Marshall Rosenberg, creador de la Comunicación No Violenta, definía la violencia como una desconexión tanto de nuestras propias necesidades como de las de los demás. Según sus palabras, “los actos violentos son expresiones trágicas de necesidades insatisfechas”. Su enfoque nos invita a transformar nuestra forma de comunicarnos, abandonando el lenguaje que deshumaniza y priorizando la empatía como herramienta esencial para resolver conflictos y construir una sociedad menos violenta.
La violencia, sin embargo, también exige una respuesta normativa. Las leyes son indispensables para garantizar un enfoque multidisciplinar que aborde el problema desde frentes complementarios, abarcando prevención, sensibilización y protección integral.
En este sentido, este 28 de diciembre se cumplen 20 años de la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Esta norma, pionera en Europa, representó un hito al tratar este drama como un problema estructural que afecta no solo a las mujeres, sino al conjunto de nuestra sociedad. Fue el primer paso hacia un modelo de justicia, igualdad y dignidad colectiva.
No podemos bajar la guardia
En Castilla-La Mancha, esta lucha ha sido constante y decidida. Desde la aprobación de nuestra Ley para una Sociedad Libre de Violencia de Género en 2001, hemos construido una red sólida de recursos para proteger y asistir a las víctimas. Este esfuerzo incluye prevención, acompañamiento jurídico, atención psicológica y sensibilización social, pilares de una respuesta integral y comprometida.
Aunque hemos avanzado, queda mucho por hacer. Cada mujer asesinada, cada llamada al 016, cada niña o niño que queda huérfano nos recuerda que no podemos bajar la guardia. Por eso, hemos reforzado el papel de los Centros de la Mujer y las casas de acogida, ampliado la formación de los profesionales implicados y promoviendo programas pioneros de educación en igualdad desde la infancia.
En este vigésimo aniversario, reafirmamos que la lucha contra la violencia de género no admite tregua. Las leyes son fundamentales, pero sin el compromiso activo de toda la sociedad no serán suficientes. Necesitamos una alianza colectiva, basada en la responsabilidad compartida, para construir una sociedad más justa, libre y digna, en la que la violencia no tenga cabida.