Opinión

Sin “sorpasso”, mirando a Cataluña y con Sánchez “reflexionando”

Un simpatizante participa este miércoles en una manifestación en apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, frente a la sede de los socialistas en la calle Ferraz de Madrid.
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España está en vilo y el Presidente del Gobierno tiene todavía tres días de reflexión por delante. Sin embargo este frenesí político en el que estamos inmersos arrancó hace menos de una semana, el pasado domingo, cuando se celebraron las elecciones en el País Vasco. Finalmente ha habido empate entre el PNV y EH Bildu. Los jeltzales han “salvado los muebles” porque los “suyos” se han movilizado y el aumento de la participación por encima del 60% ha evitado la victoria de los abertzales que tampoco tienen prisa por gobernar. La estrategia del partido de Arnaldo Otegi pasa por una fórmula a largo plazo donde incluso los partidos nacionalistas puedan trabajar de forma conjunta. Y para eso hace falta tiempo.

Lo cierto es que el resultado del 21A es un resultado histórico y un éxito impepinable para EH Bildu que ha conseguido algo que hace tan solo cuatro años parecía imposible. La distancia entonces era de 10 escaños, 100.000 votos y el PNV ganaba en las tres provincias. Ahora y gracias a la estrategia de “sirimiri” (duradera) como le llama Otegi, las dos formaciones tienen el mismo número de escaños (27) y menos de 30.000 votos de diferencia.

El PSE y el PSOE salen reforzados tras las elecciones del pasado domingo. En Euskadi los de Eneko Andueza logran uno más de los que tenían en Gipuzkoa y uno más en Bizkaia. Es un éxito de su candidato quien durante toda la campaña ha mantenido el mismo discurso y el mismo perfil muy diferente al resto de elegibles. El PSOE también gana porque gobernar de nuevo con el PNV en Euskadi significa que seguirán manteniendo su alianza en el Congreso donde a Sánchez no le sobra ni un voto. Es un bálsamo para Pedro Sánchez tras el varapalo gallego y a la espera de las elecciones catalanas.

Esta sería la crónica de una semana en la que todo estaba escrito porque esta pasada medianoche ha arrancado la campaña de las elecciones catalanas. Una cita electoral en la que Sánchez tenía puesta toda su maquinaria en marcha pero en la que todo ha saltado por los aires después del anuncio de amago de dimisión con el que Pedro Sánchez nos dejó a todos en “shock” el pasado miércoles. No me atrevo a hacer predicciones de lo que pueda ocurrir más allá de que la derecha hable de pura estrategia política y de que la izquierda esté preparándose ante un posible relevo. A esta hora ni descarto que se vaya ni tampoco que ponga sobre la mesa una cuestión de confianza. Por lo que si que apuesto es porque la “reflexión” de Sánchez va a movilizar el voto en Cataluña de una forma mucho más palpable de lo que se movería en el País Vasco.

Y esto es importante porque un fracaso en Cataluña el próximo 12 de mayo sería desastroso para la hoja de ruta de los socialistas. Se juegan mucho más que en las vascas y que en las europeas . Las expectativas en las que trabajan los “fontaneros” de Moncloa son buenas. Manejan la hipótesis de que gane el candidato socialista Salvador Illa y lo más importante: algunas fuentes creen que es posible que el independentismo no sume mayoría. Si no hay suma esto supondría un gran éxito para Pedro Sánchez porque supondría que la Ley de Amnistía y el diálogo con los grupos nacionalistas han funcionado en contra del choque que llevó a cabo el PP cuando el número de independentistas creció y todo se desbordó con el Procés.

Moncloa sabe que el resultado del 12M va a condicionar la supervivencia del Gobierno de Sánchez. A pesar de que Salvador Illa parte como claro ganador en todas las encuestas va a tener muy difícil formar Gobierno. El PSC ha dejado claro durante toda la precampaña que salvo con la ultraderecha va a hablar con todas las formaciones políticas. ERC de momento no se abre a pactar con los socialistas catalanes porque su mensaje de campaña ha sido el de continuar siendo presidente de la Generalitat. Los republicanos si que confían en que la mayoría sea independentista y aspiran a ser la fuerza más votada para forzar el apoyo de Carles Puigdemont. Y en Junts dan por hecho el triunfo sobre los republicanos. Quieren quedar por delante de ERC para poder ser ellos quienes fijen las condiciones de la negociación.

La pregunta es ¿lo qué sería bueno para Salvador Illa es bueno también para Pedro Sánchez? Un buen resultado del PSC y una derrota de los independentistas podría suponer un gran problema para el Gobierno en el Congreso de los Diputados. Después de un mal resultado nadie sabe como podrían reaccionar ERC y Junts en la cámara baja. A la espera de lo que pase el próximo lunes, de lo que decida y nos comunique el Presidente del Gobierno, en Moncloa descartan a esta hora una moción de censura tras los resultados en Euskadi y los pactos de gobernabilidad con el PNV. Los socios parlamentarios del Gobierno tienen más intereses en negociar con el PSOE que en emprender nuevos mares con el PP y VOX. O ¿alguien cree que a Aragonés y a Puigdemont les iría mejor con un gobierno de derechas?

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