Opinión

Sobrevivir lejos de los talibanes

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Las mujeres en Afganistán siguen silenciadas y, por desgracia, olvidadas por muchas de aquellas personas o entidades que denunciaron las terribles consecuencias que supuso la toma armada del poder por parte de los talibanes. Entre 1996 y 2001, Afganistán se convirtió en un agujero negro en el que afloraron todo tipo de extremismos.

La sharía, sistema legal islámico y sus códigos de conducta, han llevado a situaciones atroces, con ejecuciones públicas, lapidaciones, castigos físicos y pérdida de derechos y libertades.
Las mujeres y las niñas vivían en un sistema de exclusión y desigualdad que se calificó como apartheid de género.

Los hombres también fueron víctimas de la sharía pues aquellos que enseñaban los tobillos o llevaban cualquier tipo de ropa occidental eran atacados.

En los siguientes 20 años, con la salida de los talibanes de Afganistán, se consiguieron algunos avances relevantes para las mujeres y las niñas. Su vuelta al poder ha hecho que la situación para las mismas sea desgarradora. Las mujeres solo tienen dos opciones, ser amas de casa o huir del país.

Sobrevivir huyendo no es tarea fácil, pues llegar hasta el aeropuerto no suele ser una opción y es por ello que muchas mujeres intentan salir por carretera o por otros medios alternativos que ponen en peligro sus vidas.

Hay que tener en cuenta que Afganistán tiene un precario/inexistente sistema de registro civil y que tantos hombres como mujeres no suelen tener documentación que les permita salir del país.
Conseguir un visado es un proceso duro y lento, ya que hay cientos de personas, mujeres y hombres, esperando cita en las diferentes embajadas y los trámites pueden durar meses.

Facilitar el traslado a España o a cualquier otro país desde las sedes diplomáticas en el exterior para tramitar la solicitud de protección internacional, es una de las vías legales y más seguras que son reclamadas por asociaciones que ayudan a las personas a salir del país y que son necesarias para reducir el sufrimiento de las largas y peligrosas rutas migratorias hacia los países de destino.

En los primeros meses de huida, las mujeres afganas que buscaron refugio en nuestro país eran mujeres muy formadas profesionalmente y con un inglés perfecto. En su mayoría pertenecían a familias pudientes, motivo por el cual siempre habían estado amenazadas por los talibanes. A pesar de ello, habían podido seguir con una vida más o menos normal formándose en la universidad. Un gran número de estas mujeres habían sido activistas en la defensa de los derechos de la mujer en Afganistán y por ello se encontraban doblemente amenazadas.

Una vez en nuestro país, se presenta el reto de convalidar sus estudios debido a que aquellas carreras universitarias menos técnicas están sujetas a una legislación muy diferente entre su país y el nuestro, resultando imposible la convalidación. Este hecho las ha hecho trasladarse a otros países.

Si bien en un principio las refugiadas llegaban solas, poco a poco se está consiguiendo que lleguen algunos miembros de su familia ayudando así a la reagrupación familiar, trámite que suele ser muy largo.

Por ello, debemos ayudarlas a conseguir una formación y un empleo para que puedan alcanzar una independencia económica y concienciarlas de que esto deben hacerlo aunque hayan llegado a España con su familia.

Además, se ha evidenciado en líneas generales que la mujer refugiada afgana se enfrenta a barreras añadidas en los procesos de inclusión cuando éstas llegan acompañadas de la familia. Se suele mantener la distribución de roles en el que la mujer es la principal cuidadora de los hijos y adultos dependientes y ello implica mayores dificultades para realizar un itinerario de integración y autonomía.

Hay que luchar por la integración social y laboral de las afganas que han llegado a España desde la toma de poder por parte de los talibanes en agosto de 2021, sin olvidarnos de aquellas que siguen sufriendo en su país sin posibilidad de huir.

Se necesita urgentemente un fuerte compromiso y acciones concretas de la comunidad internacional, apoyando a las organizaciones lideradas por mujeres afganas, desarrollar normas que combatan las graves violaciones de sus derechos y el otorgamiento del estatus de protección internacional a las mujeres que han conseguido huir.

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