Opinión

La Venus de las pieles de Sánchez se llama PP

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Al Partido Popular le pirra que el PSOE le humille. Todos tenemos nuestras perversiones, no lo juzgo, y la de la hueste chanquetera que comanda Alberto Núñez Feijóo es la de perpetuar in aeternum, sometido y baldío, al ritmo de Venus in Furs de The Velvet Underground, la presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez. Este miércoles, la panda pepera anunció, con una resignación como póstuma, que avalará el decreto aprobado un día antes por el Gobierno, pese a incluir algunas de las medidas por las que, muy pocas jornadas antes, votaron en contra: la cesión del palacete de París al PNV, que ya lo ha registrado a su nombre –y que se ha descojonado en X de Miguel Tellado–, las medidas antidesahucios que favorecen a los okupas, o la aniquilación del español en La 2 de Cataluña, que emitirá íntegramente en la llengua de Pujol. Amagando determinación, el partido publicaba en su cuenta de X: “SÍ a subir las pensiones. SÍ a ayudar a Valencia. SÍ a los descuentos en el transporte. NO a la mentira. NO al chantaje. NO a este Gobierno”. ¿Amnesia? ¿Cambio de chaqueta? Visto lo visto, yo digo filia, placer. Tributo permanente a Masoch.

El EquiPPo de OPPosición Sincronizada justifica en tertulias y columnas la metamorfosis de sus patronos escudándose en la brutal sesión de motosierraterapia sufrida por el ómnibus primigenio: sólo se salvan 29 iniciativas de las 80 previstas inicialmente. El peperismo sociológico continúa decretando la muerte política de Sánchez –siete años lleva, y no se cansa– y, en efecto, acierta cuando afirma que el líder del Ejecutivo es un rehén del prófugo Puigdemont. Sin embargo, se niega a admitir dos realidades imbatibles y afiladas: que Junts es más amigui del PSOE que del PP, y que, pese al desgaste y a las cesiones, el presidente siempre termina consiguiendo lo que busca en los separatistas catalanes de derechas, o sea, que le mantengan en el poder. Tal y como dijo el propio Sánchez el martes, “al final, todo sale”. La Historia le respalda hasta el momento.

Mientras tanto, desde el verano pasado, al Partido Popular de Feijóo no le sale nada nunca. Por lo que sea, guiño, guiño, su asistencia al congreso de UGT en Barcelona, sus propuestas sociales plagiadas de Sumar o las mamarrachadas de su vicesecretario general, el exitoso novelista erótico González Pons, no terminan de encandilar a la parroquia del centro-derecha patrio. El apoyo tardío del minibus que Sánchez pactó con Puigdemont sólo ha servido para encabronar a su electorado y para que el PSOE, que no necesitaba los votos del primer partido del Congreso, le desprecie. Félix Bolaños: “Una semana de mentiras, que si el palacete, que si los inquiokupas, que si el perro se comió mis deberes… y ahora votan que sí. Qué pena de PP, sin rumbo, sin criterio. ¿Alguien al volante?”. María Jesús Montero: “Lo he dicho esta mañana. El PP antepone siempre sus intereses a los de la ciudadanía. Votó en contra de subir las pensiones cuando vio que el Gobierno no tenía apoyos y ahora votará a favor porque sus votos no son necesarios. Lo de los okupas y el edificio del PNV eran excusas”. Eso sí, algunos genoveses, campanudos, declaran en varios medios: “Ya no podrán decir que estamos en contra de las pensiones”, “le rompemos el relato a Sánchez”. Igual añadían un jo, jo, jo. Cráneos previlegiados. No me extrañaría verlos en las Cortes ataviados con ceñidos trajes de cuero. “La culpa, querido Bruto –escribió Shakespeare en su Julio César–, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, si consentimos en ser inferiores”. Pues eso.