Opinión

¿Vamos a seguir con lo de la masculinidad tóxica?

Un padre lleva a su hijo en silla de ruedas.
Teresa Giménez Barbat
Actualizado: h
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Con sólo prestarle un poco de atención a las noticias veríamos cuántos hombres fallecen o ponen sus vidas en riesgo por salvar la de los demás. Por ejemplo, el pasado lunes, cuando estaba pensando en cómo enfocar el artículo que están leyendo, apareció una en la prensa: “Un hombre muere ahogado en el río Ara (Huesca) tras intentar salvar a su sobrino, menor de edad. Su sobrino consiguió salir del agua, mientras que unos bañistas que estaban por la zona sacaron el cuerpo del hombre y le practicaron maniobras de reanimación (RCP)”. En este caso el héroe murió por un familiar, pero es casi más corriente que se trate de un desconocido. Sólo tienen que poner en Google palabras claves como “hombre” y “salva” y les salen a montón. Y si estos días de verano añaden “playa” o “ahogado” serán más recientes.

A principios de junio publiqué en “X” lo siguiente: “Dos noticias consecutivas en Antena3. Un hombre mata con una escopeta a su pareja y su hijastro. “Violencia de género”. Seguidamente: dos hombres mueren ahogados al intentar salvar a unos jóvenes en el mar (que se salvan). “¿Altruismo de género?” Dos caras de la masculinidad”. Pues bien: es exactamente esto. Este tipo de reacciones ofuscadas de signo tan distinto forman parte de esa masculinidad “tóxica” por la que pasamos de puntillas cuando nos favorece socialmente. Sí, los hombres han muerto tradicionalmente por su comunidad, pero es un tema tabú. Se exaltan las hazañas y el coraje de la vida cotidiana de tantas mujeres y eso tiene una gran importancia. Pero sacrificio, trabajo, igualdad, lealtad, complicidad y palabras similares tienen un significado muy distinto cuando se les exige a ellos. ¿Se les reconoce? Cada año, el Carnegie Hero Fund premia a civiles por actos de valentía que implican arriesgar la vida o sufrir graves lesiones. En 2021, 66 de las 71 medallas entregadas fueron, naturalmente, a hombres. Es muy interesante entrar en esa página: “drowning” (“ahogamiento”) es un lugar increíblemente común. ¿Algún político se atreve a crear unos premios similares en España?

Y no hemos hablado de guerras o conflictos civiles. “Las mujeres siempre han sido las principales víctimas de la guerra. Las mujeres pierden a sus maridos, a sus padres, a sus hijos en combate. Las mujeres a menudo tienen que huir de los hogares únicos que han conocido. Las mujeres son a menudo las refugiadas del conflicto y a veces, con más frecuencia en las guerras actuales, las víctimas. A menudo, las mujeres se quedan con la responsabilidad, solas, de criar a los hijos”. Eso dijo Hillary Clinton en la Conferencia de Primeras Damas sobre Violencia Doméstica, en El Salvador en 1998. Y he sido testigo de innumerables declaraciones en el Parlamento Europeo en este mismo sentido. No veo ni agradecimiento ni compasión por parte del feminismo institucional por la sangría de hombres en la guerra de Ucrania, sin ir más lejos. Al contrario, son capaces de salir a denunciar, como hemos visto en televisión, las imágenes de mujeres ucranianas huyendo de su país con niños, niñas y gente anciana como el súmmum del daño. Feministas de corazón helado que tienen los redaños de quejarse de que, una vez más, el “rol de la cuidadora” lo ejerza “quien en la infancia jugaba simbólicamente a alimentar muñecos mientras los niños jugaban a guerrear”. Si, se la llama “tóxica” cuando vivimos tiempos felices y autoindulgentes, pero que es vital cuando van mal dadas. Es el mordisco de realidad de un reparto de roles que parece tan eterno como el mundo.

Esta semana he estado hablando con una extraordinaria iraní opositora al régimen de su país. Una gran activista por los derechos de las mujeres en su tierra. Su condición de feminista no la ha hecho caer en la fácil dicotomía que enfrenta a ambos sexos en nuestras sociedades. Sé que se alegrará de que hablemos de esos hombres valientes y generosos que arriesgan y dan su vida por los demás, muchas veces por sus compañeras. No hemos dado suficientemente las gracias a los cuatro hombres que fueron ejecutados por el régimen iraní desde el inicio de las protestas hasta enero del 2023 en que registré este dato en mi último libro. Un recuerdo para Mohammad Mehdi Karami, Seyed Mohammad Hosseini, Mohsen Shekari y Majidreza Rahnavard, que murieron por todas nosotras.