Opinión

Otra ronda

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El otro día escuché que la Universidad de Navarra ha puesto en marcha el Proyecto UNATI, un macro-ensayo que pretende abordar la mejor evidencia sobre los consejos acerca del consumo del alcohol y sus efectos en la salud a partir de los 50 años de edad. El proyecto va a estudiar a personas de entre 50 y 70 años que consumen alcohol de manera habitual, es decir, personas que tienen integrado el alcohol en su estilo de vida, pero de manera ligera o moderada. El objetivo es poner encima de la mesa evidencia científica y responder a las dudas que siempre se discuten sobre si el consumo moderado de alcohol es perjudicial para la salud a partir de los 50 años o un consumo moderado puede ser considerado incluso beneficioso. El estudio, que va a durar cuatro años, se va a realizar con 10.000 voluntarios, hombres y mujeres.

Cuando escuché la noticia me acordé de inmediato de Otra ronda la película donde cuatro amigos, rondando precisamente esa edad, los cincuenta, llevan a cabo su particular “estudio” sobre el consumo de alcohol. Y es que esta película danesa estrenada en 2020, cuenta la historia de Martin y sus amigos, todos profesores de instituto que deciden comenzar un experimento en el que cada día van incrementando la tasa de alcohol en el cuerpo.

Estos cuatro amigos, basándose en el supuesto estudio del psicólogo Finn Skårderud, que defiende la teoría de que el ser humano nace con un déficit de nivel de alcohol en sangre de 0,05%, deciden poner a prueba la teoría y con la certeza de que una ligera embriaguez abrirá sus mentes, les ayudará a ser más creativos y hará que la percepción de sus problemas disminuya, van incrementando la cantidad de alcohol que toman. Eso sí, sin dejar de hacer su vida habitual, para confirmar si anteriores premisas de las que partían eran ciertas.

Vivimos en una sociedad en la que el consumo de alcohol se penaliza o no según las circunstancias en que se bebe y quién bebe. Se habla de los botellones de los jóvenes, de la edad temprana en que se comienza a beber en muchas ocasiones, o de las personas que beben en soledad, pero también se bebe en todo tipo de celebraciones, en encuentros familiares y con amigos de todas las edades y lo vemos con absoluta normalidad. En algunas celebraciones deportivas vemos incluso a deportistas bebiendo alcohol en los pódiums. Se bebe para celebrar, se bebe para olvidar, se bebe cuando eres joven, se bebe cuando eres mayor. El alcohol está integrado en nuestras vidas.

Otra ronda nos habla de la sensación de euforia que puede producir el alcohol, seas joven o adulto, pero también habla de la juventud y de la sensación que uno tiene cuando siente que ya nunca volverá a ser joven. Ese momento en que se ha vivido lo suficiente para mirar atrás y plantearse si el camino por el que transita es por el que quiere seguir transitando y descubre que las ilusiones de la juventud se quedaron en alguna parte del camino. Y es que a menudo, como sucede también en la película, uno tiene que perder algo o a alguien que es irrecuperable para darse el empujón definitivo para seguir adelante, aunque ya no se posea la ilusión y el empuje de la juventud.

Tendremos que esperar cuatro años para que los investigadores del proyecto UNATI nos compartan los resultados de su estudio. A mí desde luego me interesa saber si es mejor ser abstemio total o, como proclaman muchas personas, tomar una copa de vino cada día es beneficioso para nuestra salud. El estudio nos sacará de dudas.

De momento, y a la espera de los resultados, he vuelto a ver Otra ronda, y como soy un poco friqui y me gusta escuchar las voces reales de los actores, la he vuelto a ver en su idioma (danés). Eso sí, con subtítulos en español.

Si no la has visto, créeme, merece la pena. Te invito a verla. No es necesario que seas tan friqui como yo y la veas en versión original. Eso queda a tu elección. Y, sin querer contarte nada más de la película, me apuesto a que en la escena final terminarás sonriendo y moviendo los hombros al escuchar la canción que cierra la película.

Porque como dice la canción de la escena final, sigues viviendo. Y no sabemos dónde estaremos en cinco años, pero seguimos viviendo. Creo que la canción va dirigida a los jóvenes, pero yo igual me la he apropiado. What a life!

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