Opinión

¿#SeAcabó?

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Entre el 13 y el 19 de febrero, en San Fernando de Henares (Comunidad de Madrid), sede de la Audiencia Nacional para macro juicios, se celebra la causa contra el ex Presidente de la Federación española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales.

El juicio tiene su origen en el beso no consentido que Rubiales le dio a Jenny Hermoso, jugadora de la selección, tras el triunfo del equipo femenino en el Mundial de Sidney, el 20 de agosto de 2023. Además de la presunta agresión sexual, el ex presidente de la RFEF, se enfrenta a una acusación por coacciones a la jugadora (situación de hostigamiento, según la Fiscalía).

Es la primera causa por agresión sexual que pudo contemplar el mundo entero, en directo, al producirse cuando las jugadoras, ya como campeonas, subieron al podio para ser felicitadas por todo el cuerpo directivo de la Federación y por las autoridades allí presentes. La televisión captó perfectamente las imágenes de Rubiales, sujetando la cabeza de Jenny con las dos manos para poder besar sus labios. A Hermoso no le gustó, lo dijo desde el primer minuto. Rubiales y su equipo trataron, primero, de quitarle importancia al beso atribuyéndolo a un simple momento de euforia. Más tarde y a medida que aumentaba el ruido en las redes sociales y después -mucho después- en los medios, el ex Presidente de la Federación, se atrevió a afirmar que aquel beso fue consentido y que el impulso fue mutuo. El problema es que Jenny Hermoso afirmaba lo contrario.

Es entonces cuando 4 hombres con mucho poder en la Federación española de Fútbol – Albert Luque, ex Director deportivo de la selección masculina, Jorge Vilda, entrenador de la selección femenina y Rubén Ribera, Director de Márketing, además de Rubiales – inician una estrategia de presión contra Jenny para que declare lo contrario de lo que ella sintió y pensó. Le piden que grabe un vídeo afirmando que todo lo que había pasado en el estrado no tenía importancia y que el beso, en efecto, había sido consentido.

La coacción había empezado en el avión de regreso de Australia y no cejó en las semanas siguientes: llamadas, mensajes, amenazas, presión al entorno de Jenny, incluida su familia, a las jugadoras del equipo…todo ello protagonizado por los que detentaban todo el poder en la Federación; un poder ejercido de manera vertical y cuasi mafiosa.

El juicio, por lo tanto, es contra esos 3 directivos que acompañaron a Rubiales en su treta y contra un Presidente que siempre dirigió la RFEF como si se tratara de su coto privado y el de sus amigos.

Las jugadoras de la selección nacional vieron completamente empañado su título de campeonas del mundo por el comportamiento zafio de Rubiales que también dio un espectáculo lamentable desde el palco presidencial, tocándose los genitales a modo de celebración de la victoria: una gran imagen para España.

El Juzgado Central de lo Penal no va a juzgar a Jenny, ella es la víctima de dos presuntos delitos: abuso sexual y coacciones. Cabe insistir en ello porque estamos acostumbrándonos a poner en cuestión a las víctimas en lugar de analizar el comportamiento de los presuntos delincuentes, especialmente en las causas de agresiones sexuales o de abusos. Por cierto que, en el caso de Rubiales, el abuso de poder es una de las claves que deberíamos considerar.

El juicio, que se celebra esta semana y la que viene, promete volver a ser carnaza para la banalización y el escándalo; se han acreditado decenas de medios de comunicación y productoras audiovisuales. No será sencillo que se mantengan el rigor y la seriedad que tanto el tribunal como los testigos y los encausados merecen.

El mundo deportivo sigue siendo uno de los espacios más herméticos para el avance y los derechos de las mujeres. Las jugadoras de fútbol han denunciado, en muchas ocasiones, la diferencia de trato que sufren frente a sus compañeros, ellas mismas han manifestado que “es como si pensaran que somos unas niñas queriendo jugar a ser futbolistas, y no unas profesionales como sí consideran a los chicos”.

Las direcciones de los equipos y los clubes, también la Federación Española, están copadas por hombres y la cultura que impera en ese mundo es claramente híper masculina o directamente machista.

Queda un largo camino para que el fútbol refleje lo que la sociedad comienza a alcanzar; la igualdad entre mujeres y hombres. El fútbol, un fenómeno deportivo y social de dimensiones tan relevantes, que mueve una gran cantidad de recursos – muchos de ellos públicos – no puede quedar al margen del cambio en las relaciones de poder entre mujeres y hombres que la mayoría defiende.

El mundo entero vio a Rubiales darle un beso a Jenny, un beso que ella no consintió. Pero suceden muchos actos de abuso que las cámaras no captan, es el abuso del poder masculino contra mujeres que no pueden defenderse.

Jenny sabe bien hasta qué punto y seguramente sin quererlo, su causa se ha convertido en la de miles de mujeres anónimas, que la estarán mirando. Ella ha sido muy valiente frente a esos “hombretones” fuertes que la coaccionaron para mantener un poder que, de momento, ya han perdido.

Ojalá estemos cerca del #SeAcabó definitivo.