Opinión

Por qué nadie ha entendido el nuevo single de Katy Perry

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Esta semana una de las estrellas más famosas del pop, Katy Perry, ha lanzado un nuevo tema titulado “Woman’s World” (Un mundo de mujeres) con un videoclip en el que aparecen diferentes chicas haciendo cosas tradicionalmente masculinas como trabajar en un andamio, mear de pie, aplastar coches o beber whisky. Pero en esta ocasión, todas esas tareas las realizan mujeres jóvenes y atractivas, con poses sensuales, diminutos bikinis, muchas capas de maquillaje y kilos de brilli-brilli. Ante este relato, y sin previa explicación, el público se ha quedado entre dividido y noqueado. A sus fans incondicionales les ha encantado, ¡cómo no! Algunas personas lo han calificado como “feminismo desactualizado” y lleno de estereotipos. Otras han puesto el foco en que está producido por un hombre demandado por abusos sexuales a otra cantante. Y entre tanto alboroto, ella misma ha tenido que aclarar que se trata de una sátira, una crítica a lo que la industria musical y el marketing en general están haciendo con el empoderamiento de las mujeres: convertirlo en un producto de consumo que parece novedoso, pero se queda en los mismos clichés de siempre. ¿Qué ha pasado para que la cantante californiana tenga que explicarnos su significado?

El primer problema que encuentra el vídeo de Perry al entrar en contacto con la realidad es que encaja perfectamente dentro de ella. Se fusiona. Es como un trampantojo. Estamos tan acostumbradas a que las cantantes más apoyadas por la industria musical, y por los medios de comunicación, sean precisamente las que ella propone, que no hay nada que nos descoloque. Aunque la intención sea buena y la crítica certera, no hay hipérbole ni exageración, sino una descripción fiel del rol que se exige a las mujeres para ser superestrellas de la canción. Tampoco hay elementos que nos ayuden a ver el vídeo desde otra perspectiva y la letra no da muchas pistas. “Es un mundo de mujeres y tienes suerte de vivir en él”. “Ella es una flor, una espina”. “Nacida para brillar” … Ninguna referencia a que ese patrón de mujer nos está limitando, ninguna expresión de alerta o de rechazo, tampoco propuestas alternativas. Ella misma promocionó la canción antes de su lanzamiento llevando un vestido rojo en La Semana de la Moda de París con una larga cola en la que se podía leer la letra, combinado con otros modelos que dejaban a la vista la mayor parte de su cuerpo. Nada nos hacía presagiar que estaba siendo sarcástica.

Por otro lado, el vídeo también puede encajar en línea artística a la que la artista nos tiene acostumbradas. Katy Perry siempre ha destacado por apoyar a las mujeres y derribar tabúes en sus propuestas, pero también ha tirado de estereotipos con estéticas hipersexualizadas e incluso infantilizadas. En “California Gurls” aparece lamiendo lentamente un helado, con sujetadores de pasteles que despiden chorros de nata y asegurando que las chicas de California son tan calientes que derriten a todos los chicos de la playa. En el single “Roar”, un homenaje a la transformación de las mujeres para que alcen su voz, viste como una ninfa sexy, se columpia en las lianas con poses sugerentes, pinta las uñas de rojo a los elefantes y le pone al tigre collares brillantes. No en vano se la ha llamado muchas veces “la musa del pin-up” por sus estilismos con minifalda, hombros descubiertos y cintura muy marcada, que se mueven entre la inocencia y la seducción. Si hubiésemos visto a una artista que nunca utiliza esa estética actuando de esa forma, sin duda nos habría chocado, pero en Katy Perry nos resulta habitual.

Utilizar la estrategia de recrear algo para cuestionarlo es totalmente válida, pero también es peligrosa: hay que hilar muy fino para que quede claro y no caer en reforzar precisamente lo mismo que se está criticando. Otro ejemplo de que la estrategia no siempre funciona es la performance “Solas” que ha presentado la artista Candela Capitán en Festival Manifesto 24 en París y que también tiene como objetivo denunciar la sobreexposición del cuerpo de las mujeres en las redes. Ver a una mujer que encaja en el cuerpo normativo (joven, blanca y delgada) haciendo bailes eróticos frente a una pantalla no genera por sí misma una lectura crítica de lo que pasa. Por supuesto, todas estas obras van acompañadas de textos que lo explican, pero ¿qué ocurre si no leemos el texto o tan solo vemos unos segundos del vídeo en las redes? Cuando la interpretación de una obra depende por entero de tener que leer un manifiesto sin dar claves con sus propios elementos, deja muy debilitada la estrategia de comunicación, que dependerá por completo del conocimiento y el criterio del observador.

Personalmente, la propuesta de Katy Perry me parece valiente y necesaria. Comparto su mensaje acerca de la idea del falso empoderamiento que nos intentan colar los medios: que el poder consiste en imitar lo que hacen los hombres sin ningún cuestionamiento, que solo podemos empoderarnos siendo sexis y que tener un cuerpo determinado sigue siendo nuestro único mérito. Quizás le haya faltado perfilarlo mejor y diferenciarse más del resto de sus trabajos. Aun así, bienvenido sea cualquier relato que nos haga reflexionar, aunque haya que explicarlo. También puede ser admirable hacerlo como autocrítica porque todas tenemos derecho a cambiar. La edad, la experiencia y los obstáculos que encontramos pueden hacernos evolucionar y ver las cosas de otra manera. Ojalá no se quede solo en un producto de marketing más y sea parte de una transformación sincera.

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