Opinión

Ribera, Bolaños y el mundo traidor

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La vaina es más vieja que la tos, mas nadie la fijó tan bien como Ramón de Campoamor en su poema “Las dos linternas”, hace cosa de siglo y tres cuartos: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Los versos del bardo asturiano son tan certeros, tan precisos, que han trascendido su autoría y, como sucede en México con las rancheras de José Alfredo, el pueblo los ha expropiado, los ha hecho suyos. Es evidente que el relativismo y las interpretaciones interesadas son posiciones y acciones universales, inherentes, en mayor o menor medida –depende de cada sujeto, claro– al Homo sapiens; ahora bien, es innegable que la denominación de origen española cuenta con un puntito extra de cainismo desvergonzado que, lamentable, la hace única. Que nos hace únicos.

Somos los putos amos a la hora de disculpar o condenar a un mentiroso, a un corrupto e, incluso, a un asesino –no exagero: lo hemos visto con los terroristas de ETA y con las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura– guiándonos por el criterio de si pertenece a los hunos o a los hotros, que dijera Unamuno. O sea, si Fulano es de los nuestros, optamos por la vista gorda y la justificación; si no lo es, por el fusilamiento al alba. Fusilamiento civil, quiere decirse. Por ahora.

Los ejemplos recientes abundan como la mies. Ninguno invita tanto a la purga gástrica como la guerra dialéctica entre la incompetente Generalidad de Mazón y el negligente Gobierno de Sánchez. Como hay, al menos, 220 víctimas mortales de por medio, evitaré zambullirme en el tema, porque se me llevan los demonios.

Por fortuna –en realidad, por desgracia–, el estocaje es graso. Así, el PSOE que en mayo llamaba fascista a Meloni se comprometía en Europa, el pasado miércoles, a aceptar a los comisarios propuestos por los gobiernos de Hungría e Italia, Oliver Varhelyi y Raffaele Fitto, respectivamente, para salvar la candidatura de Teresa Ribera. Lo de no pactar con la ultraderecha…, pues a ver. Ya se encargarán Moncloa, Ferraz y su ejército de minions mediáticos de someter a la población a un bombardeo propagandístico –y efectivísimo– de trolas.

Más burdo ha sido el asunto de los bulos. Porque, parafraseando a Lionel Hutz, hay bulos –gesto mohíno– y bulos –sonrisa Profidén–. Así, en la última sesión de control, Félix Bolaños mintió descaradamente cuando acusó a Cayetana Álvarez de Toledo de urdir “el mayor bulo en la Historia de España, y el más doloroso, que tuvo que ver con el atentado del 11-M”: “Ese bulo que perpetraron en el PP tiene su nombre”. En realidad, la diputada genovesa fichó por el PP dos años después de que se produjera el lamentable atentado. Por su parte, la Agencia EFE, presidida por el exsecretario de Estado de Comunicación de Sánchez, divulgó en menos de una semana dos noticias falsas: “Un helicóptero se estrella contra la Torre de Cristal de Madrid” y “Fallece por infarto el escritor Fernando Aramburu”.