Opinión

Las mujeres también bailan la balada de la cárcel ‘woke’

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El nuevo libro del periodista y escritor Julio Valdeón (Valladolid, 1976), prosista soberbio y, en mi opinión, infravalorado, es un bestiario de cancelados. Desfilan por su Matadero de reputaciones (La Esfera, 2024) más de cuarenta herejes, algunas víctimas del islamismo y, sobre todo, de los cruzados de la cultura woke, de esos furibundos rastreadores identitarios de pecadores con pecados “estructurales”, de esos luminosos torquemaditas progres que, “con la vehemencia de unos inquisidores”, se dejan el pellejo intentando dilapidar la carrera, cuando no la vida, directamente, de sus pobreticos chivos expiatorios.

Ubica Valdeón la génesis de las cacerías virtuales en China, cuando el milenio empezaba a gatear y se coció un fenómeno, renrou sousuo, traducido literalmente como “búsqueda de carne humana”, que comenzó como “una salida para el fandom” y que metamorfoseó en lo que hoy conocemos como linchamientos virtuales. Pasaron los años y el “virus de la mordaza” hizo su agosto en EE. UU., donde el autor vivió durante dieciséis años –en concreto, en Nueva York, entre 2005 y 2021– y fue testigo de una polarización extrema: “A un lado pedían la cabeza de científicos, escritores y cineastas para lavar mejor no sé qué pecados colectivos, originales, estructurales, mientras que desde la trinchera de la derecha, igual de cafres, desencadenaron una cruzada contra los derechos LGTBI, criminalización a los inmigrantes y, animados por el propio Donald Trump, nacionalista y populista en jefe, negaron la legitimidad de los resultados electorales y alentaron el asalto del Capitolio”. Además, en España, según el guionista de Ayuso –es asesor de la presidenta de la Comunidad de Madrid–, “a Podemos, Sumar y satélites, desfondados en su reinvención de la rueda, lo woke les ofrecía una alternativa a los discursos más descoloridos”.

Matadero de reputaciones recoge las historias de algunas mujeres que han bailado la balada infame de la cárcel woke, cuando no han sido, literalmente, amenazadas de muerte por el islamismo, como la activista holandesa nacida en Somalia Ayaan Hirsi Ali, quien sufrió la mutilación genital en su infancia –y quien, por cierto, no hace mucho anunció su conversión al cristianismo–. Recoge Valdeón los apedreamientos sufridos por J. K. Rowling, la creadora de Harry Potter, a quien machacaron por explicar “que en el sexo cromosómico no hay irisados matices, y que llevamos el sexo cincelado a soplete en las células”; por la activista Kellie-Jay Keen, “recibida a palos” en Australia y Nueva Zelanda por decir que una mujer es una “hembra adulta de ser humano”; por la abogada Paula Fraga, paseada en redes por defender que los nacionalismos buscan “extranjerizar a millones de ciudadanos”, o por la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, quien murió hace ya ocho años poco después de ser citada como imputada ante el Supremo por un presunto delito de blanqueo de capitales relacionado con la financiación ilegal de su partido, el PP, que la obligó a darse de baja. Según Valdeón, su trayectoria “desmiente, por autosuficiente, carismática, victoriosa y rotunda, la caricatura de las mujeres que no encajan con el credo de la izquierda”.

Valdeón contradice a Joaquín Reyes y sostiene que “hemos amanecido en la primavera de todos los tabúes”. Su Matadero de reputaciones es un pabellón de apestados muy bien escrito, que se lee en dos o tres tragos y que alerta sobre la supuesta bondad de los enemigos de la libertad, cuyo anhelo de justicia “se despertó metástasis”. Así pues, hínquenle el colmillo y ándense con cuidado.