Está España todavía de vacaciones. Ando por eso escuchando un podcast que me ha conmovido profundamente: Las Guardianas. Es un espacio donde se escucha la voz de mujeres extraordinarias que están en la primera línea de la defensa de sus territorios y de la naturaleza en Latinoamérica. Mujeres que arriesgan todo, incluso sus vidas, para proteger sus comunidades indígenas y el planeta.
Entre ellas está la lideresa indígena lenca, Berta Cáceres, quien se opuso con todas sus fuerzas a la construcción de una represa que amenazaba el río Gualcarque, un lugar sagrado para su pueblo en Honduras. Su lucha no fue solo por el agua, sino por la vida misma. Las amenazas duraron años pero ella no abandonó el activismo. En 2016, Berta fue asesinada en su casa. Un sicario le descerrajó 6 tiros. La justicia hondureña condenó a los que la mataron a entre 30 y 50 años de cárcel, y en 2022, fue condenado a 22 años de prisión, como coautor del crimen, Roberto David Castillo, un directivo de la hidroeléctrica Desarrollos Energéticos, empresa a cargo del proyecto contra el que protestó Berta, en una decisión jurídica histórica.
Muchas de estas guardianas se han enfrentado y continúan enfrentándose a los poderes más dominantes de sus países de una manera asombrosa, fortalecidas por el convencimiento de que luchan por algo que supera a sus propias vidas, la existencia de sus pueblos. Se enfrentan a grandes corporaciones empresariales, sus propios estados, cuerpos paramilitares o carteles del narcotráfico. A veces son varios de ellos los que se disputan el territorio mientras las lideresas indígenas continuan alzando la voz y poniendo el cuerpo en la defensa de los derechos ancestrales de sus pueblos y su cosmovisión sobre los mismos terrenos disputados.
Victorias históricas
Como Aura Tegría, una joven abogada indígena U’wa de Colombia, cuyo trabajo es fundamental para detener la explotación petrolera de su territorio para preservar no solo un pedazo de tierra, sino también la identidad y el futuro de su comunidad. Patricia Gualinga, lideresa Kichwa de Sarayaku en Ecuador, es una de las guardianas que he podido llevar la lucha de su pueblo hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, logrando una victoria histórica que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados sobre proyectos que afecten sus territorios. Su voz es una prueba del poder de la organización y la resistencia pacífica. Todos son ejemplos inspiradores que nos recuerdan que la lucha por la justicia ambiental es una lucha por la vida misma.
Mención aparte merece Brasil, el último país americano en abolir la esclavitud. El clasismo, racismo y la desigualdad imperan en las favelas, y llega a reivindicarse en la figura de Marielle Franco, mujer, negra, lesbiana y de origen humilde. También el espacio urbano deprimido es un ecosistema en el que las mujeres luchan a brazo partido por tirar adelante a los suyos. Marielle Franco había denunciado a policías del 41º Batallón de Policía Militar por abusos de autoridad en la favela de Acari. Un día antes de ser asesinada publicó un tuit: “¿Cuántos más deben morir para que acabe esta guerra?”, clamaba.
Mientras muchos en la otra punta del mundo regresamos a casa después del verano, las mujeres indígenas de Latinoamérica intentan preservar un hogar al cual regresar. Sus tradiciones y conocimientos ancestrales, transmitidos por las mujeres generación tras generación, que han permitido la supervivencia de sus comunidades durante siglos, es ahora además, clave en la lucha global contra el cambio climático. Las mujeres que protagonizan “Las Guardianas” nos recuerdan que transmitir su legado en defensa de los territorios es contribuir a la defensa de los derechos humanos y culturales de todos.