El acceso de la mujer a los puestos de dirección y decisión en gobiernos, entidades públicas, empresas y asociaciones representa una prueba de fuego para alcanzar la igualdad de género. En estas últimas décadas, igual es más correcto decir años, se ha conseguido en los países occidentales un claro avance en la composición de los gobiernos y de los órganos de dirección de la política. En muchos casos, la paridad es un hecho entre hombres y mujeres. Y también en las empresas, más en los órganos de decisión que en los de dirección, y en buena parte motivado por la presión normativa ejercida por los órganos reguladores.
Los organismos multilaterales no han dudado en emitir recomendaciones y análisis que empujan en la demanda de la igualdad de género. Pero ¿cómo se gobiernan ellos? GWL Voices (Global Women Leaders) publica anualmente un interesante estudio que desbroza la presencia femenina en las principales asociaciones multilaterales. Esta entidad, nacida en 2019, agrupa a un significativo número de mujeres que han ocupado un papel destacado en la esfera pública en distintos países del mundo. Figuran personalidades que han sido primeras ministras, como es el caso de la neozelandesa Helen Clark, la chilena Michelle Bachelet o la irlandesa Mary Robinson; ministras de Exteriores, como la argentina Susana Malcorra, la americana Madeleine Albright o la mexicana Alicia Bárcena y Alta Representante de la UE, como la italiana Federicha Mogherini. Muchas acumulan cargos y cargos en sus curriculums. En la distinguida relación, figuran las españolas Ana Palacio, Arancha González Laya y Cristina Gallach.
Del informe, titulado Las mujeres en el multilateralismo, han analizado desde 1945 la evolución de 33 organismos internacionales y concluye que ese período sólo han estado mujeres al frente de las entidades el 12% del tiempo. En otras palabras, que en esos 83 largos años, sólo han estado gobernados por mujeres durante 10 ejercicios. En el caso de 21 de estas organizaciones nunca han elegido una mujer para dirigirlos. No obstante, el progreso en estos últimos años se evidencia por el hecho que desde el 2000 la cifra ha crecido del 17% al 31 %. En los dos últimos años, 23 organizaciones han renovado su liderazgo y han elegido en 8 de los casos a mujeres para ponerlas al frente. Cuatro de ellas han elegido por vez primera una mujer. Es el caso de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la Organización Internacional para las Migraciones, la Organización Meteorológica Mundial, el Banco Europeo de Inversiones –Nadia Calviño– y del Banco Centroamericano de Integración Económica. Por el contrario, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización para la Agricultura, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y la Organización Internacional del Trabajo siguen contumaces en depositar su destino en manos masculinas.
Para la edición de este año han ampliado a 54 el número de organismos escrutados. El análisis también abarca la composición de los equipos directivos. Las cifras son mucho mejores, dentro de lo que cabe. La proporción media de mujeres alcanza un 42%, situándose en la mayoría de los casos entre un 25% y un 50%. En diez organizaciones, la relación supera el 50%. En la mayor parte de estos casos, los procesos de selección se realizan de forma competitiva sin intervención de los gobiernos.
El informe se centra en 24 organizaciones, cuyos representantes son nombrados por los gobiernos, en las que la presencia de la mujer sigue siendo magra, “parecen haber quedado anclados en la primera mitad del siglo XX”, se lamenta el redactor. En estos casos, la proporción media es de un 30% y en siete de ellas, con el FMI a la cabeza, no alcanzan ni el 25%.
Como es sabido, la designación de miembros para los órganos de las multilaterales procede de los propios gobiernos. Un total de 189 países han ratificado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de las Naciones Unidas (CEDAW). Pues bien, pese a esto, la mayoría de los países siguen proponiendo a hombres por encima de mujeres cualificadas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas es un caso paradigmático. Las mujeres sólo constituyen el 27% de los embajadores. Cada año se elige la presidencia. Desde 1946 ha recaído en 74 hombres frente a 4 mujeres. No está mal la diferencia. Por todo, ello GWL Voices ha lanzado la Campaña de Alternancia de Género de la ONU, con la intención de conseguir paridad en la presidencia de la Asamblea General de la entidad desde 2025.
GWL Voices reclama una representación igualitaria, “es una cuestión de justicia demográfica y también de eficiencia y de generar un impacto positivo”. Señala una serie de ventajas implícitas como es la inclusión y en la diversidad en la toma de decisiones, la corrección de desequilibrios, la resolución de problemas, la reflexión diferente, la legitimidad, la credibilidad y la reputación. La presencia de la mujer mejoraría las cosas “al permitir una comprensión más completa de los problemas mundiales, promover soluciones innovadoras y contribuir a un mundo más justo y sostenible”.
En muchas ocasiones, los ciudadanos advertimos cinismo y contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace por parte de los poderes públicos. Como dice el refranero castellano, una cosa es predicar y otra dar trigo. Los gobiernos y las multilaterales deberían de predicar con el ejemplo.