Hombres, mayores de 55 años, de nacionalidad española, en la playa y en las horas centrales del día. Este es el perfil medio de la persona que muere ahogada en España. Solo el año pasado hubo 422 víctimas y desde que la Real Federación de Salvamento y Socorrismo elabora cada año el Informe Nacional de Ahogamientos, en el año 2015, el número de personas ahogadas es de 3.845. ¿No creen que estamos hablando de una cifra impactante como para no hacer nada?
El 2024 es el segundo peor año en ahogamientos, con 291 muertos en los siete primeros meses de año. De hecho esta cifra solo fue sobrepasada en el 2017 con 306 víctimas. Los datos están sobre la mesa y producen escalofrios porque en mi humilde opinión hay claves para ver por donde podrían ir algunas de las medidas para tender a reducir el número de fallecidos al máximo. En muchas ocasiones, por ejemplo, esas muertes ocurren en lugares en los que no hay un socorrista vigilando. Según este informe casi el 44% de las personas que han muerto desde que hay registros se han visto arrastradas por el agua en playas en las que no había vigilancia y eso que según estos datos la mayoría de los fallecidos perdieron la vida entre las 10 de la mañana y las 8 de la tarde.
Además de este perfil medio muchas de las personas que mueren ahogadas son menores. Solo a lo largo de julio se han contabilizado 13 muertos en España menores de edad. De este total cuatro tenían entre 0 y 3 años, otros dos tenían de 4 a 6 años , dos más de 7 a 10 años, mientras que cinco de ellos tenían de 11 a 17 años. Es un drama con el que se debería intentar luchar adoptando medidas divulgativas, preventivas y disuasorias para que nadie muera asi, en un contexto casi siempre de ocio, en especial durante los meses de verano.
Y seguimos con datos porque ayer escuché en la radio uno muy relacionado e igual de impactante. El calor causó el año pasado más de 8000 muertes en España. Según el estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) estamos a la cabeza de la tasa de fallecimientos junto con Grecia, Italia y Bulgaria. El 2023 fue el año más cálido registrado a nivel mundial y el segundo en Europa y en el anterior las altas temperaturas ocasionaron 60.000 defunciones eh Europa que es la mayor carga de mortalidad relacionada con el calor de la última década. La población somos cada vez más consciente de los riesgos que supone exponernos a temperaturas extremas pero el problema es que aunque tomamos más medidas preventivas también va en aumento el mercurio.
Y de lo que avisan todos los expertos es de que vienen veranos muy cálidos y que la única forma de frenar las temperaturas para las próximas décadas dependerá del freno de las emisiones. Esto va en serio y nos jugamos mucho. Un nuevo informe del Foro Económico Mundial adelanta que el cambio climático va a añadir una gran presión sobre los sistemas sanitarios. Se baraja que en el 2050 puede llegar a haber hasta 14, 5 millones de muertes. ¿Tampoco se puede hacer nada?