Opinión

Por qué los hombres son más de derechas: “¡Son los algoritmos, idiotas!”

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Hace unos días el periódico La Razón azuzaba el avispero con un titular muy provocador. Aseguraba con una tipografía grande y en negrita “Por qué los hombres son más de derechas: ¡Es el feminismo, idiotas!” apuntando en tipografía mediana, que los últimos estudios del CIS reflejan una tendencia conservadora en los hombres y los jóvenes en contraposición a las de las mujeres que tienden al progresismo. También comparaba la situación en tono jocoso y sin demasiada preocupación con un programa antiguo en el que equipos de distintos sexos se disputaban unos “minipuntos”. Finalmente añadía, haciendo hincapié en la supuesta guerra, que la polarización entre mujeres y hombres es aún más grave en las nuevas generaciones.

Los datos del CIS son irrefutables. El 71% de los votantes de Alvise fueron varones. El 66% de los votantes de Vox también lo son. Y la mitad de los votantes hombres de menos de 24 años ha votado a Se Acabó la Fiesta o a Vox. Mientras el 63% de votantes del PSOE y Podemos son mujeres. Lo que sí se puede cuestionar es la hipótesis que ofrece el titular y que señala al movimiento feminista como causante de esa divergencia, asegurando que el hecho de que las mujeres lleven un lazo morado coarta y limita el comportamiento de los hombres. Nunca un pedazo de tela coloreada tuvo tanto poder. Como argumento de primero de debate podría colar. Tiene su lógica que el movimiento de una parte de la sociedad genere resistencia en otra (y más si se le repite constantemente que su estatus va a empeorar). Pero si dedicamos más de diez minutos a indagar un poco y analizamos cómo son los espacios ideológicos en los que estas generaciones pasan más tiempo, hasta 6 horas al día en las redes sociales e internet, podemos tener una radiografía más precisa de la realidad.

Youtubers, influencers y tiktokers son las fuentes de entretenimiento e información favoritas de la gente joven. Sus estrategias son similares a las que utiliza la ultraderecha: tono autoritario, ideas extremas, insultos, humillación, provocaciones… Esta forma de actuar es premiada por los algoritmos que multiplican la visibilidad de ese tipo de contenidos porque generan más visitas y participación. La misoginia y el odio son algunos de los ganchos más recurrentes para captar la atención y mantener enganchada a la audiencia. Al mismo tiempo, las mujeres que se atreven a cuestionar la cultura machista en el entorno digital son señaladas, insultadas y acosadas por comunidades enteras que se organizan para retirar sus contenidos y hostigarlas hasta expulsarlas definitivamente de esos espacios. La consecuencia es que muchas mujeres y usuarios progresistas están abandonando las redes. Podríamos decir que la extrema derecha ha conquistado el territorio online.

En el espacio digital no existe una pluralidad de ideas, ni de contenidos ni de formas de comunicar. Los algoritmos favorecen el lenguaje polémico, emocional, agresivo y rápido. Lo que se conoce como la cultura del “zasca”. Un código que tiene un fuerte carácter de bélico y poco de dialogante o de consenso. Muchos hombres jóvenes encuentran en esos foros digitales clanes a los que pertenecer. Esos gurús de la masculinidad hacen de las redes sus trincheras, se llaman “compatriotas” y se refuerzan. Por otro lado, también se potencia la presencia de contenidos femeninos que se basan en estereotipos. Los modelos de mujeres que triunfan en las redes son básicamente dos: las dedicadas al culto a la belleza conocidas como “that girls”, o las que reivindican una vuelta al hogar y las tareas domésticas también llamadas “tradwives”. Si eres mujer en el entorno digital no hay muchas alternativas: puedes elegir entre las rutinas de skin care o las recetas de cocina.

Las tecnologías de la información no benefician precisamente a las mujeres al estar programadas desde una perspectiva masculina. Los buscadores tienen sesgos de género, los algoritmos multiplican los clichés y la inteligencia artificial genera texto e imágenes en función del imaginario existente. Es urgente implementar medidas para proteger la voz de las mujeres en los espacios digitales, procurar una pluralidad de ideas y crear una comunicación que permita entablar diálogos y llegar a acuerdos. No es el feminismo, idiotas: es un entorno digital que alimenta la crispación y acalla las ideas de igualdad.

Animo a todos esos chavales jóvenes a que puenteen al intermediario sesgado y desafíen a los algoritmos para conocer los discursos feministas de primera mano en nuestros canales o, incluso, en el espacio físico. Quizás comprueben que, efectivamente, con el movimiento social su estatus va a cambiar, pero no tiene por qué empeorar.