Las últimas imágenes generadas por la cúpula presidencial de los Estados Unidos nos han dejado, a más de una, “flasheadas”. La primera recoge un encuentro entre Trump, Milei y Musk en una reunión de inversores y, la segunda, la comida en un avión privado con Trump, Musk y el posible nuevo secretario de salud del gobierno estadounidense. Fotografiar a estos personajes juntos no es en absoluto extraño, lo que sí llama la atención es que, en la primera escena, Musk sostiene a una de sus hijas pequeñas y, en la segunda, lo que sostienen entre las manos son hamburguesas. ¿Paternidad amorosa? ¿Pueblo llano? ¿O estrategia de comunicación visual?
No es la primera vez que vemos a Elon Musk aparecer en entornos laborales con alguno de sus hijos. Ya le habíamos visto con el pequeño “X Æ A-Xii”, un nombre extraño para un ser humano que el día de mañana se tendrá que relacionar con otros. Curiosamente, el nombre se parece al de la mayoría de los negocios de Musk: la red social X, la empresa de fabricación aeroespacial Space X, el coche Model X de Tesla o la reciente compañía de inteligencia artificial X.ai. Llamar a tus hijos de la misma forma que a tus negocios no parece, de entrada, algo muy amoroso.
El empresario multimillonario había aparecido online junto a su hijo “X Æ A-Xii” en 2021, cuando estaba presentando su proyecto más ambicioso: la construcción del cohete más alto y potente del mundo. Mientras estaba viendo un vídeo del lanzamiento del “Starship”, sentó al niño en sus piernas y el pequeño se puso a imitar el sonido de la nave. La escena se hizo muy viral, fue compartida en redes por el Club de Tesla, y en pocos segundos acumuló cientos de halagos y emoticonos de admiración hacia Musk. “¡Menudo padrazo!”, “qué tierna escena”, “eres adorable”, “qué niño más guapo”, “la persona más rica es un gran padre”…
En marzo de este mismo año Musk volvió a repetir aparición estelar con el menor en su visita a la megafábrica de Tesla en Berlín, después de que un grupo ecologista incendiara sus líneas eléctricas. Este ataque afectaba a las ventas mundiales de la empresa. En esta ocasión, el empresario cogió el micrófono y se colocó a su hijo sobre los hombros para condenar públicamente a los “ecoterroristas” que amenazaban el negocio. ¿Cómo iba él, niño encima que le rodea con sus pequeñas manitas, a desear ningún mal al planeta Tierra?
En la última escena de hace unos días, Musk aparece sosteniendo con un brazo a una de sus hijas junto a los presidentes Donald Trump y Javier Milei. A priori, una convención de inversores no parece el lugar ideal para una niña. Por el dress code y las luces artificiales entendemos que no son las tres de la tarde. Y, en todo caso, un multimillonario como él no debe tener problemas a la hora de contratar a profesionales que cuiden de la pequeña. Obviamente, no es lo mismo aparecer con un bebé en la oficina siendo madre en periodo de lactancia que ser un hombre multimillonario que lleva a su hija a eventos de trabajo. Tampoco lo es ser una mujer política que se lleva a su hija a un evento público con la intención de denunciar los problemas que tienen las mujeres para conciliar, que ser un magnate blanco, heterosexual y millonario que ha comprado tres mansiones para que vivan sus 11 vástagos mientras las madres residen en propiedades contiguas.
Nadie pone en duda que Elon Musk sea un gran padre. En realidad, estas imágenes no nos dan información para determinarlo y estar acompañado de sus hijos en reuniones de trabajo no es un dato que lo constate. Lo que sí podemos afirmar es que, en dichas fotos, no vemos a un padre dando de comer, bañando o ayudando con los deberes a sus criaturas. No son escenas que tengan nada que ver con los cuidados. Esas imágenes tampoco han sido robadas ni captadas sin el conocimiento del empresario, todo lo contrario: Musk es plenamente consciente de que va a ser retratado junto a ellos en situaciones muy específicas. No parece mera casualidad sino estrategia. La espontaneidad de esas fotos es similar a la del avión con las hamburguesas.
Por mucho que determinadas personalidades quieran parecer cercanas y familiares o que nos identifiquemos con ellas a través de estas tácticas visuales, fotografiarse en entornos lujosos con comida rápida no tiene mucha coherencia. Tampoco la tiene definirse como un troll con dinero, hacer bromas sexistas y difundir bulos y querer, al mismo tiempo, proyectar una imagen de cuidador de las personas y del planeta.
Algunas voces aseguran que Musk es pronatalista y aparece con los niños para promover que se tengan más hijos. Yo me decanto más por una nueva forma de lavado de imagen que podríamos llamar babywashing o daddywashing. Sin duda existe un vacío de representación de padres con sus hijos que Musk ha sabido aprovechar. Ser fotografiado con niños siempre vende más.