Parece que fue ayer, pero las primarias para elegir al candidato presidencial del partido demócrata fueron allá por 2020. En aquellas primarias vimos a un Biden con otra “energía” y a una Kamala Harris que se presentaba como la gran esperanza demócrata.
Exfiscal, mujer, brillante, surasiática, de color, … A priori una combinación disruptiva y potente para lanzarse al panorama político presidencial, si no fuese porque perdió esas primarias.
El panorama internacional entendió podría decirse con agrado la elección de Biden de que ella estuviese en su equipo, de que fuese la vicepresidenta de EE. UU.
Permítanme que les comparta el hecho de que entendí esa jugada como una preparación de ella como candidata para la siguiente contienda, ya que vendría desde un puesto visible del gobierno, y de esa manera tendría aún más reconocimiento y solera para lanzarse a la carrera presidencial de nuevo.
Si analizamos la prensa nacional e internacional de estos años, podemos ver titulares como “del entusiasmo a la decepción”, o “de símbolo a convertirse en un problema”, todo estos refiriéndose a Harris. Y es que todo esto suscita suspicacias y sorpresa, puesto que realmente casi me había olvidado de que Kamala Harris era parte del gobierno de Estados Unidos. En los últimos años ha pasado a ser del todo invisible, y como bien recogen esos titulares, su gestión ha sido algo problemática.
Si hoy hablo de Kamala Harris, es por el evidente estado de salud (al menos aparente) de Joe Biden, el actual presidente de Estados Unidos y actual candidato del Partido Demócrata a la presidencia de EEUU, que hace que nos preguntemos si finalmente el partido tendrá que cambiar a su líder.
Hace apenas unas horas Kamala se manifestaba afirmando que no habrá cambios en la candidatura demócrata y que está orgullosa de ser la número dos de la candidatura, pero también hace unas horas hemos podido leer titulares en diferentes medios de comunicación sobre que el propio Biden en privado sopesa la idea de declinar el presentarse.
Lo cierto es que el pasado debate protagonizado por Biden contra Donal Trump, para lo único que sirvió fue para poner aún más el foco sobre la salud del presidente. Ha llegado hasta tal punto la preocupación generada a nivel internacional, que parece que Trump pasó totalmente desapercibido. Los principales comentarios tras el debate eran sobre sus titubeos, sus “black out”; y tras las últimas apariciones en público, se presume imposible el parar este tipo de comentarios.
Podríamos hacernos varias preguntas sobre si es razonable que el Partido Demócrata siga en silencio, o sobre si le van a poner a Donald Trump tan fácil el ser reelegido.
La realidad es que, tras el debate ya comentado no han dejado de salir nombres a la palestra, entre ellos el de la propia Harris que aunque en los últimos sondeos se le atribuye un hipotético mejor resultado que si el candidato continuase siendo Biden, no sería un revulsivo suficiente para desbancar al Expresidente Trump de la pronosticada victoria.
Desde hace una semana también ha sonado el nombre de Michelle Obama con fuerza, aunque no sabría decir si interesada o desinteresadamente. Lo que si es cierto es que un lanzamiento como el de Michelle Obama podría dejar a cero los pronósticos electorales hechos hasta la fecha.
Una potencia mundial no se puede permitir una duda persistente sobre la capacidad y salud de su presidente, pero tampoco el correr un tupido velo y obviar lo que todos vemos de manera clara. Y menos cuando el panorama internacional se encuentra en una situación tan delicada, que hace que hoy más que nunca muchos países miran hacia las elecciones americanas con especial atención. La gran duda es el saber si los contrincantes son los que están ahora mismo, o si veremos novedades próximamente.
Kamala Harris empezó siendo esa gran esperanza, un icono, un símbolo; ahora nos acordamos de ella porque su presidente ha generado dudas sobre su estado de salud, pero, si no fuese por eso ¿la recordaríamos?
El tiempo escaso que queda para las elecciones nos enseñará el camino que vendrá, pero quizás no debiera sorprendernos que Kamala busque el resurgir y pasar de la invisibilidad mediática actual, a la primeria línea de combate.