Opinión

Nada es para siempre

Parking al aire libre en Paiporta que hoy es un "cementerio de coches"
Actualizado: h
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Soy una persona optimista que opta, o intenta quedarse siempre con lo bueno. Incluso soy de los que piensa que muchas veces y aún sin saber por qué, lo que viene conviene. De hecho, llevo tatuada la “perspectiva” para no olvidarme de la importancia de coger distancia cuando las cosas pasan y no vemos o entendemos del todo el por qué.

De toda la tragedia que estamos viviendo estos días me quedo una vez más con la solidaridad de país. Con el despliegue humanitario de cientos de voluntarios o de ver una vez más que, cuando todo el país nos unimos, nos convertimos en un gran equipo capaz de salir adelante. Lo hemos vivido muchas veces, durante la pandemia, también en las inundaciones no tan lejanas de Sant Llorenç de las que se cumplen ahora 6 años, o cuando ante desgracias la mayoría optamos por unirnos y remar juntos en una misma dirección.

Si bien es cierto que al mismo tiempo uno lamenta ver que, hasta en estas circunstancias, el odio, la desinformación o los abucheos descontrolados y sin información veraz siguen reinado en una minoría que, sin embargo, consigue todavía hacer demasiado ruido al mismo tiempo que no dejan de crecer los “moralistas” que consideran que sólo su moral y criterio es válido en cuanto a cómo hacer las cosas, o incluso a como debemos todos y cada uno de nosotros enfrentarnos o gestionar el luto. Lo más preocupante no obstante, es que parece que la situación no ha hecho más que empezar y que el cultivo de muchas cosas está servido. En este punto lo primero, fundamental y urgente será saber el número de víctimas, que a día de hoy y lamentablemente, todos pensamos dista mucho de la realidad. Lo segundo, ver cómo mejorar, aunque ya sea tarde. Pero también será al mismo tiempo un recordatorio intenso de que nada es para siempre y que debemos vivir minuto a minuto, así como tener cada vez más en cuenta que las catástrofes naturales ocurren más a menudo de lo que pensábamos y que debemos de estar preparados. La reciente DANA que ha afectado a Valencia nos deja no solo imágenes de devastación, sino también una profunda reflexión sobre la necesidad urgente de adaptación y resiliencia. Una vez más la DANA, que no se nos olvide, vuelve a ser un recordatorio de la realidad del cambio climático y sus consecuencias inmediatas sobre nuestro entorno. Nos enfrentamos a un desafío que requiere un cambio estructural en cómo gestionamos el territorio y protegemos nuestras ciudades y biodiversidad.

Lecciones del cambio climático

La emergencia climática es innegable. Las fuertes lluvias, el aumento en el nivel del mar y los cambios en los patrones climáticos nos afectan hoy, no mañana. Es fundamental que gobiernos, empresas y ciudadanos tomen decisiones conscientes en cuanto a sostenibilidad y reducción de emisiones. Implementar infraestructuras más resilientes y sostenibles, apostar por una gestión hídrica inteligente y promover la educación ambiental son pasos esenciales. No solo debemos mitigar sino adaptarnos, porque el clima extremo se está convirtiendo en la nueva normalidad. Y no digamos ya, la importancia de tener mucho más en cuenta a organismos como la AEMET, agencia que avisó en todo momento pero que muchos prefirieron no tomarse enserio. Y reconsiderar también que parece que las unidades de emergencia, no son un “chiringuito” del que haya que deshacerse.

Un pueblo unido y solidario

En la gestión y recuerdo quedará que ante el desastre, la respuesta del pueblo valenciano está siendo ejemplar. La solidaridad, el apoyo mutuo y la capacidad de colaboración han sido y serán clave para poder reconstruirse. Cualidades que definen la fuerza de una comunidad y muestran lo mejor de nosotros en los peores momentos. A destacar y mención aparte tiene la imagen de unidad y apoyo que los Reyes de España han mostrado, que sin duda han sido fundamentales. Este respaldo institucional refuerza la importancia de actuar juntos en tiempos de crisis, además de dar una imagen humana ejemplar como hemos visto en SSMM Los Reyes, quienes parecen ser ahora mismo la única figura institucional capaz de unir y no de dividir y confrontar, ya que ni en estas la política baratera parece darse un respiro.

Parece una obviedad, pero la estabilidad de nuestro entorno y nuestras vidas depende de cómo cuidamos y respetamos nuestro entorno y ecosistemas. El mañana ya está aquí y nuestras políticas medioambientales capaces de evitar o minimizar los impactos de los cada vez más frecuentes fenómenos ambientales, llegan tarde.

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