Opinión

Trump, enemigo del comercio

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Me reclutó el pasado jueves Luis Fernando Quintero, uno de los mejores periodistas económicos patrios, para abordar en su programa de esRadio, Con ánimo de lucro, una obra mayúscula: la trilogía Los enemigos del comercio, del gran Antonio Escohotado, que en Gloria esté. En estos libros, el sabio libertino plasmó el resultado de un estudio longevo que buscaba precisar “tanto como fuese quiénes, y en qué contextos, han sostenido que la propiedad privada constituye un robo, y el comercio es su instrumento”.

Escohotado explicaba que comunismo y liberalismo, que poseen genealogías paralelas, se desarrollan coaxialmente, como las espirales del ADN. El ensayista, filósofo, jurista, etcétera, aseguraba que el primero siempre brotaba en épocas de prosperidad. Por las páginas de Los enemigos del comercio rondan, entre muchos, muchos otros, Lukács, quien describió al proletariado como alguien que “aterroriza al mundo para salvarlo”, o Gorki, quien pensaba que por la fuerza será llevado el hombre a la felicidad.

Y nos acordamos de Trump, a quien no se le puede tildar de comunista, evidentemente, pero sí de autárquico o patrimonialista. Estoy convencido de que, de seguir Escohotado vivo, sumaría dos capítulos en la próxima edición de su obra: uno, dedicado al movimiento woke; el otro, al actual presidente de EEUU, un tipo puesto de mesianismo –“El mesiánico”, me decía Escota, “odia la realidad en cuanto tal, quiere que su ‘deber ser’ primer sobre el ‘ser’, y todo cuanto no sea imponerse es una tremenda frustración”– que pretende devolver la grandeza a EEUU vaciando de significado el significante We The People, haciendo manitas con Putin y masacrando a aranceles a casi todo el orbe, pingüinos y focas de las islas Heard y McDonald incluidos.

El trasunto arancelario y cutre de Eurovisión de este miércoles (Día de la Liberación), justificado con estribillos que emparentan con la “conjura judeomasónica” de Franco y respaldado con una fórmula sin ningún valor científico, se tradujo el jueves en un batacazo en las bolsas de todo el mundo; el viernes, Wall Street y las principales bolsas europeas continuaban hostiándose. Defiende el multimillonario Trump que el retroceso será temporal y que, en pocos meses, manará leche y miel. Sólo los suyos le creen, mas sucede que los suyos son legión.

La incertidumbre recorre el globo. El FMI alerta de un “riesgo significativo” para la economía mundial. La prudente Europa, a quien le ha clavado un arancel del 20%, congela las represalias y manifiesta su voluntad de conjugar en presente de indicativo el verbo “negociar”. En España, Sánchez pide “ir todos a una”, y Feijóo, en la misma línea, una “estrategia de país”. Será interesante contemplar el ejercicio de equilibrismo de Vox, el siervo fiel que, como ha escrito Antonio Lucas, ha hecho fortuna electoral “engañando a agricultores y ganaderos”.

El secretario general de Solidaridad –el sindicato impulsado por la formación que preside Abascal–, Jordi de la Fuente, jaleó la medida en un desayuno informativo y describió a Trump como “punki adorable”. A ver cómo se lo cuenta a los productores de vino y aceite de oliva afectados. A ver qué opinan estos paisanos, sí, sobre ese “punki adorable”.