Conocí personalmente al escritor argentino Jorge Fernández Díaz el 30 de septiembre de 2022. Compartimos mesa en el Café Varela, el céntrico parnaso de Melquiades el Grande, hervidero de periodistas y conjuradores, y después de una sobremesa más larga que Ben Hur, peregrinamos al Círculo de Bellas Artes, donde se homenajeaba al difunto Javier Marías en medio de una borrasca de bostezos feroz e inmisericorde. Jorge y yo nos caímos muy bien. El autor de la “trilogía Remil” había ejercido un reporterismo canalla similar al que se gastaba en el diario Pueblo, me contó anécdotas fabulosas de su etapa en Neuquén y, transcurridas las horas, germinó la semilla del compadreo y de la amistad.
Ya está en todas las librerías de la Argentina y España #ElSecretoDeMarcial. Muy emocionado pic.twitter.com/KkgctQwO2v
— Jorge Fernández Díaz (@fernandezdiazok) February 8, 2025
Jorge Fernández Díaz, que comparte nombre con aquel ministro del Interior que tiene “un ángel de la guarda que se llama Marcelo y que me ayuda a aparcar”, ganó el Premio Nadal por su novela El secreto de Marcial (Destino, 2025), que llegó a las librerías el pasado miércoles. Es un libro delicioso para el lector, magnético y fluido, que se lee en no más de tres tragos, y, a la vez, una autoficción muy jodida de escribir. El argeñol –es porteño con raíces asturianas– ya había publicado en 2002 su estupendo Mamá, una crónica biográfica de su madre, Carmina, un personaje atómico, con una historia impresionante –hacía llorar a su psiquiatra–. El libro, por cierto, triunfó como Los Chichos en cuestión de ventas. A la vez, su padre era un ser hermético, mucho más difícil de abordar desde el punto de vista literario, que quedó totalmente eclipsado por la matriarca: “Ella era carismática y él era opaco; ella tenía todas las palabras y a mi padre ya casi no le quedaba ninguna: siempre resultaba derrotado”.
Se acabó la espera: hoy aterrizó #ElSecretoDeMarcial, la novela ganadora del Nadal, en todas las librerías. Ya pueden conseguir su ejemplar de esta historia sobre padres e hijos. pic.twitter.com/URye9QVAN5
— Jorge Fernández Díaz (@fernandezdiazok) February 5, 2025
Fernández Díaz consiguió doblarle el brazo a esta dificultad y, con inteligencia y tablas, ha obtenido un vino gourmet de una cepa que, en apariencia, extendía sus raíces en un terreno yermo y ácido. El secreto de Marcial orbita en torno a la pregunta de si se puede convivir con otro en la intimidad más absoluta y, a la vez, desconocer por completo la esencia de esa persona. Relata la compleja relación del autor con su padre, camarero, inmigrante, residente en Palermo Pobre, quien le retiró la palabra cuando su guaje le contó que quería dedicarse profesionalmente al periodismo y a la literatura. El armisticio llegó años después, en el momento en que Marcial, tras leer en el periódico uno de los folletines de su hijo, llamó desde el bar a la redacción para preguntar si la protagonista recuperaría su dinero. Y, por supuesto, el libro es un canto maravilloso al cine del Siglo de Oro hollywoodiense, proveedor de calmantes y de mitologías, partiendo de la ilusión infantil “de vivir en un sábado eterno”.
Desconozco si, como dijera Bogart en La condesa descalza, “la vida es un guion estúpido”, pero sí tengo claro que la última criatura de celulosa de Fernández Díaz –que, por cierto, será presentada en Madrid el viernes 14 de febrero, a las siete de la tarde, en la Fundación Telefónica– es una novela impecable. Bien valió el Nadal. Hínquenle el diente sin dudarlo.