Este 8 de marzo es un día de reivindicación, pero también es un día para realizar una reflexión profunda. Una reflexión amarga marcada por la hipocresía del Gobierno de la nación. Quienes se presentaron como los grandes defensores de los derechos de las mujeres y del feminismo -el PSOE de Pedro Sánchez, Podemos y Sumar– solo lo han instrumentalizado en beneficio de su proyecto ideológico, pervirtiendo sus principios y alejándolo de su verdadero objetivo: la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.
Para empezar, tenemos al propio presidente del Gobierno, que alardea de ser el más abolicionista en sus discursos mientras sus acciones contradicen sus palabras, conviviendo muy cerca de dirigentes implicados en tramas corrupción que seleccionaban a mujeres prostituidas en un catálogo del móvil; dígase de Ábalos o de Koldo. Miembros del Ejecutivo del “número uno” involucrados en escándalos relacionados con la prostitución con dinero público o la elección de mujeres por su físico, demostrando cómo hay mujeres que siguen siendo tratadas como meros objetos.
Sumar tampoco se libra de los repugnantes escándalos de acoso sexual dentro y fuera de su partido, como el que afecta a Íñigo Errejón. Ese al que siempre se le llenaba la boca en defensa de las mujeres pero que luego se ha visto que intentaba abusar de ellas. No consentiremos que este tipo de personajes nos den lecciones de día mientras se saltan sus propias normas de noche. Es un insulto a las mujeres, porque no se merecen tener este tipo de defensores.
Mención aparte merece Podemos, teniendo muy presentes las últimas noticias conocidas sobre Juan Carlos Monedero, a quien hasta la Universidad Complutense ha apartado de las aulas “hasta nuevo aviso” tras la denuncia de una alumna por acoso sexual. Es vergonzoso saber que las acusaciones vertidas sobre él y otros miembros han sido sistemáticamente ignoradas por las principales responsables políticas de su partido.
Para más inri, los miembros de Podemos siguen defendiendo a capa y espada la pésima Ley del “Solo Sí es Sí” a pesar de ver cómo sus consecuencias son nefastas, consiguiendo únicamente una nula defensa de la mujer gracias a las reducciones de penas a agresores sexuales y maltratadores. En su deriva ideológica, han confundido el progreso con la imposición de dogmas, han legislado desde la frivolidad y han causado un obvio retroceso en la protección de las mujeres.
Frente a todos estos escándalos, las dirigentes feministas del Gobierno de Sánchez callan, eluden y desentienden a las víctimas, contribuyendo a invisibilizar lo que debería ser una prioridad: erradicar la violencia de género y fomentar la igualdad. Han tolerado y protegido conductas que, desde una perspectiva realmente feminista, resultan repudiables. La lucha por la igualdad no puede estar en manos de quienes han legitimado la violencia y la discriminación en sus propias filas.
La hipocresía de este Gobierno es evidente. Por un lado, se promueven leyes y discursos de igualdad mientras por otro se dejan pasar oportunidades fundamentales para avanzar en la verdadera igualdad entre hombres y mujeres.
El veto a la Ley de Conciliación y Corresponsabilidad Familiar presentada por el Partido Popular es un claro ejemplo de la falta de voluntad política para abordar este problema. Esta ley incluye medidas fundamentales como la gratuidad de las escuelas infantiles de 0 a 3 años, el impulso de la flexibilidad laboral, el apoyo a las mujeres que han abandonado el mercado laboral por el cuidado familiar o la ampliación de los permisos de paternidad, entre otras. Esta propuesta es fundamental para lograr una igualdad real y efectiva, permitiendo que mujeres y hombres puedan conciliar de forma corresponsable su vida laboral y personal.
El Ejecutivo sanchista solo está pendiente de encubrir constantes escándalos en sus propias filas y, así, perpetuar una situación insostenible de luchas internas y decisiones erróneas. Frente a eso, el PP trabaja intensamente en la búsqueda de soluciones a los problemas reales; prueba de ello es la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género que representa el mayor compromiso de la sociedad española para proteger a las mujeres frente a la violencia machista.
Porque España ha experimentado en los últimos años avances notables en términos de igualdad de género, pero a pesar de estos progresos, existen realidades que reflejan que aún estamos lejos de alcanzar la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Las cifras desvelan las desigualdades que persisten en nuestra sociedad, el largo camino que queda por delante y la responsabilidad que tenemos como sociedad de seguir trabajando para lograr esa ansiada igualdad.
El Partido Popular seguirá luchando por un feminismo real, con medidas concretas que aboguen por la defensa de las mujeres, erradicando desigualdades estructurales y concienciando socialmente sobre el arduo trabajo que queda por hacer.
Menos hipocresía y más igualdad.