Opinión

Romeva, el calvo de sus sueños

Teresa Giménez Barbat
Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

¡Qué bonito que nos pacifiquen! Qué maravilla que este presidente del gobierno sacrifique su imagen, su reputación, el digno lugar en la Historia que quizá una vez soñó que obtendría simplemente por conseguir la concordia en Cataluña, que los catalanes independentistas y no independentistas nos abracemos y cantemos juntos, no sé, el Virolai, por ejemplo. Veamos mi caso concreto. Mi vecino sacará como siempre la estelada al balcón el 11 de septiembre, una bandera que sabemos que grita sin reparos “ho tornarem a fer, xarnegos de merda”. Pero ambos nos sonreiremos de jardín a jardín y yo levantaré el pulgar (que no el dedo medio, que está feo) indicando lo pacificada y felizmente resignada que estoy. Y, al llegar el 12 de octubre y colguemos en mi casa la bandera de España celebrando esa Hispanidad que tanta grima le debe de dar, cuando se crucen nuestras miradas al entrar en casa él asentirá gentilmente con la generosidad, quizá, del ganador que no quiere abusar.

No se equivoquen. Yo siempre me he llevado bien con mi vecino. De hecho es muy majo. Pero antes de la “Pax Sanchista” esos dos momentos del año con su implícita tensión eran un trámite rápido por el que se sentía alivio al día siguiente. Ahora, gracias a Pedro Sánchez, lo festejaremos conscientemente porque será una expresión agradecida de nuestra nueva hermandad en la concordia. Aunque nos pone un poco en un compromiso. ¿Y si pacificados estamos peor? Porque una cosa son las intenciones y otra la realidad. Imagina que no sale bien. ¿Y si nuestro presidente hubiera quedado como un traidor, como un mentiroso, como un corrupto o como un puto vendido por siete votos para nada? He leído una entrevista a Raúl Romeva en un diario de gran tirada y no las tengo todas conmigo. “La amnistía -dice- es reconocer básicamente que el Estado actuó mal y hace una corrección de unas decisiones políticas y unas consecuencias judiciales que nunca se deberían haber hecho. Y por tanto hay una corrección de una mala praxis”. Y pienso que tiene toda la razón. La amnistía es, precisamente, esto. Es afirmar que los jueces, el Rey o los partidos constitucionalistas actuaron con injusticia y maldad. Sin democracia. Conscientes o no, franquistas. Y, como es falso, la amnistía sería la primera derrota de nuestro marco constitucional y de todas las personas que en el 78 pusieron el país por delante de sus intereses e ideologías. La Constitución es un pilar moral de primer orden y la amnistía un varapalo al Estado y al Poder Judicial. Un acto de una gravedad tal que no quiero ni pensar lo que debe de haber sufrido nuestro presidente antes de tomar una decisión de tal calibre por el bien de Cataluña y de España.

Romeva sabe que Sánchez apoyó el 155, que negó toda posibilidad de amnistía y, desconfiado como muchos, puede sospechar que al final sólo la ha concedido para seguir en La Moncloa. Pero quiere pensar que eso no es mentir, que ha estado bien y lo atribuye a “un nivel de inteligencia política mucho mayor.” Que la de Rajoy, quiere decir. “La política va de saber leer el momento, de adaptarse a lo que la gente te está pidiendo. Esto es una democracia”, explica. Un concepto de democracia muy parecido al de nuestro presidente. Las condiciones cambian, así que donde dije digo ahora digo Diego. Los valores y principios pueden ser un lastre, y en esto está en plena sintonía con los partidos de ultraizquierda y los nacionalistas que le apoyan. Por eso Romeva le comprende: es un cambio de opinión, no un embuste. Pero ya podría haber cambiado de opinión bastante antes, puñetas. Romeva pasó casi cuatro años en la cárcel y no le gustó nada. La amnistía le da la razón, pero pelín tarde. Ha pasado el tiempo, todo el mundo envejece y su imagen ya empieza a recordar la de aquel calvo de la Navidad, pero con gafas y un punto de resentimiento que Arrindell (se llamaba así) no tenía. Ambos vendían sueños, y algunos sueños producen monstruos. Romeva debería estar contento de verdad. El interés de Pedro Sánchez en traer la concordia y la pacificación a Cataluña ha sido como si les tocase la lotería. Ya veréis que a gusto vamos a abrazarnos ahora. Y Romeva sigue teniendo aquellos bíceps. Parece.

TAGS DE ESTA NOTICIA