Opinión

La víctima imperfecta

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

El juicio a Luis Rubiales por el beso a Jenni Hermoso está visto para sentencia después de dos semanas intensas de interrogatorios. Desconozco si hay forma de saber las audiencias que han tenido las retransmisiones en directo desde la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, pero si así fuera, la cifra, estoy convencida, podría competir con la de cualquiera programa de televisión en abierto.

A la expectación que ya de por sí levantaba el propio evento, por el hecho, por el personaje , por la repercusión mundial que supuso la imagen del presidente de la federación española estampándole un beso en la boca a una jugadora y por el vuelco que supuso en la RFEF, se ha sumado la actuación del juez encargado de dictar sentencia.

El magistrado Fernández Prieto no ha ocultado ni mucho menos su alivio al dar por finalizado el juicio. Tanto que apagó el micrófono antes de terminar de decir la frase final, resultando que “aunque parezca mentira, hemos acabado. Visto para sen…”

“Hechos, no suposiciones” ha sido la frase más repetida por el juez estos días. Llegó a decir exclamar “todo es abstracto, etéreo, ¡vamos al grano!” “Le recuerdo que el juicio lo dirijo yo, no usted” recriminó al ex DirCom de la RFEF. “ Mi paciencia está llegando a un límite” dijo al tercer día de juicio. “ Ha venido aquí a declarar, basta ya de esas contestaciones. ¡Quiero saber las cosas con claridad, no con chulería!” de nuevo llamaba al orden a García Cuervo. Y a modo de desahogo, durante la primera semana de declaraciones exclamó “llega un momento que uno se vuelve loco!

Cuando una de las abogadas interrogaba durante la segunda semana a la testigo Montse Tomé, actual seleccionadora, sobre el protocolo de acoso que regía en la RFEF durante el Mundial , el juez le espetó ¿le pegamos para que diga lo que usted quiere? Algo parecido soltó en la declaración de Luis De la Fuente cuando abogados y fiscal trataban de investigar si el seleccionador mentía. “Es un testigo que lleva 10 minutos diciendo que no sabe nada, ¡y nos hemos empeñado en decir que es un mentiroso! Que no digo que no lo sea…¡que no lo sé! ¡Queréllense si consideran que miente en juicio! “

Por momentos ha parecido que el juicio sacaba de quicio al juez. Fuera del ruido, queda esperar la sentencia, que más allá del circo mediático levantado alrededor, es muy importante y trasciende al futuro de Rubiales.

Resulta sonrojarte escuchar y leer, en pleno 2025 argumentos como que “un piquito no es para que se monte este circo” o el manido “qué pensaran las mujeres que sufren violencia sexual de verdad”.

Por eso es deseable la función didáctica y ejemplarizante de la sentencia. Aún hoy hay quien desconoce la ley y cree que un beso no consentido es algo sin importancia, una anécdota que “no es para tanto”.

La exposición final de la fiscal sobre la actitud de la víctima fue necesaria. “Como fiscal me produce cierto rechazo tener que seguir preguntando a las víctimas de una agresión sexual que por qué se reía, por qué lo celebró, por qué su comportamiento fue el que en los vídeos estaba feliz” (…) ¿Hasta cuando vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? ¿Acaso ella no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo de tal entidad?¿qué le podemos exigir que haga, que sea vaya a un rincón a llorar? ¿Tiene que mostrar un plus? ¿Por qué no se hace en otros delitos? Alguien a quien le roban es menos víctima porque se vaya a comer con sus amigos? ¿Por qué lo exigimos en las agresiones sexuales?

La reflexión de la fiscal Durántez pone de manifiesto la vergonzante exigencia sobre la víctima, y la de situar intencionadamente el foco sobre quien recibió la agresión exigiéndole un comportamiento de “víctima perfecta” en lugar de ponerlo sobre el agresor. La comparación con un robo es el ejemplo perfecto, También para entender que, te roben 1000 euros o un millón, seguirá siendo robo aunque con más o menos condena según el grado. Lo mismo pasa con una agresión sexual, que hay grados y no procede establecer comparaciones entre diferentes tipos de agresión sexual para rechazarla porque la ley que rige en España es muy clara al respecto. Solo sí es sí. Sonría y celebre la víctima o se ponga a llorar. El contexto no se juzga, se juzga el hecho.