No sé quién es ni cómo se llama, pero para mí es una pequeña heroína. Les cuento. Se ha hecho viral un vídeo donde una chica joven se enfrenta en una estación de Madrid a un activista pro palestino y le planta cara. El tipo, que lo está grabando, cuyo rostro no aparece e insiste en que no lo va a difundir (aunque obviamente lo haga), repartía folletos contra ese supuesto genocidio que según ellos está ocurriendo en Gaza. La chica ha tenido la fortaleza de no pasar de largo. No sólo esto, sino que le ha reprochado su infame propaganda y ambos se han enzarzado en una escalada dialéctica que ha ido subiendo de tono hasta que al final han tenido que intervenir las fuerzas del orden. Las posturas de cada uno quedan meridianamente claras en el vídeo. Todos los tópicos del pro palestino son desmontados uno a uno mientras las burdas acusaciones de genocida, incluso de nazi, de las que hace objeto a la joven son respondidas con contundencia e indignación.
Uno de los aspectos más lamentables de los argumentos de los activistas es que no parecen darse cuenta de que defienden a unos terroristas sanguinarios. Militantes palestinos asesinaron civiles a sangre fría. Violaron a mujeres israelíes. A una mujer embarazada le sacaron el bebé del vientre y lo decapitaron, para decapitarla a ella seguidamente. Prendieron fuego a niños y los decapitaron también. Señoras de edad fueron violadas tan brutalmente que les rompieron la pelvis. Nos frotamos los ojos al ver que la realidad de estas bestias atroces, no sólo es ignorada por activistas que viven en Occidente, es que han llegado a ser aplaudidos por individuos insensatos/ingenuos/ ignorantes como el pro palestino de la estación. Miembros de la intelectualidad y estudiantes de universidades de élite les celebran sin pudor. ¿Cómo esa gente que vive en Europa, que incluso ha nacido aquí, no lo ve o no quiere verlo? No hay posibilidad de ambigüedad ni ninguna gris zona moral donde situarse. Hay que decir que la izquierda nunca estuvo más desarbolada. Y no es una valoración: es una constatación. Son hechos.
Hay como un espíritu naif que parece ignorar el verdadero carácter de la gente que creen defender. No es de extrañar que la joven le responda en un momento dado con un “vete a Palestina con las pintas que llevas a que te enseñen lecciones de igualdad y de convivencia”. Sin olvidar que no parecen conscientes del grado de violencia al que se enfrentó Israel este infausto octubre pasado. Como dice la chica son “terroristas que violan y matan a mujeres”. Están convencidos de que es una lucha por recuperar territorios usurpados cuando se trata de algo que va mucho más allá y es el derecho de Israel a existir. Y, a pesar de ello, el soberbio activista la llama genocida y ella le responde: “eres tú quien está defendiendo a quienes quieren acabar con los israelíes”.
Quiero subrayar el respeto que me merece la valentía de una chica que podría pasar de largo y no meterse en problemas pero decide enfrentarse a los embustes y tergiversaciones de quienes se han apuntado a la nueva ola anti semita. En este caso no parecía haber un importante número de pro palestinos en esa estación (aunque no daba la impresión esa chica de ser de las que se asustan). Pero da un poco de miedo la agresividad y las formas amenazantes en las manifestaciones pro palestinas en toda Europa. Personas que, aunque algunos digan que no aprueban a Hamas, están más cerca de ellos que de un país democrático como Israel. Gentes que no parecen sentir preocupación por los rehenes (algunos niños muy pequeños), ni la más mínima compasión por el horror vivido por tantos civiles inocentes. ¿Defensa de los palestinos? No tengan la menor duda: si Israel desapareciera del mapa dirigirían su odio al resto de nosotros. El chico de la estación ni se entera, pero la motivación de base de aquello en lo que participa es un rechazo visceral y violento a una cultura y a un tipo de vida: el occidental. Por eso quiero dedicarle este artículo a la chica solitaria que nos defiende a todos.