Opinión

Las olas

María Dabán
Actualizado: h
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Un caso de corrupción es lo más parecido a una ola. Cuando estás en la orilla parece que se va, pero siempre vuelve trayendo a veces cosas nuevas, no necesariamente buenas. La escritora mexicana Ángeles Mastretta decía en su libro El mundo iluminado que, “las olas son como los problemas: a veces uno los libra saltando, a veces hay que hundirse en ellos y tomarlos por abajo para salir bien librado y, a veces, es imposible evitarse la revolcada”. Y eso es lo que está intentando hacer el PSOE, saltar los problemas o tomarlos por abajo para salir bien librado, pero todo apunta a que, tarde o temprano, saldrá revolcado de alguna manera.

La corrupción va llenando capítulos en un libro cuyo final no se vislumbra. Las últimas semanas han supuesto un verdadero calvario para el Gobierno: primero conocimos el informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil sobre el caso Koldo, posteriormente el Supremo aprobó investigar al fiscal general, Álvaro García Ortiz y, por último, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazó la querella por prevaricación interpuesta por la Abogacía del Estado en nombre de Pedro Sánchez contra el juez Peinado.

El Ejecutivo tocó a rebato y Sánchez y sus ministros supieron desviar el foco hacia Isabel Díaz Ayuso, que ayudó a ese objetivo negándose a acudir este viernes a Moncloa. Pero la justicia sigue su curso y el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno confirmó ayer lo que era un secreto a voces: que hay indicios suficientes para que el Tribunal Supremo investigue a José Luis Ábalos por su papel principal en la trama Koldo. El auto del juez señala, además, que Pedro Sánchez, el “1”, en el sumario, participó en las gestiones que finalizaron con el rescate de Air Europa y en las que medió el gran comisionista de la trama, hoy en prisión, Víctor Aldama. Desde el punto de vista formal, podría parecer lógico ese rescate, el problema son las comisiones que cobró la trama y los patrocinios que Globalia, propietaria de la aerolínea, concedió a diversos proyectos del África Center de Begoña Gómez.

El Gobierno ha venido insistiendo en que actuó con contundencia contra Ábalos cuando se conoció el escándalo reclamándole su acta de diputado, pero sigue sin dar explicaciones a por qué Sánchez incluyó al exministro en las listas al Congreso cuando ya sabía que Hacienda le estaba investigando. Y no, no cuela que su sustitución se debió al deseo del presidente de dar un nuevo impulso político al Gobierno después de la pandemia. No después de todo lo que estamos conociendo.

Y como no hay día incompleto, ayer el Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazó la tercera querella por prevaricación contra el juez Peinado, la interpuesta por Begoña Gómez. Según el tribunal, las acusaciones de la mujer del presidente contra el magistrado que instruye su caso son meras suposiciones. Peinado, pues, seguirá tirando del hilo para ver si la actuación de Gómez fue correcta o incurrió en algún tipo de delito.

Cuando estalló el caso Bárcenas, un dirigente del PP me dijo: “cada día tiene su afán, y mañana se hablará de otra cosa”, pero eso no ocurrió. Y no tiene pinta de que vaya a ocurrir con el caso Ábalos. Parece que la marejada continuará, y las olas seguirán llegando.

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