Opinión

Orgullo que transforma

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Sí, sí que importa. Y mucho. Pese a que aún exista gente a la que le siga molestando o piense que ya no es necesario, la celebración del orgullo LGTBIQ+ sigue siendo fundamental en cualquier sociedad que se considere avanzada. Transformar la sociedad pasa por la educación, el conocimiento y el no dar nunca pasos atrás en la conquista de derechos humanos. Y así de tajante empiezo hoy esta columna, ya que sigo sin entender cómo es posible hoy en día, independientemente del color político, que sigan existiendo ideas contrarias a la celebración de la libertad de ser y amar cómo y a quien uno quiera.

Bajo el lema “Educación, derechos y paz: Orgullo que transforma” arranca hoy el desfile del orgullo en la capital. Toda una declaración de cómo el movimiento LGTBIQ+ ha cambiado y sigue cambiando la sociedad a través de los avances legislativos que han consolidado derechos fundamentales. El orgullo de Madrid se ha convertido en una plataforma global para la reivindicación de derechos, atrayendo a personas de todo el mundo y destacando la importancia de la lucha continua por la igualdad, promoviendo no sólo la celebración, sino también la educación y la concienciación sobre los desafíos que aún enfrentamos las personas LGTBIQ+. Una oportunidad también para reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que aún persisten.

Por incomprensible que parezca y a pesar de los grandes avances, no debemos olvidar que las personas LGTBIQ+ todavía nos enfrentamos a discriminación, violencia y ataques en muchas partes del mundo. Al mismo tiempo que en nuestro propio país, fruto de discursos políticos intolerantes, no dejan de crecer los ataques a personas LGTBIQ+. No hace tanto, cuestión de meses, se ha matado, en España, a grito de maricón. No se olviden.

Tenemos el privilegio, todavía, de vivir en un país referente y líder en cuanto a libertadas y conquistas en derechos LGTBIQ+; desde la implementación de las necesarias leyes aprobadas por Zapatero (incomprensible que alguien pueda ser hoy en día contrario a ellas), hasta el primer y significativo acto celebrado en España de conmemoración del Día Nacional del Orgullo LGTBI organizada por el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, el pasado 2 de Julio en el Palacio de Parcent. El orgullo no debería ser una cuestión ideológica ni de partidos. Si no de sentido común, justicia y lucha de derechos universales para todos.

No quiero extenderme demasiado sobre el tema, pero tampoco debo dejar pasar por el alto, el cuestionado (razones no faltan) cartel del Orgullo de este año. Mención explícita al poco gusto estético y la poca sensibilidad del mismo. ¿Recuerdan la campaña de años anteriores “Ames a quien ames, seas quien seas, Madrid te quiere.”?, ¿no notan una gran diferencia? todo dicho pues.

El Legado de las Leyes de Zapatero

Al César lo que es del César. Creo que ya pocos podrán negar hoy en día, pertenezcan al color político que pertenezcan, el innegable legado de las leyes de Zapatero en materia de derechos LGTBIQ+. La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo fue un hito no sólo para España, sino para el mundo entero, situando al país a la vanguardia de los derechos LGTBIQ+ y convirtiéndonos en un país referente. La ley de identidad de género, que permitió a las personas transgénero cambiar su nombre y género en documentos oficiales sin necesidad de cirugía, fue también otro paso crucial hacia la igualdad real y efectiva. No nos olvidemos que dichas legislaciones no sólo transformaron vidas a nivel individual, sino que también marcaron un cambio de paradigma en la percepción social de la diversidad actual. Eso es avanzar.

Volviendo a la manifestación, en la que participan más de 35 carrozas de diferentes empresas, partidos y entidades y donde servidor ha tenido el privilegio de hacer el concepto y diseño de la carroza de Air Europa, el gran poder de manifestación que se espera vuelva a poner en valor el progreso social y una muestra del impacto positivo de las políticas inclusivas. Créanme que es emocionante ver, año tras año, a familias enteras ó abuelos acompañando a sus nietos pequeños mientras se manifiestan por lo más bonito que puede haber hoy en día: el amor, la tolerancia y el respeto.

Esa misma afluencia masiva y el, no nos olvidemos, significativo impacto económico que deja el orgullo en la capital, subrayan la importancia de este evento para la ciudad. Pero más allá de los números, el verdadero éxito del orgullo debe residir en su capacidad para inspirar y transformar, continuando el legado de igualdad y justicia iniciado por tantos, tantas y tantes que lucharon con su vida para conseguir estar hoy donde estamos. Por favor, no frivolicemos nunca, ni nos olvidemos de ello desde nuestra situación actual más o menos acomodada. Los derechos cuesta mucho ganarlos y muy poco perderlos. El orgullo y la diversidad no sólo enriquecen la cultura, sino que también impulsan el progreso y la inclusión real para todos.

Banderas y más banderas. Recuerden que tanto Madrid, como cualquier institución pública de este país, con su orgullo y sus banderas, no sólo celebran la diversidad, sino que también están enviado un mensaje poderoso de solidaridad y apoyo a la comunidad global LGTBIQ+, así como a que todas las generaciones puedan crecer sintiéndose apoyadas y pudiendo ser quienes quieran ser. Las familias numerosas nunca han sufrido discriminación ni necesitarán un teléfono de ayuda contra el suicidio o donde poder denunciar amenazas de muerte. Dejemos de una vez de frivolizar con absurdos, intolerables e inmaduros discursos políticos.

Concluyo recordando, ahora que la celebración del orgullo está llegando a su fin y por tanto también la “moda” de reivindicar con énfasis, que las acciones y el ejemplo deben darse a diario y no sólo usarse a nivel marketing unos pocos días al año. Más tolerancia, más respeto, más derechos y más vivir como uno quiera vivir. Recuerden siempre que en este mundo cabemos todos, que la homosexualidad ha existido siempre y que si le molesta, el problema es suyo. Ni un paso atrás. Tolerancia 0 a la LGTBIQ+ fobia y ¡qué viva el orgullo!