Opinión

Noche de Reyes

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Yo también oí en ocasiones a los Reyes Magos dentro de mi casa la noche del cinco de enero. Cuando los escuchaba desde mi cama dejaba de respirar y me quedaba muy quieta. No me movía ni un milímetro intentando descubrir a través de los ruidos que me llegaban qué estarían haciendo. Recuerdo esos instantes llenos de emoción y miedo a partes iguales, cuando deseaba levantarme de la cama, pero no podía moverme, paralizada por el miedo que me sobrevenía al pensar qué podía ocurrir si me encontraba cara a cara con ellos, con los Reyes Magos.

Creo que hay pocas cosas que generen tanta ilusión cuando eres pequeño como esperar a los Reyes Magos, una espera que comienza muchas semanas antes, cuando te sientas a escribir la carta con tu lista de deseos.

Recuerdo tardes del cinco de enero ir con mi abuela y mi hermana al centro de mi ciudad a ver la Cabalgata de los Reyes Magos y parar de regreso en una churrería donde comprábamos un paquete de patatas fritas recién hechas que nos tomábamos al llegar a casa. Mientras nos tomábamos las patatas mi hermana y yo veíamos en la televisión a los Reyes Magos en las cabalgatas de otras ciudades y reconozco que entonces me costaba entender como los Reyes Magos que acababa de ver en la cabalgata de mi ciudad estaban al mismo tiempo en la cabalgata de Sevilla, en la de Madrid, y llegando en barco al puerto de alguna otra ciudad costera.

Pero también es cierto que al llegar a casa me daba un poco igual. Lo único que me importaba era irme pronto a la cama e intentar quedarme dormida lo antes posible para que pudieran venir a mi casa y dejaran en el salón los regalos que llevaba semanas deseando tener.

Mi rey siempre fue Baltasar, que cada año me dejaba, junto a mis juguetes, una carta manuscrita y firmada donde me agradecía los esfuerzos que había realizado durante todo el año, a la par que me dejaba algunos consejillos para el año que acababa de comenzar.

Mis esquemas y parte de mi credulidad saltaron por los aires un año en qué al terminar la Cabalgata me llevaron a saludar al Rey Baltasar y pude comprobar que su majestad era mi tío que llevaba la cara pintada, como si le hubieran cambiado el color con ceras Manley. Yo no entendí muy bien el asunto, ya que, si hasta entonces no terminaba de encontrar la lógica de algunas situaciones, seguía creyendo a pies juntillas en los Reyes Magos.

Aun así, mi voluntad de seguir creyendo en la Magia de los Reyes de Oriente que siempre traían lo que yo más deseaba se impuso durante un tiempo a la incipiente desconfianza que comenzó a crecer en mi interior, animada por las incrédulas compañeras que, en el colegio, durante el resto del año, intentaban que dejarás de creer en la Magia de sus Majestades de Oriente.

Porque visto con los ojos de la edad adulta es increíble comprobar la magia que contiene la Noche de Reyes para los niños que los esperan. Y no solo esa noche, sino todas las noches y los días anteriores, desde que son escritas las cartas donde se depositan todas las esperanzas.

Una magia que, si tuviste la suerte de vivir de esa manera, recuerdas el resto de tu vida y cuando te llega el momento haces todo lo posible por replicar en tu propia casa para los pequeños que aún escriben la carta en papel y se empeñan en ir a un buzón para depositarla con sus manos, como si ese gesto confirmara que todo lo que contiene la carta será recibido en la noche del cinco de enero.

Yo ya no escribo carta a los Reyes Magos, pero la Noche de Reyes sigue teniendo magia para mí. Desde hace ya bastante tiempo la celebro en casa con una tradición a la que se han ido sumando amigos a lo largo de los años.

Por la mañana me gusta escuchar a primerísima hora las voces lejanas que llegan de los pequeños de mis vecinos, que son incapaces de controlar sus gritos al ver los regalos.

Hoy es jueves y en tres noches vuelve la Noche de la Magia y la mañana de Reyes.

Me he hecho mayor y como escribió Gloria Fuertes, yo ya no deseo un regalo que se compre con dinero. Ojalá cada uno encuentre en la mañana de Reyes algo de lo que desea, aunque tampoco haya escrito la carta a los Reyes y su lista de deseos sea secreta.

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