Opinión

Los que seguimos escribiendo a mano y con pluma

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Dicen que el mundo se ha vuelto digital, que las personas ya no saben ni escribir a mano, pero todavía hay personas, entre las que me incluyo, que seguimos escribiendo a mano y sólo escribimos con pluma. Todo empezó cuando yo era una adolescente y me regalaron mi primera pluma. Desde entonces cuando escribo a mano sólo escribo con pluma.

Hace unas semanas me invitaron a tener una charla en SEDE, la Sociedad de Entusiastas de las Estilográficas. A la ilusión inicial por la invitación y el encuentro se sumó, cuando comencé a pensar en la charla, una responsabilidad por el hecho de no ser más que una mera aficionada que iba a entrar en un mundo, si no de expertos, de entusiastas con un conocimiento profuso de las plumas.

¿Qué les cuento? me pregunté a mí misma a medida que se acercaba el día de la charla. No les voy a hablar de estilográficas porque no se ni la milésima parte de lo que ellos pueden saber. ¿Tintas? La persona que me había hecho la invitación, experta en tintas, ya había realizado una charla unos meses antes. Pues cuéntales cuál es tu experiencia, por pequeña que sea, y deja que ellos te digan qué quieren escuchar, me dije.

Fue entonces cuando comencé a pensar por qué escribo con pluma. Por qué escribo a mano y con pluma. Y por qué escribo siempre con unos determinados colores, por ejemplo, nunca escribo con tinta negra.

Comencé a reflexionar por qué dedico tiempo a elegir distintos colores de tinta para escribir con las distintas plumas. Por qué dedico tiempo a cargar las plumas con tintas de tinteros ya que no uso cartuchos. Por qué, en definitiva, si no tengo una pluma en la mano no escribo a mano.

Reflexionando sobre todo esto me di cuenta de que muchos de nosotros tenemos en nuestras vidas objetos que son para nosotros especiales. Objetos que podrían ser absolutamente prescindibles pero que nos hacen sentir pellizcos de felicidad cada vez que los utilizamos. Estos objetos pueden ser útiles o no. Una pluma tiene utilidad ya que puedo escribir con ella, pero no es más útil que un bolígrafo desechable, y, sin embargo, yo no escribo con un bolígrafo desechable.

Se ha escrito mucho sobre la relación que establecemos con los objetos, que va más allá de lo meramente instrumental. Nos relacionamos con los objetos de manera emocional, por cómo nos hacen sentir cuando los utilizamos, por los recuerdos que asociamos a ellos, como por ejemplo las condiciones en que llegaron a nuestras manos: cuando lo compramos en aquella tienda en aquel viaje que nunca olvidaremos; el regalo de esa persona…

En mi caso, además de recordarme cada pluma a quien me la regaló (la mayoría de mis plumas son regalos) y traerme a la memoria muchos momentos en que las he utilizado, cuando escribo con pluma, si tengo la suerte de estar en un lugar no muy ruidoso me permite escuchar el ruido del plumín al deslizarse por el papel, además de ver cómo la tinta se va dibujando sobre el mismo, y ambas cosas me encantan. «Eres carne de plumas japonesas» me dijo uno de los expertos en plumas en el encuentro con SEDE. «Ah, ¿sí?» pregunté sorprendida. «Por lo que dices de cómo te gusta ver deslizarse la tinta en el papel, cuando pruebes los plumines japoneses ya no querrás usar otros» me contestó.

Y puede sonar extravagante (friqui es la palabra que se utiliza ahora), pero es cierto que si no tengo una pluma no escribo a mano, prefiero tomar notas en el móvil, por ejemplo. No me gusta escribir si no es con pluma. Llámame extravagante o friqui, lo que prefieras.

Con respecto a los colores que utilizo para escribir, que daría para otra columna, como también dediqué tiempo a reflexionar sobre el tema, llegué a conclusiones que hasta el momento habían pasado inadvertidas para mí y que están relacionadas con el arte. Y es que, si te gusta el arte y te relacionas con él de manera habitual, como es mi caso, el arte influye en tu vida y en tus elecciones de todo tipo más de lo que crees.

Ahora parece que están de moda los cursos de caligrafía, en muchas ocasiones, caligrafía oriental, y cursos de escritura con pluma. Dicen que escribir con pluma, además de obligar a escribir más despacio, te ayuda a poner en orden tus ideas mientras las escribes. Escribir con pluma te exige hacer las cosas con más calma, tienes que dejar la prisa a un lado.

Yo animo a quien quiera a que pruebe a escribir con pluma. A sentir lo que yo siento cuando veo el plumín deslizarse en el papel (de papeles ya hablamos también otro día). A buscar colores que nos gusten para escribir, sin miedo a escribir con colores más allá del azul o el negro. A dedicar tiempo a cargar una pluma. A cuidar de ese pequeño objeto, la pluma, que quien sabe si llegará a alguno de nuestros descendientes, llevando con él toda la historia que vivió con nosotros.

Quizá incluso cuando te decidas tengas la suerte de encontrar la pluma de tu padre, tu madre o alguno de tus abuelos en un cajón y comenzar a usarla.

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