Opinión

Nuccio Ordine contra la desertificación del espíritu

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Arribo con urgencia al puerto de las vacaciones tras un verano que, informativamente, centrifugó como una lavadora vieja –que si la retirada de Biden, que si las elecciones venezolanas, que si el patético vodevil de Puigdemont, etcétera– y me adentro, con un espíritu como de espeleólogo, en la jungla de baldas de mi habitación, toda ella superpoblada por libros pendientes de catar. Si bien leo mucho por trabajo, cada vez lo hago menos por placer –la tiranía del tiempo es implacable– y, disculpen la pedantería, para un letraherido discreto como el menda, zambullirse en un buen ensayo, novela o poemario porque sí, sin la responsabilidad de rendir cuentas desde el punto de vista profesional, no es cosa orgásmica, porque tampoco conviene exagerar, pero sí tremendamente estimulante y placentera.

He degustado y subrayado hasta el hastío un libro que me regaló David García Martín, el extraordinario periodista que capitanea el podcast Ópera Prima, un espacio literario más que interesante. Se trata de La utilidad de lo inútil. Manifiesto del profesor de Literatura Italiana, escritor y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023, Nuccio Ordine, un ferviente e incansable cruzado apologista de las Humanidades y, especialmente, de la Cultura Clásica (como diría Fernando Navales, el protagonista de Las máscaras del héroe y de Mil ojos esconde la noche, “perdón por las mayúsculas”) que, tristemente, murió hace cosa de un año tras sufrir un derrame cerebral. La lectura de esta obrita que no llega a las 200 páginas, que vio la luz por vez primera en 2013 y que va, ojo al dato, por su trigésimo cuarta edición, me ha limpiado de alguna que otra telaraña mental, ha encalado estancias de mi mente que, por hache o por be, tenía algo descuidadas y, en definitiva, me ha hecho pensar. Me ha hecho pensar, insisto, de verdad: durante, como poco, los próximos días, seguiré dándole vueltas a las ideas que el miembro de honor del Instituto de Filosofía de la Academia Rusa de Ciencias estampa en su libro.

Defiende Ordine que el saber constituye un obstáculo “contra el delirio de omnipotencia del dinero y el utilitarismo” y alerta: “Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida”. Alérgico a la supremacía del tener y del aparentar sobre el ser, recurre a, entre otros, Aristóteles, Cervantes, Montaigne, Baudelaire, Cioran o Lorca para ciscarse en el ansia de eficiencia, en la obsesión por la supuesta rentabilidad, y para reivindicar la naturaleza nutritiva y liberadora de la cultura. Además, lamenta que, en este ecosistema voraz, los clásicos ocupen un lugar cada vez más marginal en las escuelas y universidades por culpa “de una política escolar perversa” y que estén desapareciendo las librerías históricas, hoy convertidas “en cajas de resonancia de obras a la moda, cuyo éxito puede parangonarse a efímeras llamaradas”.

En definitiva, La utilidad de lo inútil es una hoguera cálida y luminosa para quienes pasan frío, en palabras del propio Ordine, “en el invierno de la conciencia”.Una vacuna contra el afán de posesión, contra la desertificación del espíritu y contra quienes, siguiendo a Juvenal, para salvar la vida, pierden la rzón de vivir. Si no lo han hecho ya, hínquenle el colmillo. Luego me cuentan.