Opinión

Lo que nos jugamos las mujeres el 9J

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Las elecciones europeas de 2024 están a la vuelta de la esquina y su relevancia no puede ser subestimada. Para las mujeres, más allá de la obligación cívica, votar es una oportunidad para influir en las políticas que afectan directamente nuestras vidas y garantizar que nuestros derechos y necesidades sean atendidos en la agenda europea. En las últimas décadas, hemos logrado avances significativos en la lucha por la igualdad de género, tanto a nivel nacional como europeo. Sin embargo, estos derechos no están garantizados de manera perpetua y pueden ser erosionados.

Un ejemplo: la representación de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones, también en el ámbito empresarial, está fuertemente influido por las políticas europeas. Justamente fue la Unión Europea quien impuso el horizonte de 2026 para establecer un 40% de representatividad femenina en los consejos de administración de las empresas que cotizan en bolsa. Pues bien, según la consultora Grant Thornton, España ha alcanzado el objetivo en 2024, dos años antes de lo previsto. Sin embargo, el 40% obtenido no se distribuye de un modo equilibrado en los puestos de verdadera influencia y responsabilidad estratégica de las compañías. Todavía necesitamos reformas legislativas que permitan consolidar lo logrado y mejorarlo. Los avances son frágiles.

La desigualdad en el ámbito laboral también se sostiene sobre brecha salarial. En marzo de 2023, el Parlamento aprobó nuevas normas sobre medidas vinculantes de transparencia salarial. En ellas se recoge que si los informes salariales muestran una diferencia de retribución entre hombres y mujeres de al menos el 5%, los empresarios tendrán que realizar una evaluación salarial conjunta en cooperación con los representantes de los trabajadores. Sin embargo, el Consejo aún tiene que aprobar formalmente el acuerdo para que las normas entren en vigor. Quién nos represente en el parlamento europeo va a ser fundamental para avanzar en la eliminación de estas desigualdades y la promoción de una economía más justa y equitativa.

La violencia de género sigue siendo una lacra que afecta a millones de mujeres en Europa. La Unión Europea tiene el poder de establecer normativas y políticas que obliguen a los estados miembros a adoptar medidas más estrictas y efectivas para combatir esta violencia. Nuestro voto puede ayudar a elegir representantes que prioricen la lucha contra la violencia de género, apoyando iniciativas como la implementación de un Observatorio Europeo contra la Violencia de Género y la creación de fondos de apoyo a las víctimas.

Por otro lado, muchas mujeres enfrentan el desafío de equilibrar sus responsabilidades laborales con el cuidado de sus familias. La política europea puede desempeñar un papel crucial en la promoción de políticas de conciliación, como permisos parentales remunerados, flexibilidad laboral y acceso a servicios de cuidado infantil de calidad. Esas políticas deben ser priorizadas y mejoradas.

La crisis de los cuidados es otro aspecto crítico que afecta desproporcionadamente a las mujeres. La creación de una red europea de servicios públicos de cuidado, propuesta por algunos partidos, puede transformar radicalmente nuestras vidas, garantizando que todas tengamos acceso a servicios de cuidado de calidad sin que esto afecte nuestra capacidad de participar plenamente en el mercado laboral y en la vida pública.

Está claro que las elecciones europeas de 2024 son un momento crucial para las mujeres en toda Europa. Es nuestra responsabilidad cívica y moral participar activamente en estas elecciones para asegurar que nuestras voces sean escuchadas y que nuestros derechos sean defendidos y ampliados. No podemos permitirnos la apatía o la indiferencia; es hora de tomar acción y votar por un futuro más justo, igualitario y seguro para todas.

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