La foto más famosa de los Congresos Solvay es la que corresponde al quinto congreso, celebrado en 1927. En esta foto, tan conocida y reconocida por muchos, la podemos ver, única mujer junto a veintiocho hombres. No era el primer Congreso Solvay al que asistía, y además ya había sido galardonada con los dos Premios Nobel: el de Física en 1903 y el de Química en 1911.
Puede que te suenen los Congresos Solvay, o no. Son encuentros científicos de física y química que se han celebrado desde 1911 reuniendo a los investigadores más eminentes de ambas especialidades en cada momento.
Bueno, pues en la foto ella es la única mujer. Y sí, quizá ya sabes quién es. Es ella, Marie Curie.
Primera mujer en recibir un Premio Nobel. Primera mujer y único Premio Nobel en dos categorías científicas distintas (Física y Química) ya que hasta el día de hoy no hay ningún otro galardonado con dos Premios Nobel en dos categorías científicas distintas. Ninguna mujer, ningún hombre. Hay dos premiados dobles en Química, un galardonado doble en Física y un galardonado doble en Física y Premio Nobel de la Paz.
También fue la primera mujer profesora en la Sorbona y la primera mujer catedrática en dicha universidad. Al morir, fue la primera mujer sepultada en el Pantéon de París. Descubridora junto con su marido, Pierre Curie, de la radioactividad. Creadora de los “Petit Curie”, pequeñas ambulancias que llevaban en su interior aparatos de Rayos X que asistían en la Primera Guerra Mundial a los médicos y cirujanos. Su nacionalidad, polaca, es la que da nombre al Polonio.
Podría contarse aún más de todo lo que consiguió Marie Curie, pero, aún, habiendo logrado todo esto a base de voluntad, coraje, esfuerzo y trabajo, Madame Curie tuvo que soportar la mirada injusta por el hecho de ser mujer.
Es 1906, y Marie sigue trabajando e investigando junto a su marido, con el que había descubierto la radiactividad. Precisamente es su marido, Pierre, el que se opone a recibir el Premio Nobel de Física en 1903 por sus investigaciones sobre la radiación (que ambos, Marie y Pierre, descubrieron junto a Becquerel, también galardonado) si su mujer no es también galardonada, ya que el comité en un principio no quería reconocer con el Premio Nobel a Marie Curie por el hecho de ser mujer.
Es en este año, 1906, cuando Pierre muere atropellado por un carruaje en una calle de París, de una manera absurda. El gobierno quiere concederle una pensión tras la muerte de su esposo, pero ella la rechaza. No quiere una pensión, quiere seguir trabajando como había estado haciendo junto a su marido, su compañero. Es cuando se convierte en la primera mujer profesora (de Física) en la Universidad.
Supongo que fue seguir con esta labor que durante años había realizado con su esposo la que consiguió sacar a esta mujer de la desolación en la que se encontró sumida a la muerte de éste. Sus diarios, que escribe cuando muere su marido, comienzan así: “Querido Pierre, a quien nunca volveré a ver aquí, quiero hablarte en el silencio de este laboratorio, donde no pensaba que tendría que vivir sin ti”.
En 1911 recibe el segundo Premio Nobel, pero es también el año en que sale a la luz su relación con Langevin, físico como ella, doctorando de su difunto marido y hombre aún casado (aunque separado de su mujer). El escándalo llega a la calle y a los medios y Marie Curie llega a verse abucheada y apedreada por personas en la puerta de su casa.
Cuando le conceden este galardón recibe una carta de otro Premio Nobel de Química, Svante Arrhenius, pidiendo que no acuda a recogerlo. Marie Curie le responde: «El premio me lo dieron por el descubrimiento del radio y el polonio. Por lo que, no puedo aceptar que la apreciación del mérito de un trabajo científico pueda verse influenciado por las difamaciones y calumnias en relación con mi vida privada».
Es Albert Einstein quien la escribe una carta donde se puede leer la siguiente frase: “Si la chusma sigue ocupándose de usted, simplemente no lea esa bazofia, déjela para las víboras para las que ha sido fabricada”. Marie Curie va a Estocolmo y recoge su segundo Premio Nobel.
Han pasado más de cien años de todo esto y me pregunto cuánto de aquello seguiría pasando hoy, cuánto sigue pasando hoy. Porque ser mujer sigue siendo una condición a la que hay que añadirle, además, la geografía.
Y por esto seguimos necesitando personas, hombres y mujeres, que nos recuerden que siempre habrá gente (quizá Einstein seguiría llamando a esta gente chusma) ocupándose de la vida privada de mujeres que logran conquistar cimas, sólo por su condición de ser mujeres, en lugar de mirar hacia las cimas que estas mujeres han conseguido conquistar.