Opinión

Por qué es importante el equilibrio de mujeres y hombres en los puestos de responsabilidad

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Si acudís a algún congreso de mujeres líderes y empresarias las declaraciones que más vas a escuchar serán: “yo no he sufrido ninguna discriminación en mi carrera profesional” cuando hablen ellas, y “no hay que elegir en función del sexo sino de la validez de la persona” cuando hablen ellas y ellos. Seguidamente habrá muchos aplausos, tendrá lugar un cóctel en el que abundarán las sonrisas y todo el mundo volverá a sus casas y trabajos con la conciencia muy tranquila. Si decides mimetizarte con el ambiente y felicitar tanto a la organización como al plantel de ponentes, ve a la página 153 (triunfas y te salen un par de contactos nuevos para posibles proyectos). Si decides puntualizar que no estás del todo de acuerdo con algunas de las afirmaciones que se han hecho, ve a la 216 (eres clasificada como la “radical” del congreso y te quedas sola tomando el refrigerio).

Es perfectamente entendible: a estos saraos una va a salir en las fotos y a hacer contactos, no a meterse en jaleos. Pero si eres de las que tiene conocimiento feminista y acudes para reflexionar sobre las barreras que las mujeres todavía encontramos en los ámbitos de poder, probablemente se te atragante el canapé.

Cuando una mujer afirma que no ha sufrido ninguna discriminación en el ámbito laboral por razón de sexo no significa que lo que dice sea del todo cierto. Quizás haya vivido situaciones de desventaja que no ha identificado porque están completamente normalizadas y otras que no ha podido detectar. Los estudios y las cifras lo dejan bastante claro: hay muchas menos mujeres que hombres en puestos directivos, ningún país en el mundo ha logrado la igualdad económica y nosotras seguimos soportando la mayor carga de cuidados no remunerados.

Quienes tienen más probabilidades de llegar a puestos de liderazgo son aquellas mujeres que parten de una situación privilegiada (familias de clase media alta, padres con estudios, una formación extensa con carrera y máster, buenos contactos…). Probablemente también sean blancas y con cuerpos que encajan en lo normativo. Estas mujeres probablemente no hayan sentido la necesidad de leer un libro sobre feminismo. Sin conocimiento es difícil advertir todos esos comportamientos integrados en nuestra cultura que siguen perpetuando la desigualdad en el ámbito laboral: que el sueldo que te han ofrecido sea menor que el que les ofrecen a ellos, que no te hayan ascendido o que tú tampoco lo hayas pedido, que tu voz se escuche menos en las reuniones, que se tomen decisiones cuando tú no estás, que hagan comentarios sobre tu cuerpo o se dirijan a ti con diminutivos, que tengas que demostrar mucho más que tus compañeros para alcanzar o mantenerte en el mismo puesto, que seas tú quien recoge a los niños cuando se ponen enfermos en el colegio, que te nombren directora de un departamento cuando se va a pique, que en tu organización haya mayoría de hombres en la dirección, que los trabajos peor pagados sean precisamente los feminizados… Todas esas prácticas son parte de la discriminación que todavía sufren las mujeres y que están opacadas por el hecho de que por ley tenemos derecho a trabajar y unas pocas ocupan altos cargos. Parece que con eso tenemos que conformarnos.

Esta misma semana el gobierno de España ha aprobado un Proyecto de Ley Orgánica presentado por el partido socialista, que avanza en la representación paritaria y la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los puestos de líderazgo. Se trata una ampliación de la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, que ya incorporaba el principio de representación equilibrada en el ámbito político, pero se añade también el ámbito empresarial, exigiendo que en los consejos de administración de las grandes empresas el número de mujeres no sea inferior al 40%. En el ámbito político se añade a la representación equilibrada que ya se requería, que esta sea efectiva a través de las listas cremallera, que implican que las mujeres vayan intercaladas con los hombres y no en los últimos puestos como venía sucediendo. De esta forma contarán con las mismas oportunidades de salir elegidas y tener acceso real al poder. Medida que también se aplicará al Consejo de Ministros, a la Administración General del Estado y a entidades del sector público estatal.

La representación paritaria es fundamental para que las necesidades de toda la sociedad estén debidamente representadas en los puestos de toma de decisiones. Pero además tiene un efecto estimulante para que las mujeres sean consideradas para esos puestos de manera natural. En la actualidad existe una inercia cultural que nos lleva a pensar en un hombre antes que en una mujer para ocupar cargos directivos. No es cierto que no se esté eligiendo a determinados perfiles en función de su sexo (hombres) como tampoco que éstos sean siempre los más aptos. Contar con referentes de tu mismo sexo en los lugares a los que quieres llegar hace que tengas mayor confianza para aplicar a ellos y también que así lo consideren los demás. Tener más opciones de ser contratada también influye en la cantidad de experiencia que acumulas y que será determinante a la hora de optar a puestos de mayor responsabilidad.

Reconocer que existe una diferencia de trato en el ámbito empresarial y político que dificulta nuestro ascenso no quita un ápice de valor a lo que hacemos, sino todo lo contrario. Decirlo en alto es la única manera de que todas y todos lo detectemos y podamos poner remedio. Que la ley se actualice y estimule la presencia de las mujeres en estos entornos es algo que hay que celebrar. Gracias a iniciativas como esta llegara un día que podamos decir abiertamente que no existe ninguna discriminación para las mujeres en el trabajo con cifras que lo avalen. Solo así podremos disfrutar de los congresos de liderazgo y de sus cócteles sin que se nos atragante el volován.

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