Es muy difícil ponerse en la piel de una víctima del terrorismo. Imposible llegar a sentir la rabia, el dolor y la impotencia que un padre puede sentir cuando un terrorista asesina a una hija, cuando a un hijo le asesinan a su padre o cuando a una mujer le arrebatan a su hermano después de tenerle dos días secuestrados con miles y miles de españoles pidiendo a ETA clemencia. Es imposible.
Sin embargo lo que es muy fácil es entender la desilusión, la frustración y la indefensión que pueden llegar a tener estas víctimas cuando de la noche a la mañana y casi sin previo aviso se enteran de que todos los partidos políticos que forman parte de arco parlamentario, absolutamente todos sin excepción, han votado a favor de una reforma legal que va a acortar las penas de los terroristas condenados de ETA que han cumplido años de prisión en Francia. Tiene muy difícil digestión saber que gracias a esta reforma van a poder conmutar los años que han estado presos en el país galo para el resto de condena que todavía tienen pendiente en España. Antes de plantear varios debates que me gustaría poner encima de la mesa quiero decir que las víctimas del terrorismo siempre tendrán mi respeto y mi compromiso. Nunca voy a rebatir sus argumentos y siempre intentaré defender mis ideas poniéndome “en su pellejo”. La sociedad española tiene una deuda con las víctimas del terrorismo porque hasta el año 2011 (Ley 29/2011 de 22 de septiembre) no se promulgó la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo y como ciudadana me siento también en deuda.
La controvertida reforma legal viene a cumplir con una Decisión Marco aprobada por la Unión Europea en 2008 y que el Gobierno de Mariano Rajoy traspuso en el año 2014, tres años después de que ETA anunciase el cese de la lucha armada y cuatro después de que ETA ejecutase su último asesinato. Es cierto que la norma europea obligaba al Estado español a calcular el cumplimiento efectivo de las penas de cualquier condenado teniendo en cuenta el tiempo de prisión que ya habían cumplido en otro país comunitario.
Los tribunales españoles aplicaron ese principio de equivalencia de las condenas europeas cuando el Tribunal Supremo le convalidó los años que había pasado en las cárceles francesas José Luis Urrusolo Sistiaga. Esto permitió al etarra condenado a más de 500 años a salir en libertad tras cumplir 19 años de cárcel entre los dos países. La decisión del Supremo desató una cascada de decisiones similares en la Audiencia Nacional hasta que el Gobierno de Rajoy con mayoría absoluta decidió intervenir y tramitó una ley que incluía una disposición adicional por la que dejaba sin efecto la convalidación de penas cumplidas en el extranjero. Todos los gobiernos han tenido la potestad de diseñar y elaborar la política antiterrorista del Gobierno y todos han “remado” en la misma dirección mientras ETA mataba de forma despiadada. Ha sido tras el cese de la actividad armada de la banda terrorista cuando los dos principales partidos han tomado a veces decisiones y rumbos diferentes.
El Gobierno ha tramitado la modificación de la ley que acorta la pena a los terroristas con mucha opacidad y creo que esto hay que criticarlo. Creo que un ejecutivo tiene que ser valiente para intentar convencer al resto de la sociedad no a las víctimas, de que en algún momento se pueden plantear y debatir cuestiones tan sensibles y delicadas que afectan directamente a personas tan vulnerables y fuertes a la vez. Esa es mi pregunta: ¿Por qué han sido opacos? ¿Por qué no han abierto con total naturalidad y transparencia un debate que parte de las filas socialistas principalmente las del País Vasco tienen asumidas? ¿Por qué no se explica que esta demanda no solamente la tiene Bildu y que el PNV también la reclama? ¿Y que probablemente si el Partido Popular hubiese gobernado con el apoyo del PNV se enfrentará a una situación parecida porque hay un sector de los votantes de PNV que piden avances con los presos de ETA?. La respuesta es sencilla: el debate de poner en circulación antes de tiempo a estos terroristas sanguinarios no es agradable y resta votos de una parte de la sociedad. Y además posiblemente tenga que ver con las reivindicaciones de Bildu.
La oposición ha sido negligente en un tema del que siempre han hecho bandera y por el que las víctimas se han visto arropadas. El trámite parlamentario ha destapado la desidia laboral de la oposición. Vox y PP votaron a favor de esa reforma en el Congreso de los Diputados y no presentaron enmiendas en el Senado. Ahora pese a que los populares firmaron que habían “estudiado con todo detenimiento dicha iniciativa” las dos formaciones tratan de tumbar la ley en la Cámara alta tras pedir disculpas a las víctimas del terrorismo. Y aquí quiero subrayar el acierto que ha tenido el líder de los populares de entonar el “mea culpa” y asumir el error en primera persona. Pero ¿esto es suficiente? ¿Tiene que haber dimisiones como pide la AVT, la Asociación de Víctimas del Terrorismo? ¿Cómo es posible que nadie se leyese un documento de tan solo diez páginas donde esta ley orgánica aparecía para más detalle en negrita?
En el año 2016 escribí el libro Vivir después de matar donde entrevistaba a 13 terroristas de ETA que en el año 2009, cuando ETA, todavía mataba decidieron abandonar la violencia pidiendo perdón a las víctimas y asumiendo el daño causado. El libro tuvo muy buena crítica en el País Vasco y no tanto en el resto de España. Obviamente resaltar la figura de unos terroristas con muchos muertos a sus espaldas aunque estuviesen arrepentidos, que es un concepto católico difícil de corroborar, no gustó a una buena parte de la sociedad. Mi objetivo era desarrollar la idea de la reinserción con unos asesinos que después de dar la espalda a la sociedad quisieron entrar a formar parte de ella otra vez. Me pareció oportuno poner sobre la mesa el debate de la reinserción de terroristas y enseguida me di cuenta que la sociedad no estaba todavía preparada para ella. Esto todavía es más sangrante para las víctimas. A los que se les va a acortar la pena no han mostrado nunca su arrepentimiento y ni siquiera tienen la intención de asumir el daño causado. Y yo ante esto siempre con las víctimas.