Opinión

Vidas sencillas, días perfectos

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Hace unos días he vuelto a ver Perfect Days, la película de Win Wenders que fue nominada a los Oscar como mejor película internacional este 2024. Perfect Days es una película japonesa que cuenta la vida rutinaria de Hirayama, un hombre que limpia aseos públicos en Tokio.

A priori puede parecer una película que no cuenta nada, ya que lo único que vemos es el día a día de su protagonista, Hirayama. Un día a día que se repite en una vida sencilla, corriente, pero en la que su protagonista encuentra la felicidad. Cada mañana Hirayama se levanta, se desplaza desde su austero apartamento a distintos lugares de la ciudad para trabajar, come, fotografía las copas de los árboles, escucha música, cena, lee y duerme. Así un día y otro día y otro día.

Vivimos en una sociedad que nos exhorta a diario a intentar nuevas experiencias, a realizar viajes exóticos, a probar nuevas comidas. Si haces lo de siempre te quedas atrás. También estamos acostumbrados a ver en el cine todo tipo de historias épicas, personas que viven aventuras (buscadas o no), o historias de éxito donde personas normales consiguen grandes hazañas que parecen reservadas solo a los más valientes, a los que son capaces de arriesgarse.

La publicidad nos invita de manera constante a cambiar nuestra vida, como si la vida que vivimos no fuera la vida que queremos vivir. Si te toca la lotería que mínimo que comprarte una isla, si sigues con tu vida de siempre es que no sabes vivir la vida. Parece que solo si llenamos nuestra vida de aventuras, de cosas nuevas, de experiencias imborrables, nuestra vida será una vida plena.

Lo mismo sucede en el mundo profesional. A veces parece que hay que poner en marcha múltiples proyectos, o intentarlo al menos. Hay que estar en todas partes, estar al día de todo, si no, también te estás quedando atrás.

El mensaje de Perfect Days es todo lo contrario. El mensaje de Perfect Days es que se puede ser feliz con una vida sencilla, corriente, rutinaria.

Una vida sencilla que muchas personas eligen. Y es que no todo el mundo quiere una vida llena de aventuras, experiencias, novedades. Muchas personas no quieren viajar a destinos lejanos o comer comidas con nombres difíciles de pronunciar. Hay personas que eligen tomar su café a diario en la misma cafetería y conversar con el camarero de siempre, pasar las tardes leyendo en su sillón o en la biblioteca, rodearse de los mismos amigos e ir con ellos a tomar una cerveza con unas tapas a los mismos bares, viajar al mismo destino de vacaciones donde han ido desde hace años o volver siempre que es posible al pueblo de sus padres o abuelos donde pasaron su infancia, y seguir haciendo las mismas cosas que han hecho siempre. Hay personas que disfrutan con sus trabajos y no se plantean buscar un trabajo nuevo. Para ellos esa vida sencilla es su vida elegida y es su vida ideal. He conocido y conozco a muchas personas así. Personas con vidas rutinarias que pudiendo elegir vivir de otra manera, mantienen esa forma de vida. Personas para las que sus días comunes, cotidianos, rutinarios, son días perfectos.

Hace muchos años me preguntaron que era para mí el éxito. Tenía que responder de manera inmediata y aquello me obligó a reflexionar en cuestión de segundos. El éxito. Ni más ni menos. Qué era para mí. Hasta aquel momento nunca me lo había planteado, como puede que te pase a ti. Qué es el éxito. Y recuerdo que respondí que para mí el éxito es poder vivir (dentro de lo posible) la vida que uno quiere vivir.

Han pasado varios años desde aquella pregunta, pero sigo pensando lo mismo. No me parece que sea una tarea fácil vivir la vida que uno quiere vivir, por eso creo que conseguirlo es un éxito.

Decía John Lennon que la vida es eso que sucede mientras estamos haciendo planes y yo apostillo que vivir, aunque sea una vida sencilla, ya es toda una aventura.

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