Opinión

“No nos olvidéis”

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Un mes y una semana después de la maldita DANA estoy convencida de que Valencia necesita una suerte de plan Marshall. Un programa generoso, solidario, efectivo y libre de trabas burocráticas. Hay que recuperar la devastación en una “zona de guerra” cuya dimensión y lo hemos dicho muchas veces solo se comprende cuando pisas el fango en todos y cada uno de los municipios arrasados por el Poyo y el Magro. Los restos de lodo siguen por todas partes. Casi 40 días después son innumerables las calles, garajes y locales en los que aún hay barro y los vecinos afectados se siguen quejando de que todavía no ha llegado la maquinaria suficiente para limpiar la inmensa área afectada. Hay depuradoras por reparar y carreteras por reabrir. La red del alcantarillado está completamente bloqueado y esto multiplica el riesgo sanitario. Ahora mismo Emergencias recomienda en algunas localidades el uso de mascarillas por el polvo en suspensión y el uso de agua embotellada para beber y cocinar.

Luego están los miles de vehículos (cerca de 100.000) que siguen apiñados en descampados. Las aseguradoras no se ponen de acuerdo para llevarse todos estos coches que en si mismos con depósitos de gasolina y aceite representan un problema ambiental e incluso de explosión. Aquí cada compañía solo aparta su coche con lo cual si el coche está situado más abajo entre el amasijo de hierros tienes un lío porque la aseguradora del de arriba no quiere saber nada de tu problema. Además hay que darlos de baja y esto supone más papeleo en la Dirección General de Tráfico (DGT), el padrón y en los ayuntamientos. Las administraciones se están aplicando en la reparación de las infraestructuras dañadas, pero la movilidad de los damnificados, la mayoría con sus vehículos siniestrados, es todavía un auténtico tormento porque el transporte público no funciona al 100%.

Hay más de 10.000 niños que aún no han podido volver a clase. Algunos edificios están para el derribo porque las estructuras están muy dañadas y en otros la Generalitat valenciana todavía no ha podido entrar a trabajar. Y mientras los niños llevan más de un mes sin clases hasta el punto de que hay temor a que suceda lo que ocurrió con la pantanà de Tous en 1982 cuando los llevaron a pueblos cercanos separándoles de sus amigos con diferentes profesores y problemas de adaptación y en muchos casos de perdida del año lectivo. La DANA ha puesto en peligro la salud mental de 70.000 niños y niñas valencianos que tienen pesadillas con que vuelva a llover e incluso algunos no quieren ni ducharse porque tienen terror al agua. Poco estamos hablando de ellos. Son niños que según organizaciones como Save The Children necesitan urgentemente ayuda psicológica para evitar que estos traumas vayan a más. Hay que acelerar las ayudas para este colectivo y prestar especial atención a aquellas familias especialmente vulnerables como las monoparentales o familias con dificultades económicas sin empleo o que no tienen becas para los comedores.

Valencia es una de las provincias industriales más importantes de España. Los polígonos de las pedanías afectadas como Chiva o Ribarroja están destrozadas. Casi 12.000 empresas han sido afectadas según la Cámara de Comercio. Los empresarios necesitan ayudas directas y agilidad en los trámites para reanudar su actividad tal y como reivindican al ministro de Industria, Jordi Hereu y a los responsables del ICO. Las ayudas han de ser rápidas aunque sin menoscabo de la transparencia y el control en el uso del dinero público. Tampoco deben convertirse en arma política ni sembrar confusión en medio del desconsuelo. No es cierto que todas las ayudas sean créditos porque la mitad de las ayudas son a fondo perdido pero se necesita más. Hay que poner todos los recursos de España a disposición de los valencianos sorteando incluso de forma excepcional, los trámites burocráticos para que los vecinos accedan a las ayudas. Por parte del gobierno central se han aprobado más de 16.000 millones de euros pero solo han llegado el 0,5%. Se necesitan créditos a interés cero, ayudas generosas a fondo perdido, planes para reactivar e incentivar la economía directos con agilidad y contundencia que contemplan también a pymes y autónomos. En todas las entrevistas que los periodistas realizamos el grito es unánime: “No nos olvideis”. Y no vamos a hacerlo.