Seguro que el tema de hoy les resulta familiar. Y es que, durante los últimos años, el mercado de segunda mano está experimentando un notable auge. Y no es difícil entender por qué. Este fenómeno no sólo nos ofrece una alternativa más económica, sino que también aporta un valor significativo en términos de conciencia ambiental y apreciación por el buen diseño. Se lo cuenta una persona que se considera amante del buen diseño y que cree, como así lo he mencionado ya en algún artículo anterior, que el buen diseño, el más moderno y posiblemente el más duradero e innovador, ya se hizo en España a partir de la década de los 60.
La tendencia de comprar menos y mejor, se impone en nuestros días. Personalmente, más allá de una cuestión de concienciación, que también, creo que viene dado por una cuestión más bien práctica. El espacio se ha convertido en uno de los nuevos lujos de nuestros días. Y es tal el problema de espacio que tenemos la mayoría de los ciudadanos, fruto de haber hecho un consumo desmedido durante años, que ya nos planteamos muy bien qué compramos para que no se convierta en otro “trasto” más. Les confieso que uno de mis hobbies es precisamente el de pasearme, casi a modo meditación-desconexión, por diferentes mercadillos del mundo, especialmente por Els Encants, en Barcelona, uno de mis preferidos. O el de Consell en Mallorca, cuando tengo la ocasión de estar y poder ir. Y debo decir que es ahí donde he podido hacerme, a precios de risa, con las mejores joyas a nivel decoración, iluminación o mobiliario que tengo en casa. Y es curiosamente, hablando del precio “ganga”, cuando me doy cuenta que mucha gente no da valor a lo que tiene o a heredado, fruto, seguro, del desconocimiento. Desde lámparas originales de los 60 de Hansen para Metalarte Spain, sillas Breuer, o colecciones Sylvania de los años 80, son alguna de las joyas históricas que he podido ir encontrando a lo largo de estos años. Piezas duraderas, que no sólo no pasan de moda, sino que son capaces de alcanzar cada vez más valor con el paso del tiempo. Objetos con alma, pensados y ejecutados con materiales que escasean hoy en día en un momento de producción masiva. Ya no es sólo comprar menos, sino ser auténtico con aquello que adquieres.
Es por ello que, cada vez más, el mercado de segunda mano nos invita a reconsiderar nuestra relación con los objetos, destacando la importancia del buen diseño. Los artículos denominadas vintage, que a menudo podemos encontrar paseando por estos lugares o en cada vez más tiendas especializadas (que se han dado cuenta del negocio que esto puede tener), son testimonio de una era en la que la durabilidad y la calidad eran primordiales. Y son también historia de España. Un mueble de mediados del siglo XX, una buena pieza de iluminación antigua o vestuario clásico no sólo son muchas veces estéticamente fascinantes, sino que también están diseñados para durar, resistiendo el paso del tiempo con un toque de estilo mucho mejor que muchos productos modernos actuales. Eso sí, una vez más, todo es cuestión de equilibrio.
No podemos y debemos hablar también de los beneficios ambientales, pues al final estamos promoviendo una economía circular, donde los productos se reutilizan y reciclan, prolongando su vida útil y minimizando los desechos. Este enfoque no sólo lo hace más sostenible, sino que también fomenta un sentido de comunidad y conexión entre los consumidores. Todo ello sumado a un punto, muchas veces holístico, de autenticidad en las cosas que te rodean y al mismo tiempo te acaban identificando y acompañado a lo largo de tu vida. El challenge está ahora, por cierto, en esas empresas que son capaces de dotar de trazabilidad a objetos pasados, presentes y futuros. Ojo, que ahí estará el nuevo valor añadido.
Recuerden: elección consciente y responsable. No sólo ahorraremos dinero comprando muchas veces mejor producto, sino que también contribuiremos a un modelo de consumo más sostenible y ético. El auge del mercado de segunda mano es, en última instancia, una respuesta necesaria a los desafíos ambientales y económicos de nuestros días. Cada artículo reutilizado es un paso hacia un futuro más verde y un recordatorio del valor inherente del buen diseño.
Precisamente, siendo conscientes de que el buen diseño ya existe y de que no necesitamos una producción tan desmedida, que ni siquiera vamos a ser capaces de consumir en su totalidad, son ya cada vez las marcas y grandes grupos los que se están dando cuenta de ello, limitando sus producciones o inclusive creando plataformas de reventa de artículos pasados.
Al final, la producción masiva y el consumo desmedido, han dejado una huella devastadora en nuestro planeta, pues no debemos olvidar que sólo la industria de la moda, por poner un ejemplo, produce aproximadamente 92 millones de toneladas de desechos textiles al año y es responsable del 10% de las emisiones globales de carbono, superando incluso a la aviación internacional y el transporte marítimo combinados. Comprando ropa u objetos de segunda mano ayudaremos a mitigar estos impactos, reduciendo la demanda de nuevos productos y, por ende, la explotación de recursos naturales.
Así que ya lo saben, el buen diseño se inventó hace mucho y siempre cotiza al alza. Inviertan bien.