Opinión

Maneras de viajar

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Hay tantas maneras de viajar como personas, y es que no hay dos personas que hagan un viaje de la misma manera. Hay personas a las que les gusta tenerlo todo controlado, personas que preparan el viaje con meses de antelación. Les gusta estudiar el destino, el detalle de los lugares donde se van a encontrar. Establecen una agenda de viaje, y en el calendario se puede ver por días las visitas y actividades a realizar, a veces incluso con horarios. Personas que no pueden ni siquiera plantearse ir a determinados destinos sin visitar los museos, monumentos o lo que sea que haya que ver.

Por el contrario, hay personas a las que les gusta encontrarse con lo inesperado, no llevar nada preparado, ir casi a la aventura. Personas que se sientan en una terraza para ver pasar a la gente, que pasean perdidos por las ciudades. No tienen prisa por ver nada y dejan que suceda todo a su alrededor.

Hay personas a las que le gustan los viajes culturales, encontrarse con la historia, ya sean yacimientos arqueológicos, un castillo, o una estación de tren e imaginar toda la historia encerrada en el lugar. Hay personas a las que les gusta salir a la naturaleza, escuchar el canto de los pájaros, observar un árbol centenario, caminar entre montañas. Hay personas a las que les gusta hacer los dos tipos de viajes.

Los tipos de equipaje

Hay personas que viajan ligeros de equipaje y hay personas que no pueden viajar si no se llevan casi toda la casa con ellos. Aunque a veces quien viaja con la casa a cuestas pierde el equipaje y se da cuenta de que no necesita ni la octava parte de lo que llevaba. O improvisa una escapada desde donde se encuentra, sabiendo que no puede llevar más que una pequeña bolsa y llega a la misma conclusión.

Hay personas para las que el camino es parte del viaje y personas para las que el camino no es sino una molestia, y si es necesario tomarse una pastilla para dormir, se toma la pastilla porque lo que importa es el destino.

Hay personas a las que les gusta viajar en solitario. Personas que deciden viajar solas y no compartir el tiempo que es de su propiedad, decidiendo lo que quieren hacer en cada momento, pudiendo detenerse o cambiar el itinerario sin tener que negociar con nadie. Hay personas a las que les gusta viajar acompañadas ya que no soportan sentarse solas en la mesa de un restaurante o ir a un lugar y no poder compartir lo que están viendo, lo que están sintiendo.

Hay personas para las que el hotel donde se alojan es tan importante como el destino al que han viajado. Hay personas a las que les da igual donde dormir.

Hay personas que fotografían todo aquello que ven. Hay personas que no toman ni una sola fotografía.

El sentido de ver el mundo

Decía Chesterton que el viajero ve lo que ve mientras que el turista ve lo que ha ido a ver. Uno viaja con lo que es, así que nunca dos personas verán lo mismo, porque uno es los viajes que ha realizado, las películas que ha visto, lo que ha vivido hasta ese momento, el mundo interior que se ha creado, los libros que leyó y releyó. Todo esto nos acompaña sin que podamos evitarlo.

A veces tenemos como compañeros de viaje a protagonistas de historias que leímos hace tiempo. La primera vez que vi un amanecer en el desierto del Sahara, rodeada de dunas rojizas, sin nada más a mi alrededor que arena y el cielo sobre mi cabeza no pude evitar que me acompañaran Kit y Port, los protagonistas de El Cielo Protector, la novela que escribió Paul Bowles y más tarde llevó al cine Bernardo Bertolucci.

Escribió John Steinbeck que las personas no son las que hacen los viajes, son los viajes los que hacen a las personas. Y no hay que pensar en grandes viajes, en viajes de muy larga distancia, en viajes exóticos. Quizá tan solo sea necesario como decía Chesterton ver lo que se ve, pero sin ir a ver nada. Y tal vez todo está más cerca de lo que creemos.

Tal vez sólo hay que hacer caso a Ray Bradbury y llenar nuestros ojos de asombro mirando el mundo: “Llena tus ojos de asombro, vive como si fueras a morir en diez segundos. Mira el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño hecho o comprado en una fábrica”