Hay momentos en la vida en los que uno se pregunta qué hubiera pasado si no hubiera ido a aquella fiesta o qué hubiera pasado si aquel tren que se canceló no se hubiera cancelado, aquel tren que nos dejó tirados en la estación y nos dio la oportunidad de conocer a aquella persona. Qué hubiera pasado si en vez de cambiar el itinerario por el que regresabas aquella tarde a casa, hubieras vuelto por la calle de siempre y no os hubierais encontrado de nuevo. Qué hubiera pasado si nunca hubieras aceptado aquel trabajo o qué hubiera pasado si aquella tarde lluviosa en la que no te apetecía salir no te hubieras dejado convencer y no hubieras salido, como finalmente hiciste. Aquella tarde que cambió tu vida para siempre.
No hace aún tres meses, el 30 de abril de este año, murió Paul Auster, el escritor estadounidense que muchos consideran el escritor del azar, porque él incluía siempre en sus libros el azar como uno de los protagonistas de la historia.
Paul Auster decía que el azar tenía que ser obligatoriamente un protagonista en las historias que él escribía porque el azar, o lo que nosotros consideramos azar (porque vete a saber si no hay una mano desconocida que mueve los hilos) es un protagonista en la vida de cada uno de nosotros, ya que nunca sabremos cómo sería nuestra vida si no hubieran ocurrido determinadas cosas.
Precisamente en una de las últimas novelas, la novela que él consideraba era para la que había estado preparándose toda su vida, 4 3 2 1, Paul Auster explora cómo los sucesos que acontecen en una vida son los que la configuran, dejando olvidadas para siempre las posibilidades que pudieron haber sido y no fueron. En esta novela Paul Auster cuenta cuatro vidas distintas que comienzan en un mismo momento, el momento de nacimiento del protagonista. Cuatro posibles vidas distintas de este hombre, que son distintas por los distintos acontecimientos que van sucediendo y las decisiones que el protagonista va tomando según lo que va aconteciendo.
Es verano, viajamos a destinos donde nunca estuvimos antes, conocemos nuevas personas, vivimos nuevas experiencias, nos atrevemos a transitar por caminos desconocidos. A menudo nuestras vacaciones consisten precisamente en esto, en perdernos, en ir a lugares por primera vez y dejarnos seducir por lo inesperado, no buscar nada y estar abiertos a todo lo que pueda suceder, al azar.
«La palabra azar es demasiado vaga para mí», declaró el escritor. «Yo trabajo con lo inesperado, y lo inesperado es parte de la vida. La mecánica de la realidad hace que nos ocurran cosas bizarras, que nos parecen fuera de la norma… ¡Pero esa es la norma! Nada de interpretaciones místicas o teológicas, no podemos olvidar que los seres humanos son capaces de tomar decisiones. Incluso somos capaces de hacer planes y cumplirlos, pero otras veces no, y las acciones nos llevan a otro lugar. No hay un significado especial, las cosas suceden así».
Algunas personas creen que pueden tener el control de sus vidas, es más, hay personas que consideran que es posible trazar el plan de lo que queremos hacer de nuestra vida, y aferrándonos a ese plan podemos llegar al destino al que nos habíamos propuesto llegar. Otras, por el contrario, consideran que es imposible, que el azar, lo inesperado, terminará por determinar nuestras vidas y nosotros tan sólo podemos jugar con las cartas que nos han repartido.
En la antigua religión griega los pobres humanos confiaban en que los Dioses del Olimpo no fueran demasiado caprichosos al jugar con sus vidas. Los estoicos, por su parte, no creían en el azar ya que la Ley Natural lo regía todo. Para muchas personas su vida no es sino una obra de Dios y todo cuanto sucede es por necesidad del Creador. Otras consideran que todo en nuestra vida es pura contingencia.
¿Cuánto de nuestras vidas depende de lo azaroso y cuánto de lo que estamos decididos a hacer en ellas?
Lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotros
y menos el azar
Es parte de un poema que escribió el poeta uruguayo Mario Benedetti, haciéndonos reflexionar sobre lo que en nuestras vidas está en nuestras manos y lo que no. Qué parte del futuro inventamos. Qué parte del futuro será azar.
Ignoro si tú tienes alguna opinión al respecto, por mi parte estoy convencida, como Paul Auster, que lo inesperado forma parte de la viva, y que lo inesperado sucede sin que podamos hacer nada para evitarlo. Que el azar forma parte de la vida y por eso forma parte de las historias. Parte de mi vida, de mi historia, ha sido creada por lo inesperado.
Quizá por ello siempre me sentí y me siento tan feliz leyendo las historias que Paul Auster inventó.