuidó. Meses después de comulgar con esta teoría, no sé dónde leí que Battiato la definió como el “reverso de una plegaria”. ¿Qué carajo quería decir con eso?

La escuché una y otra vez y di con la clave, o eso creo: La cura es una declaración de amor, sí, pero que procede de Dios: la protección “de los miedos de la hipocondría”, “de las injusticias y de los engaños de tu tiempo”, la sanación “de todas las enfermedades / porque eres un ser especial”, la superación de “las corrientes gravitacionales”, etcétera, son versos que brotan de lo Divino, de lo Universal, que suenan más a Jesucristo y a Buda que a Bécquer o a Idea Vilariño. Algo parecido, pero partiendo de un punto distinto, sucede con otro de sus himnos, “E ti vengo a cercare”: tampoco en ella se dirige a alguna tía o tío, sino a la Divinidad.

“Tejeré tus cabellos como trenzas de un canto. / Conozco las leyes del mundo y te las regalaré”. La canción es una bomba H de belleza. Tuve la fortuna de escucharla en vivo, en el último concierto de Battiato en Madrid, el 18 de julio de 2017. “¡A bailar!”, animó el cantante al respetable. Más de uno de los asistentes, amparándose en la fecha, gritó “¡Viva Franco… Battiato!”. Por los siglos de los siglos, en esta vida o en a saber cuál, amén.

TAGS DE ESTA NOTICIA