Opinión

Más allá del agravio: por qué el paternalismo racial debe cesar

Teresa Giménez Barbat
Actualizado: h
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En 2023, la Corte Suprema de EE. UU. dictaminó que las políticas de admisión con “conciencia racial” y las cuotas preferentes para ciertos colectivos en Harvard y la Universidad de Carolina del Norte eran inconstitucionales. Tras aplicarse la nueva normativa, el número de estudiantes negros ha descendido, pero no de la manera que algunos vaticinaban. Y, de todas formas, el trato discriminatorio positivo para el alumnado de color no es algo que haya sido apoyado por intelectuales o politólogos negros o “racializados” de manera compacta. Es famosa, por ejemplo, la oposición de un pensador tan reputado como Thomas Sowell. Pero si queremos opiniones fundamentadas más cercanas en el tiempo, este mes de septiembre ha salido a la luz un libro escrito por Rakib Ehsan, según su web “un investigador, escritor y comentarista de medias independientes británico-bangladesí, especializado en cuestiones de cohesión social, relaciones raciales y seguridad pública”, que aclara muchas cosas. De título “Beyond Grievance: What the Left Gets Wrong about Ethnic Minorities” (“Más allá del agravio: lo que la izquierda entiende mal sobre las minorías étnicas”) es un alegato en contra de un sistema paternalista incapaz de ver el carácter aspiracional y meritocrático de determinadas minorías.

Es una obra muy recomendable, aunque algunos no participemos de un enfoque tan centrado en los valores sociales de la religión. Efectivamente, para el autor, el liberalismo cultural radical que domina en la izquierda británica no es respetuoso con los valores socialmente más conservadores que están fijados en las minorías étnicas. Y destaca las tensiones crecientes entre el cosmopolitismo liberal, que define a gran parte a esa  izquierda, y el conservadurismo patriótico basado en la fe que está arraigado en muchas de esas comunidades. Tampoco participamos de su antieuropeísmo cerrado que ve en el continente europeo el origen de muchos de los males del RU. Según nos explica, es un mito que el Brexit fuera provocado por “blancos prejuiciosos y estúpidos en las provincias”. Al parecer tuvo gran apoyo en comunidades como la suya.

Lo más interesante es conocer que el apoyo que la izquierda da a ciertas formas de acción directa está lejos, según él, de ser popular entre los británicos negros. La gran mayoría de los británicos de minorías étnicas, dice, no están representados por activistas obsesionados con darles un trato preferencial por motivos de raza. “Esperan justicia, no favores”. Y le pide a la izquierda británica que deje de lado la política anti aspiracional que, con demasiada frecuencia, petrifica a las minorías étnicas tradicionales en un estado de “víctimas” que necesitan desesperadamente de su “aliado” liberal.

Por lo que se desprende de “Beyond Grievance”, imagino que el autor habrá aplaudido que las políticas de admisión discriminatorias en Harvard y en la Universidad de Carolina del Norte no sigan activas. Al parecer, hubo un aumento este año en 2 puntos porcentuales en el número de estudiantes que se identificaron como hispanos o latinos, en tanto que el porcentaje de quienes se identificaron como asiático-americanos se mantuvo igual. Para los que lo hicieron como afroamericanos o negros fue algo peor: el año pasado representaron el 18% y esa cifra se redujo este año al 14%. Pero para el investigador bangladeshi los principales causantes de su dificultad no son el “racismo institucional” o la “discriminación sistémica”, sino los hogares sin padre, la desconexión intergeneracional y una falta básica de espíritu cívico. Para él, los activistas políticamente correctos que dicen ser “progresistas” se niegan a reconocer que las familias seguras siguen siendo el mejor trampolín cuando se trata de la progresión de los jóvenes en las esferas de la educación y el empleo. Y les acusa de ignorar que sus minorías étnicas favoritas están en desacuerdo con las teorías del “privilegio blanco” y las narrativas sobre una “Gran Bretaña sistémicamente racista”. Si las reglas del juego son justas y no discriminatorias, insiste, esas minorías son “florecientes y resilientes”. Son testimonios para reflexionar.