Opinión

Todos los días son 8M

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Esta semana se celebra en todo el mundo civilizado la fiesta del 8M. No se trata de una efeméride más en el nutrido calendario de festejos y homenajes. Tampoco es un día para salir a la calle, corear cuatro consignas, posar en las fotos y volver a casa como si nada. Es algo más. Es el empeño por conseguir que todos los días sean 8M, que esta batalla por lograr que las mujeres estén representadas, sean respetadas, consigan ser valoradas como corresponde se concrete en una realidad, si no perfecta, porque nada es perfecto, sí al menos con un nivel de satisfacción que deje atrás todos los errores y los dramas del pasado.

Se ha hecho mucho en este camino, es cierto. Se ha avanzado enormemente. Se han dado pasos fundamentales, decididos, poderosos, pero no basta con eso porque un mero vistazo alrededor, una ojeada a nuestro entorno, es suficiente para confirmar que queda mucho por hacer.

No es un tópico ni una frase hecha. Es la descripción de una lacerante realidad. Estudios y sondeos nos demuestran en forma preocupante la creciente beligerancia contra las ideas feministas en los sectores más jóvenes de nuestra sociedad, motivada quizás por el consumo de productos perversos o radicales en medios y redes. Un enorme problema al que hay que enfrentarse, no desde el desprecio o la resignación sino con argumentos, con razones, con lecturas y formación.

El machismo es una lacra. Ha de quedar muy claro. El feminismo no es un estandarte, un cartel, una pancarta. El feminismo es, antes que todo, una apuesta firme y beligerante por la igualdad entre hombres y mujeres, por una sociedad justa. En suma, por la libertad. De eso estamos hablando. Pura y llanamente, de la lucha por la libertad. Un desafío que a todos nos compete, que a todos nos exige, que a todos nos convoca.

En los últimos tiempos se han vivido episodios lamentables que se han utilizado para dividir, para crear disputas falsarias, para agitar broncas y escisiones. La prueba de ello es que este 8-M nuevamente se verá en nuestras calles manifestaciones diversas, distintas y enfrentadas. Un triste espectáculo al que han contribuido, en forma consciente y tóxica, elementos como Errejón o Monedero que han traicionado en forma lacerante lo que decían defender. Han quedado retratados en su condenable hipocresía.

El feminismo nace con vocación trasversal y con una esencia unitaria. No se trata de fraccionar en bloques, de agitar coches, de señalar enemigos. El feminismo es avance en libertades, defensa del progreso, imperio de la equidad. Hay signos preocupantes en el mundo occidental de movimientos que amenazan con una vuelta al pasado, con la destrucción de cuanto hasta ahora se ha logrado. El trumpismo virulento, el avance de fuerzas políticas que parecen recién salidas de la caverna, agitan la idea de un paso atrás en todo lo que hasta ahora se ha conquistado, un retorno de la mujer a posiciones relegadas, a planteamientos ya afortunadamente superados.

Mucho por hacer

Pero atención. Queda mucho por hacer. Contra los techos de cristal, contra las diferencias salariales, contra los muros de género, contra las discriminaciones, las ofensas, los desprecios. Y por supuesto, contra la violencia de género, esa lacra que no remite, esos datos insoportables que sacuden nuestras conciencias y en cuyo combate no se puede ceder ni un paso, no se puede consentir ni un milímetro, no se puede mirar para otro lado, ni incurrir, como algunos hacen, en la demagogia o abandonarse a la resignación.

Artículo14 nació hace ahora un año con el propósito claro, decidido y firme de defender unos principios que consideramos irrenunciables, que giran en torno a dos conceptos netos y universales: libertad e igualdad. Libres para elegir, para trabajar, para decidir, libres para vivir. Cada día más brillantes, más fuertes, más independientes, más decididas, más decisivas. En cada paso, en cada gesto, en cada palabra, en cada acción.

Se ha avanzado mucho, es cierto. Se han logrado metas que parecían inalcanzables y que son irrenunciables. Pero no hay que olvidar que queda mucho por hacer y que en el horizonte asoman enemigos decididos a arrasar con lo que hasta ahora se ha conseguido. Es preciso ser conscientes de que está bien alzar la voz este 8M, está bien proclamar principios irrenunciables a lo largo de esta semana que ahora arranca, pero mucho más importante es tomar conciencia de que todos los días han de ser un 8M. Todos y cada uno. Por las mujeres. Por la libertad.

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