En mi anterior artículo, centrado en la orden ejecutiva de la nueva administración americana de no admitir registros en documentos oficiales que no se atuvieran al sexo biológico del ciudadano, dije que: “Yo puedo tener muchas discrepancias con Trump, pero esto es un paso hacia la realidad que espero que tenga un efecto de arrastre en el resto del mundo“. Y discrepancias con Trump las tengo a discreción. Y después de las torpes e irreflexivas declaraciones tras el accidente aéreo de Washington, aún más. Pero nuestra obligación es centrarnos en todo aquello en lo que nadie por lo visto se había atrevido a intervenir y clamaba al cielo. Como el objetivo de otra de las medidas que ha tomado y que celebro inmensamente: la de prohibir administrar medicamentos de bloqueo hormonal y cirugías de “reasignación” de sexo a menores de 19 años. En Just the facts recogen esa Orden Ejecutiva titulada “Protección de los niños de la mutilación química y quirúrgica”, y extraigo este párrafo:
“En todo el país, los profesionales médicos están mutilando y esterilizando a un número cada vez mayor de niños influenciables bajo la afirmación radical y falsa de que los adultos pueden cambiar el sexo de un niño mediante una serie de intervenciones médicas irreversibles. Esta peligrosa tendencia será una mancha en la historia de nuestra nación y debe terminar. Innumerables niños pronto lamentarán haber sido mutilados y comenzarán a comprender la horrible tragedia de que nunca podrán concebir hijos propios ni criarlos mediante la lactancia materna. Además, las facturas médicas de estos jóvenes vulnerables pueden aumentar a lo largo de sus vidas, ya que a menudo se ven atrapados con complicaciones médicas de por vida, una guerra perdida con sus propios cuerpos y, trágicamente, la esterilización. En consecuencia, es política de los Estados Unidos no financiar, patrocinar, promover, ayudar o apoyar la llamada “transición” de un niño de un sexo a otro, y aplicará rigurosamente todas las leyes que prohíban o limiten estos procedimientos destructivos que alteran la vida”.
Que un adulto con voluntad de cambiar de sexo tenga la suerte de haber nacido en una sociedad rica y tolerante que le provee tanto de recursos para su autopoiesis como de leyes que le amparan es algo a lo que no habría nada que oponer. Millones de hombres y de mujeres se someten a operaciones de estética con suerte irregular. Hay gente contentísima y otros a quienes les han hecho un estropicio. Incluso la Seguridad Social se hace cargo de intervenciones estéticas si afectan la estabilidad emocional del paciente: mientras otras necesidades médicas más importantes estén cubiertas, qué más da. El auténtico drama es lo que esta nueva epidemia social puede hacer con los más frágiles: niños y adolescentes. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos pueden convertir a un niño sano en un paciente de por vida. Un camino irreversible que no garantizará más que un estado superficial, ortopédico, pues su dotación cromosómica es inalterable.
Dos psiquiatras francesas especialistas en niños, Caroline Eliacheff y Céline Masson, en su libro La fábrica de los niños transgénero alertan sobre el transgenerismo en los menores porque puede socavar su “construcción psíquica”. Y ellas dignifican su profesión porque algunos de los mayores villanos de la historia del transgenerismo infantil son, precisamente, algunos psiquiatras (además de ciertos trabajadores sociales, terapeutas o profesores). Este tipo de insensateces destruyen la credibilidad de una profesión para siempre. Porque no hay niños transgénero: transgénero es una pura etiqueta política. Al periodista Gerald Posner, que ha ayudado a revelar la historia de cómo ciertos grupos de atención médica transgénero promovieron cirugías experimentales en niños sabiendo que eran peligrosas, un médico británico le dijo: “Es el mayor escándalo médico desde las lobotomías”. Efectivamente, y las demandas ya están en curso. Algún día nos preguntaremos cómo tan lesivo delirio fue posible y celebraremos que alguien diera ese paso fundamental. Y eso no le convierte a uno en trumpista sea lo que sea eso.