Era uno de los eventos más esperados del año. Y la ciudad, que no el país, no dejaba de hablar de ello. Tanto por su secretismo y los pocos detalles que trascendieron, como por el encanto que envolvía al desfile, relacionado directamente con la copa América que este año se celebra en la ciudad Condal. El pasado 23 de mayo, Barcelona se convirtió en el epicentro de la moda global gracias al espectacular desfile Crucero de Louis Vuitton. Un evento que, junto a la copa América y otros aspectos, vuelve a reafirmar la tendencia alcista que está viviendo la ciudad, decidida poco a poco a superar el conflicto catalán, volviendo a brillar con fuerza y apostando por una vida social e interés mucho más relevante. Poco a poco, pues no podemos olvidar que todavía queda un largo camino, pero la tendencia al cambio es cada vez más notoria. Ya tocaba.
Considero más interesante hablar hoy en este artículo de los atributos de esta gran ciudad, que parecen haber sido olvidados por muchos, que de los del propio desfile en sí, que, ojo, no fueron pocos. Así que haré un mix. Pese a celebrarse en un enclave único como el Park Güell, no fue, ni de lejos y en mi opinión, una de las colecciones más brillantes de Ghesquière. Quizá y así lo comentaban varios medios, por el ansia de novedad constante que tiene esta profesión, cuyos códigos estéticos de Ghesquière están ya muy bien definidos y cada vez sorprenden menos. Dejando de lado, por supuesto, la excelencia y maestría que
hay detrás de cada una de sus piezas, que las damos por hecho.
Entre los algo más de 600 invitados, que no pueden ser nunca aspecto menor, pues al final y en el mundo en el que vivimos son muchas veces el verdadero altavoz, pocos españoles. Ricardo Bofill (hijo) ocupó uno de esos codiciados asientos serpenteantes diseñados por el escenógrafo James Chinlund, como complemento a La Sala Hipóstila ideada por Gaudí donde se alojó el show.
Completaron el elenco personalidades de la talla de Jennifer Connelly, Léa Seydoux, Ana De Armas, Sophie Turner, Jaden Smith, Marta Ortega ó Pharrell Williams, director creativo de la firma que tampoco quiso perderse el show y que acudió junto a la familia Arnault al completo. Un evento que, por otra parte y como en casi todos los que acontecen hoy en día en nuestro país, no estuvo exento de polémica, ya que la presentación estuvo acompañada de un grupo de manifestantes en los alrededores que se manifestaban bajo lemas como ‘Los barrios no somos una pasarela para su desfile’, si bien durante la concentración también se oyeron consignas como ‘Barcelona no está en venta’ o ‘Louis Vuitton tortura y asesina’, según recogió la agencia ACN. Un hecho que ocupó, lamentable e inexplicablemente, más telediarios que la noticia del desfile en sí. Lo lamento. Creo que, en este caso, no era el momento ni el lugar. Si bien Barcelona y otras grandes ciudades deben decir con urgencia, alto y claro, que el modelo turístico actual debe acabarse tal y como lo conocemos. Es insostenible y nadie tiene ya dudas sobre ello.
Volviendo a la ciudad: Barcelona, conocida por su rica herencia cultural, su arquitectura modernista y su energía inigualable, ha pasado por momentos difíciles en los últimos años. Sin embargo, eventos como el desfile de Louis Vuitton son motivos de celebración y demuestran que la ciudad está resurgiendo con fuerza. No olviden que la elección de Barcelona como escenario para este desfile no es sólo un reconocimiento a su belleza y su carácter cosmopolita, sino también un mensaje poderoso de que esta ciudad está lista para volver a brillar en el panorama nacional e internacional.
Recordemos que la moda tiene una capacidad única para capturar la esencia de un lugar y transmitirla al mundo. En esta ocasión, Louis Vuitton no sólo mostró su colección, sino que también celebró la cultura y la historia de Barcelona. La elección de Barcelona también subraya una tendencia creciente: la atención de las marcas de lujo hacia España. Momento para recordar el magnífico desfile de Dior en Junio de 2022, que deslumbró al mundo con su espectacular desfile en la plaza de España de Sevilla, capturando la esencia de la ciudad andaluza y su rica tradición flamenca. Desfile que, al igual que el de Louis Vuitton, también contó con la presencia de empresas españolas líderes para la organización de eventos y dirección de casting, (las cuales, no obstante, no pueden trascender por contratos de confidencialidad). En cualquier caso, todo un detalle contar siempre con el talento local a la hora de actuar en una ciudad.
Con Louis Vuitton y el grupo LVMH eligiendo Barcelona y nuevamente a nuestro país, se consolida la idea de que España tiene mucho que ofrecer al mundo de la moda, el arte, la cultura y la empresa. No olviden que estas decisiones no serán nunca casualidad; sino que reflejan siempre un reconocimiento de la riqueza cultural, la belleza y el potencial social y económico que nuestro país tiene para ofrecer al mundo de una manera cada vez más transversal. Oportunidades que a su vez se convierten para nuestro país en la oportunidad de mostrar, una vez más, nuestra diversidad, nuestra historia y nuestra capacidad de innovar generando un impacto positivo en la economía local y promoviendo el turismo de calidad (que recuerdo, debe ser sostenible y cambiar completamente el modelo que se tiene actualmente), entre otros muchos sectores.
Celebremos pues, que España sigue y está en el mapa de la moda global, no sólo como un destino turístico, sino como un centro de creatividad y estilo. Ahora la moda, con su capacidad para contar historias y capturar momentos, juega un papel crucial en este renacimiento en el que nuestro país tiene un papel cada vez más relevante. No nos olvidemos que las mayores industrias textiles del sector, son o han sido patrias