Para qué se sacó el miembro viril? ¿Usted sabe para qué?” “¿No será que usted quería algo con ese señor y al no corresponderle ese señor por eso ahora le denuncia?” “¿Pero usted le dijo que parara?” “Muy incómoda no, ¿que si le dijo que parará? ¿Le dijo algo de eso?” “¿Cuánto tiempo estuvo chupándole las tetas, tocándole el culo?” “¿Por qué no le contó nada a sus amigos y se fue a su casa?” “Es que no entiendo por qué se sintió violentada”.
Es parte de interrogatorio que el juez Adolfo Carretero hizo hace una semana a la actriz y presentadora Elisa Mouliáa, quien ha acusado al ex portavoz de Sumar Iñigo Errejón de agresión sexual. He visto la declaración completa y a mí, personalmente, se me hace muy difícil seguir el video sin sentir incomodidad, sin sentirme violenta, sin sentirme en cierta forma acosada.
Da la sensación de que el juez tiene una idea preconcebida de lo que ocurrió y que lo que intenta interrumpiendo en todo momento a la víctima es ir directamente a lo que él como instructor considera relevante. Como juez tu obligación es averiguar cúal es la verdad y aunque en este tipo de casos toca realizar preguntas incómodas en aras a la verdad, esta forma tan agresiva y violenta de preguntar no contribuye a este fin.
Un 8% de denuncias
Y esto es un problema porque la mayoría de las mujeres maltratadas no confían en la justicia a la hora de denunciar violencias machistas. Los datos lo dejan claro: solo se denuncian el ocho por ciento de las agresiones sexuales. Es decir se nos llena la boca animando a las mujeres a que se atrevan a denunciar y de repente te encuentras con este tipo de interrogatorios que desmontan el objetivo.
Creo —y así lo ven las asociaciones feministas que se encargan de acompañar a las víctimas de violencia de género y de acoso— que las preguntas de por qué usted no reaccionó de esta manera, de por qué no denunció antes no se pueden hacer. El juzgado no puede predeterminar que el comportamiento de la víctima sigue un determinado estereotipo porque cada víctima es diferente.
Otros protocolos
Probablemente este tipo de casos sería conveniente desarrollarlos en juzgados especializados pero mientras esto se dirime hay una cosa que debe regir estos interrogatorios: el respeto a las víctimas y la incorporación de la perspectiva de género en los interrogatorios. La justicia tiene que actuar de manera respetuosa con la denunciante de un abuso sexual sin perjuicio de que luego se adopte la decisión que haya que adoptar.
Esta perspectiva de género significa poder comprender y trasladarnos a la situación de la víctima y evitar la revictimización. Es necesario establecer unos protocolos de actuación donde los jueces tienen que saber que el relato de las víctimas no va a ser lineal y con todo lujo de detalles. No va a ser un relato ordenado y sosegado, sino más bien una sucesión de recuerdos y de sensaciones que el juez tiene que ordenar.
Más allá del caso concreto estoy convencida de que no es lo habitual. Tanto en las comisarías como en los juzgados se ha avanzado mucho en este materia si lo comparamos con hace apenas unos años. Dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Policía Nacional y Guardia Civil así como en las policías autonómicas existen unidades especiales que reciben y protegen a todas las denunciantes desde el primer minuto que entran en las comisarías dispuestas a denunciar y muertas del miedo que les da las represalias sociales a las que se van a enfrentar.
Lo mismo pasa en los juzgados con la mayoría de los jueces. Así que lo que nos queda es seguir avanzando y trabajando para que este caso se quede en un caso muy desagradable pero aislado. Ojalá nadie nos vuelva a preguntar durante cuánto tiempo nos tocaron el culo.